Capitulo IV completo
CAPITULO IV
Con el corazón palpitando fuertemente Prion llega a la entrada segura de la pequeña red de cloacas que utiliza solo en contadas ocasiones. La puerta de metal aparentemente bloqueada se abre con suavidad al retirar los postigos ocultos estratégicamente colocadas mostrando la entrada a un túnel de servicio de pequeño tamaño.
Prion debe arrodillarse para pasar por él hueco y girarse con dificultad, debido al poco espacio que deja el lugar de margen, y poder así cerrar la puerta en silencio de nuevo gracias a la grasa que cubre las bisagras que la sujetan que él y los que utilizan el refugio se encargan de mantener. Se calma un poco al cerrar la puerta y correr un grueso pasador que bloquea la entrada desde dentro y hace casi inexpugnable el lugar. Baja por el túnel unos escasos metros hasta llegar a una pequeña sala de apenas seis o siete metros cuadrados y con una altura máxima que le permite ponerse de pie solamente en la parte central gracias a la abovedada forma el techo. Dentro de esta sala se encuentran enseres de supervivencia en forma de un camastro hecho con restos de telas y pieles recogidas de las basuras y un petate con algo de comida seca, agua en un pellejo y unas velas casi gastadas.
Enciende un par de velas chocando previamente dos pequeños pedernales sobre unas hierbas secas, iluminando con una tenue luz la pequeña estancia. No hay salidas en de la sala, solo dos arcadas bloqueadas que quedan como vestigio de un preciso diseño inacabado hace años. Prion solo ha usado esta estancia una vez anteriormente y juro usarla solo si su vida dependía de ello, no le gusta estar en esta ratonera sin posibilidad de escape, pero no tenía más alternativa y admite que tras lo ocurrido es el primer lugar en el que ha pensado y que le ofrece la sensación de seguridad que necesita en este momento.
Se sienta sobre la montonera de telas que hace las veces de cama y abre su petate para coger algo de la comida seca y, sobre todo, beber agua ávidamente. Con un trozo de tocino en la boca se acuerda de la bandolera que le ha metido en problemas, que esta tirada justo bajo los escalones de entrada donde la dejo caer al entrar, y decide echarle un vistazo.
Un cuchillo de pequeño tamaño y bella factura, una bolsa que contiene una cinta de pequeñas flores envueltas en una tela de lino blanca, una pequeña estatuilla de madera muy desgastada y, por último, una bolsa repleta de monedas. Prion se queda sin respiración al ver el oro que va saliendo de la bolsa sin parar y dándose cuenta que hay más monedas de las que él sabe contar entendiendo ahora el enfado de la mujer. Por ultimo saca el pequeño colgante y lo ilumina con la vela para verlo mejor, lo primero que le llama la atención es el brillo mate de la piedra con forma de lagrima que pende del collar. No sabría decir que material es, pero lanza pequeños destellos al ser alcanzada por la luz. Decide meterlo en la bolsa junto a las monedas y apartarla a un lado para tratar de dormir algo, la persecución le ha dejado extenuado.
Por alguna razón se ha quedado en la mano, sin darse cuenta de ello, la figurita de madera junto a la que termina por quedarse dormido, pensando en lo ocurrido y con la vista fija en la única vela que queda encendida y que lucha por sobrevivir mientras los últimos vestigios de mecha se consumen irremediablemente antes de apagarse dejando la sala en penumbras.
- “Todo está oscuro, como la noche serena sin luna, como la gruta donde se esconde la razón del insensato. Todo está en silencio, como el cauce seco de un rio cuyas aguas ya no cantan, como la voz del débil cuyos derechos son ninguneados. Todo está quieto, como la bandera sin viento, como el cadáver que recuerdo. – la voz queda en silencio unos instantes – Busca a Gunthar y dile que mi espíritu espera su llamada, dile que la noche me abraza hace demasiado tiempo, y dile también que se acerca el momento.“
Prion abre los ojos al impactar, con estas palabras en su recuerdo, sobre ellos uno de los rayos de luz que se abren paso entre las falsas piedras colocadas en la reja de entrada para ocultar su emplazamiento. La cama, estratégicamente colocada para que la luz incida sobre esta ella, esta moteada de pequeños puntos de luz que iluminan diminutas motas de polvo en suspensión en su camino. Enseguida nota la garganta seca, y bebe agua del pellejo que dejo al lado de la cama la noche anterior. Coge algo de sobras de la cena, pero el aspecto que tienen, ya de por si poco apetecible, le parece menos apetecible aun teniendo oro para comprar un castillo en el bolsillo, por lo que rápidamente recoge sus escasas pertenencias y las introduce en la bandolera de buena calidad que le robo a la mujer. Ahora que la luz ilumina mejor la estancia y que no tiene que esconderse de nadie, se fija en que la bandolera es de piel de camello curtida, no es la más bonita, pero si la más resistente de las pieles de la zona. Normalmente es una piel rígida y difícil de domar, pero esta tiene claros signos de haber sido acompañante de alguien el suficiente tiempo para resultar cómoda de llevar.
Dentro ya se encuentran las cosas que trajo, incluida la estatuilla. Aprovecha el espacio que queda libre dentro de la bandolera para meter sus pocas pertenencias en forma de palanquines para forzar puertas y ventanas, baratijas que le traen recuerdos y algo de la comida seca que le queda y que cuando está a punto de guardar tira sobre el jergón en una especie de acto reflejo que le trae una sonrisa al rostro imaginando ya su desayuno de hoy. Se coloca la bandolera y la ciñe para que se ajuste a él. Se mira el pecho, levantando la camisola marrón que viste y ve el colgante que pende de su cuello descansado sobre su pecho, no recuerda habérselo puesto, pero no le importa.
Al salir de la guarida mira en derredor con cuidado y espera un rato hasta estar seguro que nadie le espera fuera, después cierra con cuidado de dejar todo como debe para que nadie de con el escondite. Finalmente se dirige con paso rápido hacia la zona de acampada para el torneo, con la esperanza de encontrar al campeón antes de que la mujer de los cuchillos, la tal Ahri, le encuentre a él.
La ciudad está en plena ebullición de gente de muchos sitios diferentes, creando un arco iris de colores y estilos en la calle, que confieren un nuevo aire a esta. Decenas de idiomas se cruzan en cada esquina, y nuevos productos se venden en la calle durante el tiempo que dure la fiesta con nuevos sabores y texturas para satisfacer las necesidades de los que no son de Sidón y quieren comer cosas a las que están habituados, y de los que tienen curiosidad por probar cosas nuevas.
Hoy es el primer día de torneo propiamente dicho. En los dos días previos se han realizado algunas demostraciones de habilidad por parte de los participantes. Tiro con arco, por ejemplo, donde varios arqueros se colocan enfrentados y separados por distancias superiores a los cien metros y tienen que impactar sobre muñecos de paja que se intercalan entre ellos apenas una decena de pasos, es una de las actividades previas más seguidas. Pero hay decenas de actuaciones más que no precisan de tanto espacio por lo que se realizan por distintas calles, y que Prion suele seguir con algún pincho de ave robada desde lugares que les garantizan una buena visión y acceso a algunas bolsas despistadas cuyas monedas buscan nuevo dueño, pero hoy no. Hoy es alguien nuevo, tiene monedas para vivir tres vidas con comodidad, al menos esa es la sensación que tiene en el pecho.
Todo es perfecto hasta que, sin saber que lo motiva, en su cabeza aparece la imagen del día anterior, tiene a fuego gravado el salvaje rostro del hombre de las sombras diciéndole que busque al campeón o morirá. Pero el detalle de todo esto es que recuerda con más miedo el rostro de Ahri, perfecto en sus proporciones y bello como pocos ha visto, morena de tez oscura con el pelo largo y oscuro, ligeramente ondulado. Pero sobre todo sus ojos, verdes e intensos, cuando le miraron recuerda determinación en ellos, le iba a matar sin remisión.
