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Prologo de la guerra de los cuervos


PROLOGO El eco de los suaves golpes del cincel contra la piedra rebota en las paredes de la estancia cientos de veces antes de desaparecer, creando una amalgama de sonidos al unirse al del viento que sopla constantemente dentro de la cerrada estancia, y al sonido del agua al caer por el caño que la traslada hasta la sala desde su nacimiento. El hombre trabaja sobre el bloque de piedra que descansa sobre una vasta mesa, la mesa podría parecerle endeble a un observador casual que no supiera el tiempo que hace que soporta el peso de la extraordinaria roca. No es una piedra cualquiera y el hombre que la trabaja lo sabe perfectamente, no en vano son parte uno del otro.

De unos doce metros de larga por medio metro de alta y casi tres de ancho, la piedra conforma un colosal bloque que el hombre ha trabajado durante mucho tiempo, grabando en ella el paso del tiempo con la habilidad que dan los años de práctica. Una historia para la que hace ya se quedó sin espacio, por lo que ha grabado historias sobre historias dando un aspecto un tanto caótico al dibujo creado, pero él no puede saberlo… mil años hace que no sabe lo que es la luz. Pasa la mano por la zona que está trabajando para descubrir, con desagrado, que el pulido no es del todo perfecto. Coloca de nuevo el fino cincel y golpea con una pequeña roca que hace las veces de martillo. Pic,pic,pic retumba el suave sonido en la vacía estancia antes de desaparecer bajo el arrullo del agua que parece oírse más claro ahora. El golpeo cesa, el hombre levanta la cabeza para tratar de escuchar mejor, algo ha cambiado. Espera unos minutos al final de los cuales se confirma que el leve aullido del viento a desaparecido. Sonríe en la oscuridad mientras recoge con cuidado sus escasas herramientas para guardarlas en un pedazo de cuero que termina por enrollar y guardar en un mandil del mismo material. Por último, se incorpora acariciando la roca que ha sido su compañera durante mucho tiempo y percibe con el tacto de sus expertas manos el lugar donde el grabado termina y deja un pequeño espacio en blanco, justo donde el tajo perfecto de un arma sobrenatural arranco un trozo de roca, el único donde el cincel nunca la ha hoyado. ⎯ Esta parte no es necesaria grabarla amiga mía. Esta parte voy a vivirla. – De nuevo la sonrisa aparece en su rostro en medio de la oscuridad, para después dirigirse a una de las paredes, donde una puerta se dibuja en la oscuridad, para esperar con cierta emoción el momento de salir. Bulfasor observa desde lo alto de uno de los grandes acantilados de la zona. Está protegido con partes de una sencilla armadura, apenas visible entre las pieles que utiliza para cubrirse y que se mueven al son del potente viento que domina en la zona. Desde donde se encuentra, divisa con claridad un poblado que parece incrustado en un trozo de tierra llana, que da la sensación de haberle ganado el espacio a los acantilados que le rodean a golpe de pico. Todavía puede recordar con claridad cuando no eran más de una docena de casas y algunos barcos, de pesca prácticamente todos. Ahora, casi todo el terreno está cubierto de pequeñas construcciones y la flotilla de barcos que comienza a alejarse por el lado contrario hacia mar abierto puede llegar fácil al centenar, todas las embarcaciones con velas negras que tiran de las embarcaciones con velocidad hacia su destino, cualquiera que sea este. ⎯ Un lugar precioso Bulfasor. Tanto tiempo en la tierra y todavía me sorprendo descubriendo lugares que cortan la respiración. – Le habla la voz de una mujer tras él, una voz joven y amigable. ⎯Radha, amiga mía, ¡cuánto me alegra ver que estas bien! – Dice girándose hacia la mujer, que llevaba un rato a su lado contemplando el paisaje en silencio. Bulfasor está en su forma divina con más de tres metros de altura ella en una forma más convencional y