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Pensamiento dual


<<Otra vez con el bracito de los huevos>> Piensa Jos con rabia.

<< ¿No te vas a estar quieto ni siquiera hoy? >>Continúa pensando en un tono que a su hermano le hace gracia.

Hace mucho tiempo, casi desde el principio, ambos descubrieron que no necesitaban hablar para comunicarse. Sencillamente escuchaban los pensamientos, el uno del otro, sin necesidad de hablar. Esto desesperaba a sus padres que veían como ambos pasaban horas juntos sin decir palabra, pero riéndose y pegándose por igual sin venir a cuento.

<< No Richard Chamberlain. >> responde riéndose el cabron de su hermano Jan << Si te molesta te jodes. >> Apenas termina de decir estas palabras mueve de nuevo el brazo con fuerza, haciendo que la vía de Jos amenace con salirse de nuevo, con el dolor que conlleva.

<< Eres imbécil tío. >> Da Jos como respuesta, lo que provoca más risa aun en su hermano.

  • ¡YA ESTAIS OTRA VEZ! ― Grita su madre, sentada a unos metros de ellos con desesperación ― ¡NO VAIS A PARAR NUNCA DE HACER EL TONTO!

  • Perdón mama. ― Dicen ambos al unísono con voces dispares. La de Jan sobria y grave, una voz que por teléfono podría resultar atractiva, la de Jos por el contrario está en pleno cambio de la pubertad, suena fina y con gallos por momentos.

Normalmente hablan poco, tratan con pocas o ninguna persona a lo largo del día, prefieren estar entre ellos en su mundo oculto, un mundo donde son los reyes y cosas imposibles para los demás pueden ocurrir. Hablan sin decir palabra, o son capaces de visualizar los sueños del otro como una película.

  • Hoy es un día importante, y parece que no sois conscientes. ― Continúa hablando su madre con más calma ahora.

  • Tranquila mama ―responde Jos con su desacorde voz, tratando de levantarse para acercarse a ella, aunque su hermano se lo impide, como siempre. Nadie conoce el interior de Jan, al menos nadie lo conoce como él. Si alguien pudiera ver su oscuridad como Jos la ve a diario se volvería loco.

<<Perdónanos mama>> piensa inmediatamente Jan, sabiendo que su hermano le escucha. Incluso en un pensamiento es capaz de enviar el tono burlón de su idea, con una entonación estúpida y una imagen adjunta de sí mismo, son gemelos que solo pueden verse de soslayo, con cara de lelo.

Jos gira la cabeza todo lo que puede y lleva los ojos al límite de su visión en el lado derecho para ver a su hermano, del que alcanza a ver solo la oreja izquierda y parte de un rostro que se gira a su vez con una mueca burlona en la mirada del único ojo que alcanza a ver.

Frente a él un espejo de cuerpo entero, con una toalla colocada de manera que cubre casi la mitad de este, le muestra la ropa que ha elegido su hermano para ponerse. Colores chillones que no pegan ni con cola, mezclados sin orden ni concierto en cada prenda elegida, como si de un Pantone de colores máximos se tratara.

<< ¿Te gusta la ropa, Richard Chamberlain? >> Pregunta de nuevo su hermano enviando una imagen mental de la pinta estrafalaria que llevaba hasta hace un rato, resaltando los rombos del jersey de punto que brillan con una luz intermitente que parecen poder cegarle en cada parpadeo.

<< Deja de llamarme así, subnormal profundo >> Por alguna razón, que hace tiempo su hermano descubrió, llamarle Richard Chamberlain le saca de sus casillas mas allá de cualquier otro insulto. Por el contrario, la respuesta de Jos no causa ninguna perturbación en su hermano, la mente de su este es más opaca que la suya propia, Jan tiene la capacidad de desquiciarle y aprovechar esos momentos para cotillear entre sus recuerdos, y sospecha que entre sus deseos.