Con un pequeño estremecimiento salta para encaramarse a un murete que le separa ya de la zona de acampada de los participantes. Le gusta la curiosa formula de Arekose para el tratamiento de los participantes, el campeón es campeón hasta el día antes de la apertura del torneo, en la que se ofrece su título a la ciudad de manera que durante seis días la ciudad está desvalida sin campeón y cada hombre de la ciudad considera que debe defenderla con su vida como campeones que son durante el torneo. Es una manera de dar protagonismo a todo el mundo e invita a participar en los distintos eventos, a la vez que cualquier persona está habilitada para hacer cumplir la ley, por ley.
La explanada exterior, así llaman al colosal recinto preparado para este evento, se encuentra repleto de tiendas de campaña colocadas de manera ordenada separadas por una distancia igual a cinco varas romanas en los lados y parte trasera, y diez varas en la parte delantera para facilitar el movimiento de carromatos entre ellas. Desde donde él se encuentra, una ligera elevación del terreno le permite ver gran parte de la explanada, maravillándose de los brillantes colores que visten cada tienda, así como de las banderolas que adornan los cortavientos de las tiendas, bailando al son que marca el viento mientras viaja por la explanada. Caballeros a pie y a caballo, acompañados de sus asistentes, guerreros que buscan donde beber portando temibles armas que amenazan a cualquiera que se cruce en su camino. Carretas que se encargan de aprovisionar los distintos puntos de venta de comida o enseres varios, y carretas acondicionadas de los distintos burdeles de la ciudad que sacan su “genero” a la calle para facilitar el acceso al mismo. Le llama la atención el descomunal tamaño que tiene este año el asentamiento, pudiendo haber doblado su tamaño con respecto al año anterior, ofreciendo la posibilidad de poder disfrutar de las libreas en los uniformes de compañías completas de soldados que las ciudades libres circundantes han enviado para mayor gloria del torneo y que se asientan en zonas correctamente delimitadas con las enormes banderas que los representan ondeando sobre ellas.
Este ambiente le hace sentirse cómodo por el anonimato que confiere y que le permite perderse entre la gente sin prácticamente ser visto, y en esta ocasión lo necesita más que nunca. Compra algo de comer al llegar a la explanada, algo recién cocinado en un puesto callejero y lo paga con parte de una de las monedas robadas la tarde anterior para sorpresa del tenedero que esperaba más la carrera del chaval al darle la caliente carne envuelta en hojas que la enorme moneda para la que casi no tiene cambio. Come mientras camina y trata de situarse dentro del recinto para comenzar la búsqueda, utilizando la muralla como referencia y una de las torres de vigilancia montadas para el evento, que sobresale por encima de las tiendas de campaña, comienza la búsqueda.
Ir mirando los distintos pendones que cuelgan sobre o delante de las tiendas se convierte en un juego y pone a prueba sus conocimientos del torneo. El león rampante sobre rojo de Ardogan Ashan, Tres soles de Moshain Elkhattabi, o las espadas cruzadas de la escuela de Tamir Arifat y su representante Hessain El-Huffet al que llaman El cruzado negro. Todos evocan en su mente grandes combates que les han coronado en las mentes de todos como auténticos héroes. Pero sin lugar a dudas el sitio de honor está guardado para la escuela de Alyoret y sus cinco campeonatos seguidos conquistando el campeonato, tres de ellos por su líder Alyoret que dicen este año vuelve al campeonato tras un año en el que no se ha presentado pero que gano su protegido, y actual espada elegida de Arekose, Hernon. El honor de ser espada elegida es el más alto que alguien que se quiera dedicar a la carrera militar en la zona puede aspirar ya que supone pasar a formar parte de la guardia de honor del señor de la ciudad y ser su mano derecha.
Con estos pensamientos llega a la zona reservada a la escuela de Alyoret que presenta a otros dos luchadores aparte de su líder, aunque no todos lucharan en la misma modalidad para evitar que se enfrenten entre ellos, siendo Alyoret el único que luchara en la de acero tradicional, luchas uno a uno con lo que se llaman armas tradicionales, espadas y hachas o martillos de guerra. Las armas exóticas como manguales, o tridentes y red tienen su espacio en otro apartado en el que prima más el espectáculo que el combate como expresión de supervivencia y que, aunque goza de la misma afluencia de espectadores, no suele contar con la brutalidad de los combates donde realmente se busca arrancar la vida al contrario o perder la propia.
Justo en ese momento la gente comienza a arremolinarse en una zona acotada cercana a donde él se encuentra y, llevado por la curiosidad, se acerca a ver que está ocurriendo para descubrir uno de los combates con armas exóticas. El recinto está cercado por una empalizada que le llega casi al cuello de maderos bastante recios al ser madera nueva casi cada año, sobre el que se sienta la gente y tapándole casi totalmente la visión al espectáculo. Dentro del recinto dos hombres separados por unos veinte pasos que se preparan para enfrentarse persiguiendo coronarse como los mejores de esta disciplina. Cuando la afluencia de público llena la empalizada, garantizando la recaudación del espectáculo, un juez vestido con ropas excesivamente dignas y coloridas para semejante evento y con la librea del señor Arekose anudada en el antebrazo derecho, da comienzo al combate entre iguales.
Uno de los contendientes utiliza como arma un mangual de guerra anudado al brazo derecho por una pesada brida circular de metal recubierta de gruesa piel, un arma excepcionalmente difícil de manejar dado que consta de una pesada bola de acero coronada con cinco púas de acero unida a una larga cadena, que permite al guerrero que la maneja, bien lanzarla con fuerza, o bien oscilar con ella creando un campo de defensa en torno suyo. El otro combatiente porta un extraño arma parecida a una enorme hacha, pero con hojas en ambos extremos del arma, cogiéndola de la parte central, como si no le pesara, se acerca al hombre de mangual. Prion, llevado por años de experiencia, encuentra un hueco entre dos grandes espaldas por el que saltar la baja empalizada y sentarse con tal velocidad y cuidado que cuando uno de los hombres se gira para mirar ya está posicionado como si llevara horas en el mismo lugar haciendo dudar al hombre que finalmente se calla sin saber muy bien si el chico acaba de llegar o ya estaba hay antes.
El combate dura unos diez minutos, más de lo habitual desde luego, durante los cuales ambos hombres parecen bailar una complicada coreografía donde sus pies acompañan el peligroso movimiento de sus temibles armas con precisión. Finalmente, el combate tiene un final doblemente inesperado con la victoria para el hombre del hacha doble, inesperado por dos tremendos impactos que debieran haber terminado con el dejando en su cuerpo muestra de las púas profundamente hundidas en ambos brazos y un corte profundo y seguramente doloroso en su pecho. E inesperado por cómo ha terminado el combate, solo hacía falta un golpe por parte de este para terminar el combate y así ha sido, dos operarios retiran cada uno una mitad del guerrero del mangual que, por lo menos, ha dado un precioso espectáculo con tan complicada arma de manejar.
Ahora que la gente comienza a retirarse Prion se da cuenta de que se ha quedado absorto en el combate y mira rápidamente en derredor por si se hubiera expuesto en exceso con el corazón palpitando con fuerza y maldiciendo su estupidez. Se retira de la empalizada y para encaminarse de nuevo a las cercanas tiendas de campaña de la escuela de Alyoret donde parece haber de nuevo movimiento.
Lo primero que ve, y le llama la atención, es un mangual de guerra manchado de sangre tirado entre las dos primeras tiendas que le recuerda el combate que acaba de presenciar. Pasando sobre el con cuidado de no pisarlo se cuela entre las dos tiendas para asomarse al pequeño patio que ha quedado entre las tiendas y donde varios hombres están sentados alrededor de lo que parece una mesa baja. Uno de ellos, el primero en percatarse de la presencia del muchacho, le observa mientras este accede al espacio entre las tiendas.
Hola chaval, ¿Qué buscas aquí? – Le pregunta con voz serena otro de los hombres del pequeño grupo que, aunque se encuentra de espaldas, le intimida por su poderosa complexión y una voz que esconde matices peligrosos. Parece haberse fijado en la parte cóncava de un escudo muy reluciente donde ahora Prion se ve reflejado, con su imagen ligeramente deformada por la forma cóncava del escudo y dándole a su interlocutor la posibilidad de saber a qué se enfrenta sin necesidad de girarse.