cercana a la humana por lo que él ajusta su tamaño para poder interactuar con ella con naturalidad. ⎯Yo también me alegro Bulfasor. A veces es increíble que, con todo lo que hacen los renacidos de la luz para cazarnos, aun estemos aquí tanto tiempo después. ⎯ La vestimenta de la mujer, más propia de zonas cálidas, se revuelve en torno a ella empujada por el fuerte viento imperante, restallando en ocasiones con fuerza. ⎯ Llevamos mucho tiempo escondidos dejando que otros hagan nuestro trabajo Radha, eso ayuda – Dice mirando de nuevo las embarcaciones qué parecen competir por ser la primera en alcanzar el mar abierto – Recuerdo que es lo que tenemos que hacer, pero a veces me cuesta quedarme quieto mientras nuestros fieles luchan por una causa que es sólo suya a medias. ⎯ Bueno suya a medias no se puede decir tampoco, el Sassatkara es cosa de todos. ⎯ Recuérdaselo cien veces y cien veces lo olvidará Radha. – Exclama una poderosa voz tras ellos – Sientes una debilidad por Aquila y sus hijos que algún día te matará y, hoy por hoy, sólo te ata el compromiso con nosotros. Compromiso que, por otro lado, incumples cuando te parece. Ambos se giran para descubrir un enorme hombre que va empequeñeciendo según se acerca para ajustarse también al tamaño de Radha por quien ambos hombres sienten gran cariño. Primero abraza a la pequeña mujer, para después mirar a los ojos a Bulfasor, antes de terminar fundiéndose en un poderoso apretón de antebrazos. A ninguno llama la atención su lujosa vestimenta, pantalón y chaqueta corta roja oscura de algún tejido de buena calidad y botas relucientes hasta casi las rodillas. Una camisola blanca, que rebosa por debajo de la chaqueta, cierra el conjunto acompañada de varios colgantes de oro que decoran el poderos cuello del hombre. ⎯ Tántalo, me alegra verte hermano. – Dice Bulfasor con seriedad y gesto adusto. ⎯ No lo parece por tu cara, pero sé que me quieres en el fondo. – Responde el otro con una sonrisa – Yo también me alegro de verte Bulfasor, siempre que nos vemos me quedo con la sensación de que será la última. ⎯ Si, es su especialidad. Debiera haber muerto cien veces, pero no lo hace sólo por llevarnos la contraria. – Dice con alegría Radha que se ha vuelto a girar para mirar los acantilados que roban su atención sin darse cuenta. ⎯ Estoy contigo pequeña hermana. – Responde Tántalo. ⎯ Venga perfecto, terminado el ritual de siempre podemos ponernos con el tema que nos trae aquí. – Da como respuesta Bulfasor visiblemente contrariado, observándoles con su único ojo, mientras comprueba que el parche del otro ojo continúa en su sitio. ⎯ Qué bonito es esto Bulfasor. No me extraña que no te veamos casi nunca fuera de tus dominios. ¿Qué tal las cosas por aquí? – Dice Tántalo ⎯ Sé que es daros madera para el incendio, pero estoy orgulloso del trabajo de mis elegidos. Desde los eventos de hace doscientos años nadie ha conseguido una sola victoria contra ellos, y ellos no han sufrido ninguna derrota en los cientos de batallas que han luchado. Alastor-Mandrad envió aquí a Licaon para terminar el trabajo que el comenzó matando a Shalafi para encontrarse una estructura que ha sabido plantarle cara incluso sin Nexus de su lado. ⎯ En ocasiones me sorprendo con ellos. Con los humanos me refiero… Son capaces de hundirse por nimiedades, pero en circunstancias realmente duras venirse arriba y sacar adelante empresas increíbles. – Responde Radha mirando ahora a ambos hombres – Lo que hizo el hijo de Aquila tras perder sus habilidades es algo loable. ⎯ Estas en un error Radha, Gunthar jamás las perdió. – Responde Bulfasor haciendo que ambos le miren con sorpresa – Perdió su conexión con la Simphonia, que es diferente. Fue precisamente su capacidad y habilidades la que permitió que de la nada resurgiera un pueblo fuerte y unido. Él ha demostrado que el poder, sino se apoya en otras herramientas, es incompleto. ⎯ Creo que eso es discutible, pero