<< No te enfades hermanito >> Piensa Jan enviando una imagen de Richard Chamberlain en “El pájaro espino”.

<<Se que Richard te reconforta en los momentos de soledad, MARICON>> Las palabras se clavan como puñales en el cerebro de Jos, algo en su interior explota por primera vez en su vida. Siente como si el freno que retiene un vehículo aparcado cuesta abajo se soltara de golpe, notando de repente la ingrávida sensación de caer sin remedio.

  • Eres un mierda tío ―grita esta vez a viva voz, sobresaltando a su madre y a su padre que justo en ese momento entraba por la puerta de la blanca habitación―. Llevas toda la vida punteándome, haciéndome sentir mal con tus ropas y ademanes. Intentando ser mejor a través de mostrarme a mi peor, de querer ser algo no eres y haciendo esclavo y culpable de ello.

Trata de levantarse con un fuerte tirón, pero Jan se lo impide con un gesto de rabia.

  • ¡NO TIENES CORAZON, NO TIENES CORAZON! ―termina gritando cuando su hermano le impide no ya levantarse, sino moverse del sitio.

La madre de ambos se tapa la boca y comienza a llorar al escuchar las palabras de su Jos, mientras el padre se queda quieto en el sitio, sin saber muy bien que hacer más que cerrar la puerta. Finalmente, el hombre, menudo y vestido con pantalón de pinzas beis y camisa blanca, se acerca a ellos con las manos por delante en actitud de súplica.

  • Jos por favor, hazlo por tu madre, aguanta un poco más― Le dice su padre tratando de pasar los más lejos posible de Jan como le permite la pequeña sala.

  • ¡NOOO! ―grita en ese momento Jan lanzando su puño contra la cara de su hermano.

El ángulo de impacto, debido a la posición de ambos, le obliga a hacer una trazada oblicua que impacta por accidente en la cara de su padre. Una cara que se deforma al recibir el impacto en plena mejilla derecha, levantando su moflete derecho y el profuso bigote de su padre con él.

Por alguna extraña razón a Jos la imagen le pasa por delante a cámara lenta y le resulta cómica, tanto la situación como la cara de su padre, un hombre débil que siempre ha tratado de protegerle de su hermano pidiéndole que agachara la cabeza.

No puede evitar comenzar a reírse a carcajadas ante el estupor de la madre que no termina de quitarse las manos de la cara, mientras su padre continua la caída hacia un suelo que se le acerca a la cara más rápido de lo que quisiera.

El golpe es brutal, y les recuerda a ambos hermanos el sonido de un melón cayendo contra el suelo, un sonido seco, sordo, y gracioso, muy gracioso. Su padre queda tendido en el suelo, emitiendo un lastimero lamento que no despierta piedad, sino enojo en ambos.

Los dos hermanos ríen con fuerza en medio de una orgia de golpes eclípticos y fallones, golpes que, lejos de provocar daño, al contrario, se lo hacen a sí mismos al arrancarse las vías que les unen a los goteros de antibiótico, y con los que tiran todo lo que les rodea mientras se mueven unidos el uno al otro por la sala hasta que un par de fuertes enfermeros consiguen reducirles.

Pasan unas horas, durante las cuales no se dirigen la palabra, ni el pensamiento, unas horas donde su padre recibe atención medica por la contusión y su madre un par de pastillas que le dibujan una sonrisa en la cara.

Finalmente, ambos hermanos se encuentran tumbados en la camilla del quirófano, una especial para la ocasión, bajo la atenta mirada de tres docenas de personas que se preparan para la operación del año.

<<No tienes corazón, y no hay nada el mundo que pueda sustituir el que yo te presté en el útero de nuestra madre>> ninguna imagen acompaña estos últimos pensamientos de Jos antes de que la anestesia suma a ambos en el silencio.

BY DANIEL DEL AMO “DANI EL GUAPO” PARA EL CURSO DE ESCRITURA DESATADA.


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