Me llamo Prion señor, y vengo en busca del campeón Alyoret. – Responde el chico con respeto y guardando la distancia del hombre que le ha dirigido la palabra, además de poder controlar con la vista a las dos personas que le acompañan junto a la pequeña hoguera apagada donde, según parece, estaban terminando de preparar algo frio de comer.
Ahora mismo no está, pero si te puedo ayudar yo. Soy Aarón, su segundo al mando. – Se gira sobre el pequeño taburete de tres patas de madera en el que descansa, para descubrir una cara amigable, casi no se corresponde con el descomunal cuerpo que acompaña una sonrisa que transmite tranquilidad. Un fina barba, rala y bien cuidada, de la que cuelgan dos trenzas a ambos lados del mentón, enmarca un rostro impropio de los rasgos de la zona. – ¿Qué necesitas de Alyoret? Si vienes a decirle que es tu padre, no eres el primero que lo sepas Jajajaja. – Dice con voz socarrona mientras los demás le acompañan coreando las risas socarronamente.
Prion no sabe muy bien cómo reaccionar y queda en silencio acompañando su gesto de una media sonrisa nerviosa sin saber muy bien que decir, mientras dejan de reír y vuelven cada uno a su tarea menos Aarón que le vuelve a mirar.
Venga, dime a que has venido. No tengo todo el día. – Insiste Aarón ahora si con cierta impaciencia.
Vengo a ponerme a servicio del señor Alyoret, y bajo su protección. – Le dice el muchacho tratando de transmitir un aplomo a sus palabras del que no dispone.
Entiendo, ¿Prion te llamas no? – se pregunta más a si mismo que al chaval – Alyoret no acepta aprendices que no pasen las pruebas de acceso de la hermandad, en breve se abrirán las puertas de la escuela del Acero para aceptar nuevos reclutas y tendrás una oportunidad si es tu deseo. En ocasiones alguien se empeña en vestir a sus hijos díscolos con nuestra librea a cualquier precio y se le permite que entre a formar para del servicio de alguno de nuestros caballeros independientes, pero esto seguramente será demasiado caro para ti.
Se acerca de nuevo uno de los hombres que estaban junto a la mesa con un escudo y una poderosa hombrera de metal que le ofrece a Aarón.
Te toca en breve Aarón, debes irte preparando. – Le dice el hombre mientras deja el equipo sobre la mesa.
Gracias Jalfrud. – responde Aarón
Coge la imponente hombrera y comienza a ponérsela con cuidado de que las protecciones interiores no se doblen entorpeciendo sus movimientos.
Ven Prion por favor, ayúdame un momento – Le dice al muchacho, al que ha pillad de improviso viéndose ya despedido, guiñándole un ojo cómplice. – Necesito me anudes la hombrera para que no se mueva de su sitio, demuéstrame que mereces que te lleve ante Alyoret.
Prion se acerca y ve cuatro cintas de cuero finas pero resistentes, ligeramente húmedas. Las sujeta y piensa en la manera de cruzarlas para asegurarlas de la manera más correcta posible. Comienza a anudarlas con destreza, gracias a unas manos agiles por años de entrenamiento, aunque el mismo se da cuenta que no tiene ni idea de cómo se hace, y sabe que lo está haciendo mal.
Mientras deshace los nudos para volver a empezar las dos placas inferiores se separan lo suficiente para dejarle ver un cuervo grabado entre ellas, de modo que solo ciertos movimientos que abran las placas permitirán que se vea el grabado. En ese momento Aarón mueve el hombro y parece que le va a decir algo, pero Prion se adelanta.
“Alas negras me traen a tu presencia, rogando formar parte de tu camada. Te ruego que me pruebes para demostrarte mi valía.” – Dice casi susurrando alejándose un par de pasos del hombre y agachando la cabeza.
La sorpresa se dibuja en la cara de Aarón que se gira despacio mientras Prion dice estas palabras.
¡Jalfrud, Yamal venid! – Grita con potente voz. Los dos hombres se giran y se acercan con rapidez ante la urgencia de la voz – Entrad con él en la tienda mayor y esperad sin quitarle ojo de encima. Solo si Alyoret o yo os lo decimos se os relevara de la vigilancia. No es prisionero, pero no lo perdáis de vista, que coma y se lave antes de que llegue Alyoret.
Entendido – Dicen casi al unísono.
Chaval, no sé qué has hecho pero tu vida ha cambiado para siempre. No salgas de la vigilancia de mis hombres, ya que será tu protección mientras llegue Alyoret, si les ocurre algo por no cumplir lo que te mando pasare a ser parte de tu problema. ¿lo entiendes?
Sí señor, me ha quedado claro. – Responde con un hilo de voz.
Me voy a mi combate, me daré prisa por volver lo antes posible. Tened cuidado hermanos, trae problemas con el aparentemente serios. – Se levanta tras decir esto y recoge un enorme escudo cuadrado, que descansa junto al reluciente donde se reflejó su imagen al pasar entre las tiendas, y una espada de corta hoja, pero aparentemente pesada.
Cuando sale de la tienda se gira un segundo para mirar a Prion y a los hombres que deja con él.
Prion ahora estas con amigos, no hagas nada que pueda dañarles. Se dignó de ganarte la confianza que han posado en ti. – La voz de Aarón resuena con eco al salir del casco cerrado que se ha embutido sobre la cabeza.
Uno de los hombres se acerca a Prion ofreciéndole un plato de cobre con algo de embutido y pan sobre él.
No, gracias. He comido algo viniendo hacia aquí. – Responde con gratitud Prion a la invitación.
De nada chaval. Si el jefe dice que te cuidemos, pues te cuidamos – Le responde el hombre llamado Yamal, un joven tipo con el pelo color arena enmarañado y aspecto jovial que le muestra una sonrisa sincera. – ¿Jalfrud tú quieres algo de comer antes de irte?
No Yamal, ya comeré luego donde voy. De todos modos, esperare a que vuelva Aarón para subir, tengo tiempo todavía. – Le guiña un ojo a su compañero mientras dice esto.
Cuanta desconfianza – Se ríe Yamal sentándose sobre un tronco cortado que hace las veces de taburete.
¿No se va por mí? Le juro que no pienso moverme de aquí tal como ha ordenado el señor Aarón. – Pregunta Prion a Yamal con curiosidad ya que, aunque Jalfrud con su largo pelo y las trenzas que lo recogen, es además enorme y poderoso, Yamal irradia peligro y elegancia en cada movimiento que realiza, a la vez que muestra mucha destreza jugando con un cuchillo mientras hablan y corta lonchas de embutido.
Jajajaja – Ríen ambos – No pequeño, aquí el peligro es él y sus exquisitos gustos. – Dice casi a voces Jalfrud poniendo al otro en evidencia, aunque finalmente acompaña las risas de su compañero. Prion no entiende bien de qué hablan, pero prefiere quedarse callado para no demostrar su ignorancia.
Durante un tiempo Prion escucha los lejanos gritos de los espectadores durante el siguiente combate, alentando a los luchadores a pelear hasta el último aliento, para terminar centrándose, sin darse cuenta, en el sonido de la piedra que Yamal pasa una y otra vez por el filo de una espada con una lenta cadencia buscando dotarle de un mordiente maximo. Finalmente, los gritos alcanzan el clímax para dar paso a un murmullo en el que posiblemente se comenten los pormenores del combate recién disfrutado.
Prion escucha varias voces que se acercan charlando a la entrada de la tienda donde el espera junto a los hombres de Aarón. Instantes después la lona de entrada es retirada para dar paso a un hombre de grandes proporciones. Al entrar se fija en Prion con interés para después mirar a los dos hombres que le acompañan.
Jalfrud, Yamal. – Dice por todo saludo
Hola hermano – Responde Yamal
Hola Alyoret, ¿Qué tal la visita? – saludo Jalfrud
Bien, todo preparado. – Responde sin dar mucha importancia y sirviéndose algo de vino en un vaso de barro. – Aarón ha terminado su combate y está limpiándose fuera, salir a ver si necesita ayuda, hay preparativos que terminar.
Ambos hombres asienten y salen de la tienda con premura, dejando las armas que estaban afilando en un pequeño armero semioculto tras una piel de la pared.