hasta ahora les ha funcionado que es lo importante. – Responde Tántalo – La realidad es que sin Nexus tus cuervos sobrevivieron a un momento difícil y por eso todos hemos dejado que dirijas esta parte de la batalla. ¿Cuantos Nexus tienes ahora? Si no recuerdo mal tenías sólo uno y te dijimos que crearas otros, nos harán falta. ⎯ No he creado más. El rey de los cuervos es mi único Nexus. Además, Gunthar acaba de recuperar el colgante. Vuelve a ser capaz de canalizar Khanut y con él será más que suficiente para lo que está por venir. – Responde con contundencia Bulfasor tratando de zanjar el debate. ⎯ ¡Pero eso es maravilloso! – Responde Radha – Gunthar completo de nuevo es una noticia buenísima. ⎯ ¿Dónde está Gunthar ahora? ¿Cómo ha llegado hasta él el colgante? – Pregunta Tántalo con recelo. ⎯ En Damasco desde hace algo más de cincuenta años, y volviendo a casa con los suyos– responde Bulfasor aumentando su tamaño sin darse cuenta ligeramente ⎯. El colgante lo tenia Ahri de los lobos. ⎯ ¿Bulfasor? – Pregunta Radha – Mírame ahora mismo. ⎯ ¿Cómo sabes eso? ¿Quién te lo ha contado? – Pregunta Tántalo acercándose al otro hombre y creciendo en tamaño para ajustarse al de Bulfasor. El único ojo de Bulfasor taladra a Tántalo que le sostiene la mirada aun sabiendo que Bulfasor es el más fuerte de los tres. ⎯ Estuve allí y vi lo que ocurrió. – Responde finalmente sin dejar de desafiarles con la mirada – Salve al muchacho que robó el colgante de morir en manos de Ahri, y le envié directamente a que se pusiera bajo la protección de los cuervos. ⎯ ¡Acabáramos! Ahri de los Lobos ni más ni menos. – Exclama Tántalo visiblemente molesto – Alastor-Mandrad ya debe saber, no solo que los cuervos están en Sidón, sino que tú has pasado por allí, ¡Y te has mostrado a un humano ni más ni menos! ⎯ ¡Oh Bulfasor, cariño! Me alegra que no te ocurriera nada. Esa perra es posiblemente el mayor peligro que encierra este plano. ¿Qué te pasa con Gunthar? ¿Por qué esa debilidad para con su clan? – Media con calma Radha apartando a Tántalo con suavidad. ⎯ No son mi debilidad Radha, son mi fuerza. Desde siempre he sabido que ellos serían la causa de mi caída, pero también mi razón de ser. El tapiz no me guarda un final ni feliz ni rápido, pero acepto las consecuencias si a cambio logro que la unidad sea recuperada. ¡No soporto vivir separado! No sé cómo lo soportáis vosotros, pero yo cada día siento más la necesidad del todo. ⎯ Todos sentimos la opresión de la separación hermano – Habla Tántalo con un tamaño de nuevo acorde al de Radha – Pero el momento aún no ha llegado y tenemos muchas cosas que preparar si queremos garantizar que el Sassatkara signifique la reunificación y no la muerte definitiva. Recuerda que hay algo peor que vivir separados. Recuerda a Temohes. Los tres guardan silencio unos segundos ante estas últimas palabras, recordando el momento en que los catorce hijos de la Simphonia pasaron a ser rivales eternos. ⎯Pienso en él constantemente y en vengarme por lo ocurrido. – Habla por fin Bulfasor mirando el suelo. ⎯ La venganza nada bueno traerá hermano, ya que sería vengarte de otro hermano. Nuestro deber es limpiar la macula que oscurece los actos de aquellos a los que posee. Debemos luchar por encontrar la manera de expulsarla de este mundo y poder volver a ser uno solo. ⎯ En eso he trabajado hermana, no creas otra cosa. Y si mis actos son punibles, que sepas que son en pro de ello. ⎯ ¿Por qué dices eso Bulfasor? – Pregunta la mujer entre intrigada y preocupada – ¿Qué has hecho? El calla bajo la atenta mirada de sus dos hermanos que tienen miedo de lo que pueda responder. Bulfasor les da la espalda mirando el mar donde las embarcaciones son ya apenas visibles alejándose en pro de un sol que parece servirles de guía. ⎯ Hemos encontrado una Gayoisi, Jahan la encontró en el desierto. – Da él por toda respuesta. ⎯ Una Gayoisi por sí misma no debiera preocuparnos, pero me da que