Bien Prion, soy Alyoret. – Estira una mano ofreciéndosela al muchacho, que la estrecha compungido ante la presencia del campeón frente a él. – Habla. – El tono imperativo de Alyoret pilla por sorpresa al muchacho que comienza a hablar sin pensar. No es solo su físico, grande y pesado, sino un aura demoledora que ha llenado la sala de autoridad cuando el hombre ha entrado en ella.
“Alas negras me traen a tu presencia, rogando formar parte de tu camada. Te ruego que me pruebes para demostrarte mi valía.” – Responde sin respirar y agachando la cabeza al terminar.
Es una antigua formula de petición de cobijo. ¿Quién te la ha enseñado? – Acompaña la pregunta con una tajada de queso que se lleva a la boca tras realizar la pregunta.
No sé su nombre señor, pero sé que debo seguir sus instrucciones. Es el hombre más grande que jamás allá visto antes, con un parche dorado y un hacha que no cabría en esta tienda. – Acompaña la descripción separando las manos arriba y abajo tratando de abarcar el tamaño del hacha sin levantarse en ningún momento.
La tajada de queso queda suspendida justo a la entrada de la boca de Alyoret, que la devuelve al plato lentamente.
Cuéntame con detalle cómo te llegó el mensaje. – Le pide Alyoret.
Si señor – Responde el chaval con premura – Ayer, durante el desfile inicial de los coraceros de Werescalot, robe un bolso a una mujer que desde el primer me demostró que me había equivocado. Corría más rápido que yo y me siguió saltando de tejado en tejado, creo que dejo que pensara que había escapado para que me relajara y buscara refugio. Y eso hice señor. – Balancea el peso de su cuerpo de una rodilla a otra lo que hace que Alyoret le indique con la mano una silla baja que se encuentra al lado del chico. – Entre en una de las casas seguras que conozco y me dispuse a abrir la bolsa que había robado. En ese instante apareció ella cayendo del cielo, sin hacer prácticamente ruido, y me miro con los ojos más fríos que jamás me he cruzado. Me dijo que tenía que matarme y entonces apareció un gigante de las sombras tras de mí y la echo de allí de un solo golpe de la enorme hacha…
¿Sin mediar palabra alguna? – Pregunta Alyoret
No señor, si hablaron antes del único golpe que duro el combate. El la llamo Ahri y se refirió a ella como una criminal que debía morir. - Responde El chico mirando esta vez a los ojos a su interlocutor – El golpe la desplazo lejos de la casa, aunque debió sobrevivir porque él, no sé cómo definirlo, hombre gigante quizás, me dijo que ella me perseguiría hasta encontrarme y darme muerte. Me ordeno que le buscara a usted y su gente con el mensaje que le he transmitido.
Alyoret se reclina un poco hacia atrás estirando los músculos de su espalda dándose cuenta que estaba en tensión escuchando la historia de Prion. Y medita unos instantes antes de dirigirse a él de nuevo.
Bien Prion, puedo acceder a tu petición de cobijo. Pero esta petición conlleva una pesada carga que antes debes, sopesar y aceptar. Nos entregaras tu vida, el resto de ella para ponerte en servicio a esta escuela y lo que representa. Debes ser obediente y acatar cada orden como un mandamiento fiel, que cumplirás sin rechistar. A cambio nosotros te ofrecemos formar parte de una hermandad, donde encontraras compañeros que morirán por ti si es necesario porque sabrán que tú lo harás por ellos.
Alyoret se levanta y se acerca a la salida de la tienda, para asomarse fuera apartando ligeramente la tela de la entrada. Frente a la tienda Aarón, Yamal y Jalfrud están esperando mientras charlan en torno a un barril sobre el que hay unas jarras de cerveza probablemente. Y junto a ellos ve a Luz, que refulge casi con un brillo propio, con sus blancos cabellos que le llegan apenas a tapar el cuello, reflejando la luz de un sol que parece ser cautivo de su belleza, siendo objeto de miradas furtivas, tanto de sus compañeros como de los hombres que pasan cerca.
Sal conmigo Prion, no es necesario que tomes la decisión ahora mismo – Dice Alyoret al chaval moviendo la mano, una mano que muestra los rigores de una vida de lucha en forma de callosidades y ligeramente deformadas por las mil armas que habrán pasado por ella, indicándole que le siga – Aquí veras que nos llamamos hermano para evitar grados que nos distingan ya que no existen.
¿Cómo debo dirigirme a vosotros? – Pregunta el muchacho que se nota que va cogiendo poco a poco confianza en su nueva situación.
La fórmula correcta será Señor de momento. Algún día quizás te ganes el derecho a ser uno de los nuestros y llamarte hermano.
Señor, una pregunta…- Duda un instante, pero la mirada de Alyoret le invita a continuar - ¿Conoce a alguien llamado Gunthar? – Pregunta son creerse lo que acaba de hacer al recordar donde a escuchado el nombre.
Una amplia sonrisa se dibuja en la cara del hombre mientras sus ojos atraviesan al muchacho evocando probablemente recuerdos lejanos.
Gunthar Darinia, filium de Maelius corazónquemado, y señor del fuego – El orgullo llena las palabras mientras las dice – Conocerle dices, quizás algún día sea posible, pero hoy no. Gunthar hace muchos años que desapareció, algunos dicen que murió, después de que alguien a quien amaba muriera a manos de un enemigo ancestral. Pero esa es una historia para ser contada en otro momento, ven conmigo, te gustara conocer a una persona. – Le empuja ligeramente hacia una mujer tan hermosa que casi siente que quiere abrazarla y llorar, de perfectas formas y un rostro bendecido por las glorias de todos los dioses. Sus ojos son de un azul tan claro que siente vértigos al mirarlos, pero sobre todo porque le recuerdan demasiado a unos ojos, aunque estos eran verdes, que le miraron con ansias de muerte.
Traser bosteza por enésima vez esperando en el tejado de un edificio de dos plantas cercano al torreón donde vive el profeta, el tipo en cuestión lleva varios días encerrado en su casa sin salir desde que el corazón le señalo. Cuando por fin consigue controlar su boca y cerrarla percibe que Puc se acerca por los callejones de detrás del edificio, así como la utilización de la Khanut durante un breve instante, tras el cual, el gigante de ébano aparece como si hubiera sido catapultado desde el suelo y cae con agilidad felina sobre el tejado sin despedir ningún sonido.
¿Alguna novedad? – Le entrega un envoltorio con comida y una pequeña pelleja con vino aguado.
Nada excepto el movimiento de los últimos días, trasiego de mensajeros y los dos hermanos que vienen a primero hora y salen al final del día. Como excepción su sirviente griego ha salido temprano y ha vuelto a medio día con abundante comida. – Cierra la frase con un enorme bocado a una hogaza de pan sin miga relleno de carne en largas lonchas impregnadas en la salsa oscura tan de moda ahora.
Puc asiente con la cabeza y se sienta a su lado, donde el reborde del tejado en forma de murete hace más difícil que sean vistos. El edificio donde vive el profeta es el antiguo torreón de vigía que ha sido absorbido por el resto de la ciudad. Desentona con el entorno por ser una edificación militar y no haberse preocupado su dueño en darle una apariencia más estética pintándola por fuera de blanco como el resto de las casas, haciendo que esta destaque por su color parduzco propio de la piedra arenosa con la que fue construida. El edificio es el más alto de esta parte de la ciudad y eso ha dificultado la vigilancia del sujeto, obligándoles a buscar un emplazamiento que nos les expusiera si se asomaban desde alguna de las ventanas superiores, e impidiendo que puedan controlar las dos entradas de la torre, la puerta de acceso peatonal y la salida de carruajes. Han dejado sin vigilar la salida de carruajes ya que, en caso de que la usaran, tendrían que pasar por debajo de ellos al ser esta la única calle con anchura suficiente para el paso de carromatos.
Nos vamos quedando sin opciones Hermano. – Habla Puc con gesto grave – El tiempo se acaba y no quisiera tener que entrar en la morada de un mago para capturarle.
No creo que tengamos muchas más opciones, mañana por la noche es la fecha límite para acabar con esto o empezar de nuevo. – Responde Traser.
¿Crees que no lo sé? Vamos a tratar de acercarnos y echar un vistazo a ver que están haciendo dentro de la casa. – Sentencia Puc levantándose y mirando si hay alguien en la calle que pueda verles. Al comprobar que la calle está vacía salta sin que aparentemente le preocupe la distancia hasta el suelo, donde llega sin aparente esfuerzo seguido de Traser.
Durante casi una hora reconocen el terreno que rodea la torre del mago, controlan la gente que queda en las calles aledañas, y desde que punto atacar el asalto a la vivienda con más posibilidades de éxito. Finalmente se reúnen de nuevo en la base de la torre al lado contrario del acceso peatonal y dejando a su derecha la entrada de anchas puertas por la que han introducido el carro cargado de suministros.
El tacto de la piedra es muy rugoso y con múltiples irregularidades que facilitaran el ascenso de los dos hombres que ya de por si no precisarían de esta ayuda. Antes de comenzar el ascenso, ambos hombres, invocan unas cortas pero potentes garras que les crecen a partir de sus propias uñas utilizando la impresión de dote del Felinarii que les recorre las manos dibujando las líneas que marcan los huesos que corren por debajo de la piel. Esta es una extraña variación de esta impresión de dote que usualmente otorga una agilidad extrema, que ellos sepan solo los lobos tienen acceso a esta capacidad extra del Felinarii.
El ascenso es relativamente rápido y la luna ilumina los tejados de la ciudad con un manto plateado cuando llegan a la azotea del edificio. Desde arriba tienen una fantástica panorámica de la ciudad que se percibe gracias a la luz de la luna llena que les baña en este momento. A lo lejos, más allá de las murallas, se pueden ver los miles de puntos luminosos que son las hogueras del ejercito conjunto del Califato que se dirige a batallar contra las tropas de Al-Saffah, trataran de interceptarles antes de que crucen el gran Zab.
La parte superior de la torre esta acondicionada con varios divanes y un par de mesas altas sobre las que descansan algunos volúmenes y mapas de astronomía por lo que aciertan a entender, parece que habitualmente utilizan este espacio para el estudio las estrellas. Con un rápido vistazo encuentran una entrada a la torre en forma de trampilla en el suelo, cerrada y sin tirador o nada que indique como abrirla. Utilizando una daga de hoja larga tratan de hacer palanca con suavidad para hacer el menor ruido posible, pero la puerta no cede por lo que encuentran una alternativa a esta asomándose por el borde de la azotea para encontrar algunas de las ventanas de la torre abiertas, tendrán que descolgarse desde el tejado.
Deciden entrar por la ventana más cercana al tejado, que se encuentra apenas a dos o tres metros, esperando que los inquilinos de la vivienda sigan trabajando en las plantas inferiores. Utilizando de nuevo sus extremidades potenciadas por la Khanut se descuelgan por la pared clavando las garras en la pared en aquellos puntos que no encuentran puntos de apoyo.
Llegan hasta la ventana y se asoman con cuidado al interior de la estancia a la que da acceso. Estanterías de madera repletas de libros y pergaminos enrollados visten las paredes, dejando el hueco justo para una cama correctamente hecha en este momento y sobre la que descansa una torre de ropa pulcramente doblada, la puerta de entrada a la sala y una sencilla chimenea apagada en este momento. En el centro de la estancia una enorme mesa redonda soporta el peso de más libros y pergaminos, así como una bandeja con una jarra de metal y un par de altas copas del mismo material.
Frente a ellos, delante de la ventana, un pequeño escritorio con cajones de diversos tamaños y repleto de documentos estorba su paso. Primero Puc se levanta sobre el alfeizar de la ventana encogiéndose para pasar por el arco de esta y tratando de no tocar el escritorio saltándolo con agilidad. Reconoce rápidamente la estancia y le hace una señal a Traser para que entre el también, que lo hace con gran dificultad debido al enorme tamaño de su cuerpo que apenas cabe por la cavidad de la ventana.
Una vez los dos dentro se dirigen hacia la puerta de entrada y esperan tratando de escuchar los sonidos que ocurren al otro lado, aunque solo el silencio llega hasta ellos.
Usa el corazón Puc, no me fio de estar en la casa de un mago sin Ahri.
Ya sabes que no lo manejo del todo, el fulgor que emite desde que llegamos a Damasco les avisara de que estamos aquí y entiendo que notara que sus poderes están bloqueados desde el mismo momento que la active. Es preferible esperar a localizarle para desplegar el poder de la daga, sino podría escapar antes de que le cojamos. – Responde Puc con cierta irritación. – A mí tampoco me hace gracia estar aquí sin ella, que coño estar aquí directamente me parece un error.
Con sumo cuidado Puc agarra el tirador de la puerta y tira hacia atrás despacio. Sorprendentemente la puerta cede con suavidad, y comienza a abrirse sin despedir ningún sonido dejando entrar una línea de luz que ilumina la cara de Puc mientras este mira tratando de ver que hay al otro lado. Puc acierta a ver un pasillo que parece terminar en unas escaleras que descienden contra una pared que se comba siguiendo el contorno circular del perímetro de la torre, tira con suavidad de la puerta para terminar de abrirla y poder así acceder al pasillo hasta que esta roza el suelo despidiendo un sonido desagradable apenas durante una milésima de segundo, pero lo justo para que el corazón de ambos bote como un loco en sus pechos.
Ambos hombres se encogen inconscientemente y se preparan para combatir de manera instintiva. Esperan atentamente pero ningún sonido llega hasta sus oídos, el silencio es total salvo por el crepitar las de las teas que iluminan el pasillo y la escalera. Puc sale al pasillo cuando recupera la seguridad sin abrir más la puerta para evitar que produzca más ruido con todos los sentidos alerta, a la izquierda el pasillo gira para continuar el ascenso al tejado por el que han venido, a la derecha ve, ahora con más claridad, la escalera que desciende y una puerta contigua a la que él ha salido que se encuentra abierta totalmente, dejando ver una austera habitación prácticamente vacía.
Puc señala a la izquierda a Traser mientras él llega al borde de la escalera y comienza a asomarse con cuidado. Traser sube un par de escalones para descubrir que el tramo de escaleras no es demasiado largo y termina en la trampilla del tejado, que está bloqueada por dentro con un pesado pasador de hierro. Se acerca a la barra y utiliza un pequeño saco que esconde en un morral semioculto de su muslo derecho, frota el paquete después de abrirlo contra el hierro extendiendo el contenido del mismo, una mezcla de sebos animales, por la barra lubricándola antes de abrirla y evitando así la mayor cantidad de ruido y fricción posible. Tira con cuidado del cierre hacia la izquierda, haciendo que corra con suavidad desbloqueando el acceso al tejado.
Deja la trampilla cerrada sin seguro y vuelve sobre sus pasos para alcanzar a Puc que le espera después de haber bajado la mitad del tramo inferior de escaleras. Una vez se reúnen en la escalera Puc le indica que monte las cuchillas de los antebrazos que él ya tiene puestas mostrándoselas a la altura de su cara, Traser extrae las suyas de unas fundas ocultas en la espalda, quitando las pequeñas cintas de cuero que las aseguran y permitiéndole sacarlas tirando hacia debajo de ellas. Las engancha rápidamente en los mecanismos que tiene en los brazales de cuero endurecido y sacude las manos suavemente para confirmar que se hallan quedado fijas.
Mientras que Traser termina de prepararse Puc continúa bajando la escalera pegando su cuerpo a la parte interior de esta para cubrir lo máximo posible su presencia. Nota que Traser ya se encuentra tras él por lo que se asoma con extrema precaución por el borde del muro para descubrir una enorme cocina que ocupa prácticamente toda la planta. Frente a él ve un hogar encendido con gruesos troncos consumiéndose entre las llamas, delante una gran mesa de madera gruesa, en la que podrían comer fácilmente diez personas y cuatro sillas juntas en uno de sus vértices, aunque solo una está ocupada. El Profeta parece estar dando cuenta de un enorme codillo con patatas asadas, aunque en este momento bebe de un sencillo vaso de barro que parece acaba de vaciar.
Deja el vaso sobre la mesa y utiliza un trapo pare limpiarse la boca, que después vuelve a doblar pulcramente antes de empujar ligeramente la silla hacia atrás y apuntar hacia ellos. Les mira y cruza una pierna sobre otra y pegando la espalda en la silla.