hay mas ¿no? – Habla Tántalos en esta ocasión. – Sé que tus cuervos tenían acuerdos con una familia Heredem del Dragón en oriente. Esto es bueno si los tienes controlados y de nuestro lado. ⎯ Sí, por eso no te preocupes, Luz se ha convertido en su guía. ⎯ Entonces perfecto. – Responde Tántalo mostrando cierta premura por cerrar el tema. ⎯ ¡No, perfecto no! Termina Bulfasor. Es mucho trabajo para sólo contarnos que un Heredem ha vuelto y que ha encontrado su mitad. Me temo que estos actos tienen su razón de ser. – Le increpa Radha esperando que conteste. ⎯ Gunthar ha encontrado la llave de Orientes, y le ha despertado. – Sentencia Bulfasor con voz grave. El silencio se convierte en opresivo mientras los dos recién llegados asimilan la información y la analizan. Radha se adelante un par de pasos para ponerse a la altura de Bulfasor al borde del acantilado. Busca sus ojos, pero él está mirando un punto en la distancia, más allá del poblado donde el clan del cuervo ha construido su hogar. Tántalos por otro lado observa el suelo, aunque no lo ve. En su cabeza los hechos han cuadrado demasiado rápido y no termina de creérselo, por lo que utiliza una fórmula que el tiempo le ha enseñado para evitar errores por su innata impaciencia. Medita las palabras a decir más por miedo a pronunciarlas que por necesidad de trabajarlas por más tiempo. ⎯ Orientes. - Habla Tántalos finalmente sin levantar la mirada. ⎯ Orientes. - Responde Gunthar ⎯ ¡Oh Cariño! – Radha coge la cara de Bulfasor entre sus manos y la gira para mirarle a los ojos. – ¡La ebullición de poder del Zab es cosa vuestra! ⎯ Muy listo hermano – Dice Tántalos – Te creerás muy listo. Nos has engañado incluso a nosotros. El Zab solo era una maniobra para que Orientes sea despertada sin que nadie lo percibiera. Pero has abierto las puertas del mal de nuevo. ⎯ ¿! Del mal hermano¡? – Exclama Bulfasor gritando con furia - ¿Es que acaso podemos hacer menos para arreglar esta situación? ¿Cuántos años hemos tardado en quitarnos de encima el yugo que nos impusieron mediante el imperio romano? ¿Cuántas vidas perdidas por el camino? Sin darse cuenta apenas se ha girado para acercarse a Tántalos y ponerse frente a su cara, tras el Radha espera con una súplica en la mirada y el brazo que se dirigía a apoyarse en el hombro de su hermano aun en el aire. ⎯ No había otra solución hermano, no es que yo haya buscado despertar Orientes, es que Orientes quería despertar y mejor encontrarla nosotros que ellos. La Gayoisi apareció, sin más. Deban se ha manifestado, sin que nosotros los provocáramos, pero el tapiz nos mostró las señales, ocultas bajo mil mantos y solo una persona fue capaz de desentrañarlas. – Queda en silencio unos instantes antes de desvelar el nombre – Jahan lo hizo y fue el quien puso en marcha todo. Otro amigo más sacrificado en aras de una guerra que dura demasiado tiempo ya. ⎯ Hay muchas cosas, restos de la segunda edad, que quedaron atrapados durante la creación. Sabemos que tarde o temprano irán resurgiendo todas ellas, si no se acaba el mundo antes. – Tántalo sorprende a sus interlocutores con una voz calma donde ellos esperaban el estallido de furia habitual en su tempestuosa personalidad – ¿Pero hacerlo a espaldas nuestras? ¿Crees que tienes la potestad de dirigir el futuro sin contar con nosotros? ¿Cuándo has dejado de considerar necesario que el conclave de las sombras decida en común para pasar a hacerlo tu solo? ¿Crees que eres el único que ha perdido gente querida o importante? – Tántalo calla de golpe para alejarse un par de pasos mirando a Bulfasor con tristeza en su mirada – Gracias hermano. Has iniciado una nueva era, acabas de disolver el conclave. Si tú puedes tomar tus decisiones entenderás que el resto también lo hagamos. ⎯ No espero que lo entiendas hermano. Siento que lo veas así, encontré una oportunidad y creí necesario aprovecharla. – Responde con voz tranquila Bulfasor Tántalo parece no oírle mientras se aleja volviéndose transparente hasta desaparecer sin mediar más palabras. ⎯ Se le pasara, espero. – Le dice Radha – A veces pensamos que llevamos el peso del mundo nosotros solos, sin pensar que al lado tenemos apoyos que sufren de igual manera. ⎯ Sabes que no es como él dice Radha. Si hubiera esperado a reunir el cónclave la oportunidad se habría pasado. – Responde con pesar – La última tardamos dos años en conseguir juntar a la mitad para preparar un plan para frenar la marea romana, y de esto hace más de setecientos años. ⎯ Lo sé, pero Orientes trae un recuerdo nefasto. Espero no hayas olvidado que todo empezó allí. ⎯ Recuerdo lo ocurrido, pero Orientes no solo fue el principio, sino también será el final. Esta vez no habrá ningún Omen Radha, te lo juro. ⎯ Más te vale Bulfasor. Acabas de poner en marcha algo que no puedes controlar. Te recuerdo que Orientes es un ser vivo que encierra mucho dentro, tanto que tengo miedo de imaginar lo que pueda pasar. – La mujer se dirige de nuevo al borde del

acantilado para observar como el mar choca con fuerza contra sus muros creando una vorágine de espuma tras cada envite – Y perdona a Tántalo. Carlos Martel, el Franco, ha maniobrado para colocar a su hijo como Rey de los Francos matando a Childerico ⎯ Radha hace una pausa intencionada ⎯. Crea ha desaparecido en medio de este enfrentamiento. ⎯ La recuerdo. La favorita de Tántalo, ¡Cuánto lo siento! ⎯ Tranquilo, el tiempo lo cura todo. Tú ya tuviste tu ración de dolor con la muerte de Aquila hermano. Creo que puedes entenderle mejor que cualquiera. – Ahora dirige su atención hacia el poblado que parece demasiado tranquilo para la hora del día que es – ¿Cuánta gente va en esos barcos? El pueblo parece desierto. ⎯ En los barcos sólo va una pequeña fuerza parte de ellos. Tienen mucho camino que recorrer antes de llegar a su destino. – Bulfasor parece haber recuperado parte de su aplomo y habla con más contundencia – El resto se ha retirado al interior, unos kilómetros sólo. Los cuervos tienen allí su asentamiento ahora. ⎯ ¿Donde? Mi gente ha pasado varias veces por aquí y no me han comentado que haya otro emplazamiento, aunque si me dijeron que los antiguos hogares de los clanes de Aquila y Shalafi estaban abandonados ahora que lo dices. – Responde ella con su atención volcada en el hombre ahora. ⎯ Ven conmigo te enseñare mi casa…, nuestra casa. – Dice él con una enigmática sonrisa – No sólo Orientes ha despertado. Y no te preocupes por la flota de barcos, de momento es solo el prólogo de algo más grande hermana, la guerra aún está por llegar. ⎯ El prólogo de la guerra de los cuervos. Sonaría bien sino fuera por lo que anuncia. – Responde ella cogiéndole del brazo derecho de manera fraternal. – Llévame a ver tu nueva casa, aunque creo saber los que habéis desenterrado. Te aferras demasiado al pasado hermano y eso acabara contigo. ⎯ No puedo evitarlo pequeña hermana, lo llevo en la esencia que me tocó. Lejos de allí, en mar abierto, un rey se aferra con fuerza a uno de los cabos que sostiene el palo mayor amarrado a la amura de estribor con la mirada perdida en el horizonte. Dos surcos son la evidencia del paso de lágrimas de dolor, del dolor de la perdida anunciada por una voz antigua y poderosa que le ha señalado no solo el camino a seguir, sino también el fin del mismo. Un final que significara el principio de la mayor singladura de la historia de su casa, y para la que llevan preparándose incontables años a través de generaciones de personas entregadas a una causa mayor que todos ellos. Se gira para ver tras el a sus hombres, sus hermanos, que están terminando de preparar las cosas dentro del pequeño espacio de la embarcación. Y tras ellos decenas de navíos más que les acompañan cargados con los hijos e hijas de los cuervos seleccionados para formar la fuerza de choque de élite, los Einherier.


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