Pasar por favor, hace rato que os esperaba. – Les dice con voz serena. - ¿Quiénes sois y que queréis?
Puc se adelanta y con un gesto de la mano le indica a Traser que se quede oculto.
Respeto Profeta. – Agacha ligeramente la cabeza hacia el Profeta – Mi nombre es Pucupuyu, y vengo en nombre de los Renacidos de la Luz para ofrecerte participar de nuestra causa.
Bienvenido a mi casa Puc. Es curioso que muestres respeto después de entrar sin ser invitado, ¿Exactamente cuál es vuestra causa? ¿Por qué debo participar en ella? – Levanta una mano indicando a Puc que ya está suficientemente cerca.
Puc calcula que a la distancia que se encuentra apenas tardaría un parpadeo en llegar al profeta si acelerara con el Felinarii, por lo que sigue la indicación del dueño de la casa y se detiene en mitad de la cocina.
Tú eres el elegido por la Sinfonía para llevar el sagrado título de Profeta. Entre los muchos dones que te han sido otorgados hay uno que te pertenece a ti en exclusiva, el de modificar el tapiz o Mengubah Masa.
Bagum espera mientras Puc habla escuchándole con atención. Aunque ha tenido maestro y ha podido estudiar por su parte en algunos volúmenes que ha encontrado a lo largo del tiempo, sabe que la información que tiene es muy escasa.
Háblame de los Renacidos de la Luz Puc, has hablado de vuestra causa, ¿Es que hay otras? – Pregunta Bagum tratando de no demostrar demasiado interés.
Cuando la Sinfonía creo el mundo envió a sus hijos para que cuidaran de su creación. En total envió catorce de ellos que se dividieron las tareas de manera que cada uno sabía cuál era su cometido, y se reunían una vez al año para informar al resto de sus avances. Todo fue bien durante siglos, haciendo que la humanidad prosperar y creciera bajo la tutela de los Hijos de la Sinfonía. Pero uno de los hijos de la Sinfonía encontró algo que le corrompió, se llamaba Temohes. Temohes consiguió, mediante maniobras ocultas, convencer a algunos de los Hijos de la Luz de que algo fallaba en el proyecto y que debían seguirle para descubrir que es lo que estaba mal. – Bagum se da cuenta que Puc está contando un relato aprendido, parece que estuviera leyendo un libro de memoria.
¿Qué descubrieron que estaba mal? – Pregunta Bagum tratando de eliminar paja de la historia.
Nada, no había nada mal excepto que Temohes se había corrompido por algún poder oculto en la tierra. El problema fue que esta búsqueda termino en un ataque por parte de Temohes y sus seguidores en el lugar de la reunión anual. Trataron de eliminar a los hermanos que no habían accedido a seguirles aprovechando que estaban todos juntos y terminar así de golpe con ellos. Gracias a la rápida actuación de Astarte-Mandrad, que fue avisado por la madre Sinfonía, se pudo evitar esta maniobra y cuando los Caminantes de las sombras, como les llamaron a partir de ese momento, atacaron los demás estaban preparados. Durante el combate Temohes resulto muerto y el resto huyo para esconderse en los agujeros más profundos que pudieron encontrar. Desde entonces hay una lucha oculta al mundo para tratar de mantener el equilibrio.
¡Menuda historia! - se nota el escepticismo en la voz de Bagum. – ¿Y en que parte entro yo?
En la parte que los Hijos de la Sinfonía no pueden manipular el tapiz, solo mirarlo deseando cambiar de sitio las imágenes para adecuarlas a sus deseos. En la parte que solo una vasija porta la habilidad de modificar lo que sucederá a la vez, en la parte que si el Profeta es arrastrado a la facción equivocada pueden ocurrir cosas catastróficas. – Puc va elevando el tono sin darse cuenta de ello hasta el final, cuando ve que se ha acercado un par de pasos hacia Bagum inconscientemente y este ha descruzado las piernas y adoptado una posición más firme en su asiento.
Bagum se levanta empujando la silla hacia atrás un par de metros y colocando las manos en una posición que debiera desencajar los huesos de sus muñecas, choca ambas muñecas poniendo las palmas de las manos en direcciones opuestas. Por un momento el silencio vuelve a reinar en la sala, para, instantes después, tronar cuando una ola de poder se origina en las manos del Profeta empujando a Puc como si fuera un muñeco contra la escalera por la que ha llegado dejándole tirado en el suelo por la fuerza del impacto.
Puc se revuelve tratando de levantarse, y quedando en cuquillas mirando al profeta que deja caer los brazos a ambos lados de su cuerpo.
Yo soy el Profeta de la Sinfonía, y me debéis respeto. Ya has presentado tus argumentos ante mí, ahora vete y dile a tu gente que estaré prevenido cuando los caminantes de las sombras me contacten. – Le dice Bagum en tono autoritario, un férreo tono que no admite contestación.
Lo siento, pero eso no es posible. Una vez el poder ha recaído sobre el profeta llega manchado del pecado de los exiliados, y debe ser limpiado con el elixir. Si no bebes el elixir antes de que pase esta luna tu poder se ira corrompiendo y te alejaras de la luz irremisiblemente. – Contesta Puc levantándose y activando hasta la última de sus Impresiones de Dote.
¿De verdad quieres esto Pucupuyu? – Pregunta el Profeta con los labios muy juntos, terminando en una sonrisa aterradora.
Como toda respuesta el gigante de ébano se lanza a una velocidad sobrehumana con las cuchillas preparadas para ensartar al Profeta. A la vez que comienza la salvaje carga, tras él, Traser, que también ha activado sus dotes, sale a gran velocidad rodeando la mesa para tratar de atacar por el flanco del Profeta.
Bagum vuelve a unir sus manos, pero en esta ocasión con una palmada horizontal. En el mismo instante que sus manos chocan el aire se condensa convirtiendo el avance de los lobos en un ejercicio de esfuerzo físico increíble, haciendo que parezca que corren debajo del agua. Con un rápido movimiento de su mano izquierda, mano que se encuentra en la parte superior al dar la palmada, la levanta manteniendo el dorso hacia arriba eleva el cuerpo de Traser hacia el techo con un golpe brutal. El sonido de huesos rotos llega hasta los oídos de Puc que no puede hacer nada sino girar la cabeza para ver como su compañero cae rápidamente al suelo cuando el profeta vuelve a chocar las palmas de sus manos, para después salir despedido hacia las llamas del fuego empujado por un nuevo movimiento de la mano izquierda de Bagum.
¡Traser!!!- Es lo único que alcanza a gritar Puc mientras su compañero cae en una chimenea que de pronto se convierte en un infierno de llamas al caer su hermano dentro.
Bagum vuelve a juntar las manos y se centra en Puc que se ha quedado petrificado al ver como su compañero ha sido lanzado como un muñeco a la chimenea de la que sale una enorme llamarada que no es capaz de contener.
<< Habéis venido sin preparar nada. Debéis estar muy desesperados. >> La mente de Bagum piensa esto mientras armoniza con la fuente de la Sinfonía canalizando más poder.
El profeta esta frente a Puc, quien gira la cabeza para mirarle y le muestra en una enorme sonrisa que descoloca a Bagum. El lobo se lleva la mano a la espalda de dónde coge el paquete con el corazón sacándolo de la funda rápidamente.
Bagum percibe el corazón antes de verlo, poder en estado puro, la daga de cristal de roca refulge con un resplandor azul hielo que parece apagar la luz procedente del hogar, Puc prepara una posición de ataque con la daga delante de su cuerpo con el brazo extendido. Como si cortara un velo invisible, la daga rompe la concentración de poder que le rodea impidiéndole avanzar.
Bagum inspira y se concentra de nuevo en su Khanut después de haberse permitido un momento de duda al ver el artefacto que porta su agresor.
<< ¿Que es esa arma? ¡Noto como absorbe la Khanut que he liberado! >>
Estas a tiempo de terminar con esto e irte. – Dice Bagum
Deberías haber sido coherente Profeta. Nuestras intenciones eran totalmente pacíficas.
¿Por eso entráis por la ventana? Y sino quiero tomar ese elixir que dices, ¿Qué pasaría? – Responde el profeta
No es una opción, lo que no caminan en la senda de la luz son enemigos de esta. Deben morir, pero hay muchas sendas para llegar al descanso y la tuya se está convirtiendo en una muy larga por momentos. – La amenaza es clara, y los ojos de Puc no muestran vacilación alguna.
Que así sea entonces. – La respuesta de Bagum viene acompañada de una liberación de poder considerable. En el momento que Bagum libera la Khanut todo parece volverse loco a su alrededor.
El poder, liberado por la daga de cristal, comienza a correr libre por todas partes, Bagum lanza un nuevo ataque que busca comprimir de nuevo el aire en torno a su agresor, pero Puc utiliza de nuevo el poder contenido en los tatuajes de combate que tiñen su piel y mantiene la daga delante de el para tratar de protegerse del Profeta mientras comienza a avanzar en un último intento de alcanzarle. De las llamas emerge el compañero de Puc rodando y cayendo al suelo como si fuera un fardo, sin apenas quemaduras, pero con varios huesos rotos que le duelen como un demonio, gritando de dolor mientras cae, llenando el aire de vde entrada a la casa, que se encuentra en el lateral de la cocina entre Bagum y Puc, se abre empujada por una tremenda fuerza invisible.
Por la arcada de la puerta aparecen tres oscuras y fugaces figuras que entran con paso rápido en la sala, interponiéndose entre los contendientes y dándole la espalda a Bagum. Ropajes negros les cubren, creados casi en su totalidad por vendas negras que se enrollan en torno a ellos cubriéndoles el cuerpo y parte de la cara, dejando solo entrever los ojos y parte de sus frentes manchadas de algún tipo de grasa oscura.
Detente Lobo – Dice la figura central con voz dura pero femenina. – El profeta se encuentra bajo nuestra protección. – En las manos de los embozados unos cortos cuchillos esperan el momento de entrar en acción.
Puc se queda quieto, visiblemente desconcertado, y retrocede un par de pasos ante la nueva amenaza. Mira con de reojo hacia Traser que se está incorporando con evidentes signos de dolor y llevándose las manos a las costillas rotas en la parte trasera del torso.
Si sabéis quienes somos, sabéis a quien servimos. – Dice Puc guardando la daga en su espalda. Y ofreciéndose para ayudar a Traser, que ha conseguido avanzar hacia él, quien niega necesitarla con un movimiento de la mano derecha.
No es personal Lobo, hace tiempo que trabajamos con el Notario y tiene un acuerdo con nosotros. Cuenta con nuestra protección hasta el final del contrato. – Responde de nuevo el personaje situado en el centro de la formación. – Coge a tu compañero y vete, no hay nada para vosotros aquí.
Tenemos una labor imperativa que cumplir. Ahri no estará contenta con esto. - Puc trata de hablar, pero la portavoz del grupo oscuro vuelve a hablar.
Sabemos todo lo que hay que saber Puc, iros de aquí, iros de la ciudad. Noctae reclamamos al Profeta y Damasco, iros con vuestra líder a Sidón que parece que os va a necesitar. – El tono socarrón de esta última frase indica algo que pone en alerta a Puc.
Puc y Traser pasan por delante de los miembros de Noctae y salen por la arcada abierta en la cocina, siendo bañados de inmediato por la luz de luna que tiene cierto efecto relajante sobre ellos. Una vez fuera perciben más que ver como algunas formas, posiblemente más miembros de Noctae, les observan unos instantes antes de buscar sombras en las que desaparecer.
¡Hijos de perra!, ¿Qué hacemos Puc? Ahri me preocupa, pero Alastor...como llegue esto a sus oídos estamos más que jodidos. – La voz de Traser denota que está realizando un enorme esfuerzo para controlar el dolor, a la par que sus pulmones silban con fuerza con cada respiración del hombre.
Esto ha sido inesperado, pero contamos con otro día para llevar a cabo la misión encomendada. Dejemos que ellos se salgan con la suya y esperemos el momento, además los hermanos colmillo vienen hacia aquí, su refuerzo nos vendrá bien si al final tenemos gresca con Noctae. – Responde Puc
Estás loco Puc. He contado seis miembros de Noctae, sin contar que su líder no andara lejos, nosotros hemos perdido a Blame y a Forsac y Ahri está en Sidón. – El aplomo le abandona un instante en el cual pierde pie y está a punto de caer al suelo. Gracias a la ayuda de Puc consigue recuperar el equilibrio, pero el esfuerzo hace que una de las costillas se clave un poco más, haciendo imposible contener un pequeño grito de dolor. - Los hermanos, si corren mucho, llegaran mañana por la noche con suerte.
Debes tener paciencia hermano. Noctae está en nuestro bando, pero tiene sus propios intereses, y hay que leer entre líneas. Ha dicho que el Profeta está bajo su protección mientras cumple un contrato con ellos. La frase en si misma nos indica que esperemos, deben estar cerca de algo y después será nuestro turno. Lo único imprescindible es que el Profeta tome el elixir mañana durante la noche, antes de que salga de nuevo el sol, después podemos esperar para llevarlo ante Alastor-Mandrad. – Extrañamente Puc sonríe mientras dice esto.
Los tres hombres de oscuros ropajes revisan la casa confirmando que se encuentra vacía. Mientras, el profeta espera tomando una taza de té en la cocina donde se acaba de enfrentar a los lobos. Una vez terminada la revisión Los hombres se reúnen en la cocina de nuevo y se dirigen a Bagum.
La casa está limpia, solo eran ellos dos. – Dice uno de los hombres que forman parte de los tres que acudieron en su rescate.
Gracias Asófet, ¿Qué es la daga que saco el tal Puc? Note como absorbía el poder que liberaba casi más rápido de lo que podía canalizar. – Pregunta Bagum sin dirigirse a ninguno de los tres personajes en concreto mirando el fondo de su taza como si leyera el destino en ellas.
Lo llaman El Corazón, ese artefacto es propiedad de Ahri de los Lobos. Es muy extraño que se halla separado de él. – Responde Asófet – No sé mucho más de él, de echo es la primera vez que lo vemos.
Entiendo, gracias por la ayuda. – Bagum no precisa de ayuda para darse cuenta que le oculta información – Mañana será un día largo, creo que voy a descansar. – Les señala con la taza la salida.
Si Profeta, mañana es el día, estaremos atentos por si necesitas ayuda. No creo que los Lobos se acercan más a ti. – Le señala el mismo hombre, mientras los otros dos guardan silencio, como siempre.
Estoy seguro que no lo harán… ¿hasta terminar nuestro contrato al menos no? – La puntualización de Bagum arranca un destello en los ojos de Asófet, casi puede verle sonreís a través de la venda que le tapa la boca.
Al menos …- Responde con cierta sorna el oscuro personaje.
Ahri sale del trance en el que se encuentra sumida, está en una de las habitaciones del rihat, esta vez no quería exponerse a que nadie pudiera verla, ni siquiera sus hermanos Lobo. El espeso humo del incienso milenario que ha utilizado, unido al de las velas de sebo hace que los ojos le lloren y le pique la nariz al respirar.
Se levanta del suelo donde ha yacido durante horas, desde que llegara a la morada después de su encuentro con Bulfasor. Está completamente desnuda, solo cubierta por las decenas de símbolos que ha grabado con los bastones de incienso sobre los que tiene tatuados. En algunas partes el incienso estaba todavía caliente y más que pintar con ceniza le ha causado dolorosas quemaduras.
<< ¿Qué haces aquí Bulfasor? Te has arriesgado mucho manifestándote ante mí.>>
Los pensamientos acuden ahora a su cabeza en orden, la meditación la ha ayudado a calmarse y poder controlar el flujo de su cabeza de nuevo. Hacía mucho tiempo que no perdía el control, y esto la hace sentirse vulnerable.
<< Supongo que el olvidar ponerme el colgante después de la invocación en la escuela de Alyoret ha facilitado que me localizaras, pero ¿tan rápido? Solo puede significar que ya estabas en la ciudad Bulfasor. >> - Le habla a un enemigo que no puede oírla - << Debo tener cuidado invocando la Khanut, ahora soy visible mientras recupero el colgante>>
Sale de la habitación, que da al patio central, donde la fuente y las enormes plantan que la pueblan dan una fantástica sensación de frescor y limpieza. Sin detenerse se dirige a la fuente central, introduciéndose en ella, para luego tumbarse y dejar así que el agua empape su cuerpo. Por unos instantes se deja flotar, antes de hundirse completamente en ella hundiendo la cabeza también.
Deja escapar pequeñas burbujas de aire, mientras cierra los ojos y se encierra en su interior de nuevo. Poco a poco nota como la falta de aire empieza a quemarle los pulmones, espera hasta que el dolor es insoportable para emerger con fuerza inspirando con fuerza y emitiendo un sonido bronco y grave.
Permanece un poco sentada abrazándose las rodillas mientras su cabeza viaja a toda velocidad recorriendo los recuerdos del día anterior y analizando cada suceso. Cuando el plan de acción queda conformado en su cabeza se levanta y se dirige de nuevo a la habitación de la que ha salido poniéndose de camino un vaporoso camisón de color ámbar, que apenas esconde su atlética complexión y la tez cobriza de su piel, recogiéndose el pelo con un broche de oro y esmeraldas engarzadas. Una vez dentro de la habitación abre unas pesadas ventanas de madera tirando de ellas y dejando entrar la luz del sol a raudales.
Rápidamente el aire de la estancia empieza a renovarse, disipándose los rancios olores que han generado las velas y el incienso combinados cuando una agradable racha de fresco viento corre por la estancia jugando con un revoltoso mechón de pelo suelto de Ahri y con el dosel de la gran cama que corona la habitación. Desde donde esta Ahri contempla una pequeña panorámica de la zona noble de Sidón, coronada por el palacio de Arekose que despunta por encima de las grandes mansiones que se interponen entre la casa de Ahri y este, sobre el cual se puede ver la fastuosa aguja del descanso del águila.
Como si despertara de una ensoñación suspira y se gira para dirigirse a los pies de la cama, donde descansa un gran arcón de madera de abedul con refuerzos de hierro. Dentro encuentra dos montones de ropa doblada sobre los que descansa una larga espada de doble filo dentro de una funda de piel y refuerzos dorados. Casi la totalidad de la funda está grabada con símbolos de un idioma hace tiempo olvidado, que cuenta la historia de cómo se forjo el arma a partir de una traición que termino en asesinato, y que reveló así la oscuridad escondida en los corazones entre hermanos. Ahri se conoce perfectamente la historia, no necesita leerla.
Se cambia de ropa, poniéndose un traje cómodo y ajustado que le ofrece libertad de movimiento. La ropa está preparada para albergar un arsenal de cuchillos que ella alimenta con rapidez, seleccionando cuidadosamente una a una las distintas hojas que piensa necesitara. Por ultimo coge una nueva bolsa de monedas que sustituya la perdida el día anterior y se cuelga la espada de la espalda cruzándola de modo que la cruceta sobresalga por encima de un hombro derecho.
Cuando sale del rihat su semblante muestra una sólida determinación, que queda patente al dar estrictas ordenes al servicio de la casa. Una vez fuera decide no utilizar montura, por lo que el joven encargado de los caballos que la esperaba fuera se despide con cortesía llevando de nuevo el negro corcel que tenía preparado a las caballerizas.
Se dirige hacia la avenida central, donde el trasiego de calesas es constante, intercalado con el de carromatos de suministros para la zona que parece no cesar nunca. Al llegar a la avenida tuerce dirigiéndose hacia el palacio, para desde allí entrar por la parte trasera a la zona de torneo y evitar así las aglomeraciones que se suelen formar en las distintas entradas al recinto desde la ciudad.
Ahri llega a los jardines del palacio, ante los cuales decenas de calesas esperan a los representantes de otras ciudades que han venido a presentar sus respetos ante Arekose en el día que el torneo da comienzo, en lo que debe ser una enorme celebración en la residencia del señor de Sidón.
En ese momento la gente comienza a salir en gran número por la puerta principal del palacio, creando dos columnas ambos lados de la salida. Cuando ambas columnas quedan conformadas con los invitados a la fiesta comienzan a pasar entre ellos, por el pasillo que han creado, unos sirvientes que van sembrando el suelo de pétalos de flores multicolores, y tiras de seda de colores vivos. Tras ellos aparecen, en formación de a dos, el Señor Arekose y su esposa seguidos de múltiples personalidades de Sidón.
El corazón de Ahri se detiene, como si hubiera recibido un mazazo, al ver la pareja que sigue al señor Arekose. Una preciosa mujer de pelo blanco liso cogido en una cola de caballo por un broche de amatista, con un vestido largo azul claro bañado de pedrería que refleja el sol en millares de destellos, a su lado y sujetando su mano izquierda un alto hombre, fornido y con pelo largo oscuro cogido en decenas de trenzas coronadas con pequeñas cuchillas relucientes.
¡Tu…! - Consigue decir antes de recordar que debía respirar – Buscándote tanto tiempo y estabas a mi lado. – Lo dice para si en un tono demasiado alto que hace que un par de ancianas mujeres se giren para mirarla.
¿Está bien Joven?, Se ha quedado pálida – Le dice una a la otra.
¿Has desayunado? – Responde la otra con aparente interés.
¿Quién es el hombre que sigue al Gobernador? El que acompañaba a la mujer de azul. – Les pregunta con tono imperioso después de recuperarse del shock original. Ambas mujeres se sobresaltan por el cambio de actitud y responden rápidamente para darse la vuelta y continuar mirando el desfile.
Es Alyoret Orishe, es el campeón. – Responden al unísono.
Cuando el señor Arekose sube a un suntuoso carro se gira para saludar con la mano mientras el carro arranca dejando que avance el siguiente para que el campeón de Sidón se suba a él, cediendo el paso a la preciosa mujer que le acompaña.
Ahri sigue con la mirada como la mujer accede con algo de ayuda al carromato debido al largo vestido que lleva, mientras el hombre que la acompaña sonríe con sinceridad cada movimiento o frase de turno que ella le dice. En un momento dado el hombre levanta la cabeza y se fija en el público, como si buscara a alguien con la mirada. Ahri rápidamente oculta su Khanut mediante un sencillo ritual y trata de no ser visible utilizando la masa de gente que les separa para ello.
Finalmente, Alyoret sube al carro con la mujer, a la que susurra algo al oído que la hace reír. Aunque no la escucha, Ahri sabe que su risa suena como una cascada de campanillas, la recuerda con nitidez, y odia más aun al hombre por todo lo que ocurrió y que desemboco en la separación de ambas mujeres.
<< Tanto tiempo buscándote y estabas aquí, cerca mía. Siento que se acerca el momento de terminar lo que empezamos cariño >> - Los pensamientos le arrancan una sonrisa que dibuja una siniestra mueca en su cara. << Descanso del águila, la puerta del ojo del cuervo…todo apuntaba a esta ciudad, pero estaba ciega buscándote en lugar de seguir las pistas que tenía delante.>>
Con paso decidido se aparta de la gente y comienza a rodear el palacio, hasta llegar a la puerta lateral redonda y negra que llaman el ojo del cuervo. Cuando se encuentra frente a ella se fija en los grabados de la puerta con atención, descifrando cada uno de ellos con facilidad, ya que la mayoría de estos grabados están también en sus recuerdos. Todos menos el último, el pequeño detalle de la parte inferior derecha que representa una incineración, aunque no se cuenta entre sus recuerdos, si sabe a qué momento se refiere y cierta pena le llena el corazón.
Shalafi – Esta palabra escapa de sus labios mientras toca la pira funeraria.
Justo en ese momento la puerta comienza a abrirse, Ahri se incorpora para apartarse y continuar su camino cuando, ante ella, aparece en el umbral de la puerta el hombre atractivo de la escuela de Alyoret. Este, con gesto confundido, la mira antes de dirigirse a ella.
Hola, ¿puedo ayudarla en algo? – Le pregunta a Ahri.
Espero que sí, ¿señor? – Responde ella preguntando.
Hernon, puede llamarme Hernon.
Gracias Hernon, creo que si vas a poder ayudarme – Le responde ella mientras una sonrisa se dibuja siniestra en sus labios.