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Capitulo V completo


CAPITULO V

El público brama en la arena central, parece que los tres días que llevan de fiestas y sangre no han diluido en absoluto su deseo de ver luchar por su vida a hombres y animales por igual. El recinto está lleno a rebosar, incluso las puertas no han podido cerrarse debido a la tremenda afluencia de gente que no quiere perderse el primer combate de la serie final, el primer combate del que todos consideran campeón de Sidón, aunque no participara el año anterior, Alyoret Orise.

Bajo las gradas, el ambiente está mucho más cargado y Prion comienza a dudar que haya sido buena idea meterse allí abajo para contemplar el combate a escondidas. Para coger sitio en las gradas la gente a madrugado mucho y llevan horas sentados no levantándose para no perder el sitio, por lo que se alivian usando un largo bastón contra el que orinan cayendo el fluido directamente en el suelo que rodea al muchacho generando un auténtico lago inmundo que conforme el día avanza y la temperatura sube se vuelve incluso peligroso por los efluvios que despide.

Finalmente encuentra un lugar seguro en el que guarecerse bajo las escaleras de acceso, donde la empalizada que rodea la arena tiene unos agujeros en forma de rombo, que deben usarse como guía para el montaje del recinto. Sobre él una plataforma sustenta los escalones de acceso y una de las zonas reservadas a gente importante o que pueden pagar el precio del asiento aquí.

Cuando el griterío parece que se calma un poco en espera de que los contendientes comiencen a desfilar delante de la gente, una vaharada de gente ha conseguido colarse en los bajos del improvisado coliseo igual que Prion y comienzan a tomar corriendo posiciones, buscando como el, zonas libres de “lluvia”. Un grupo de chavales de una edad parecida a la de Prion llegan hasta su zona y comienzan a apiñarse en torno suyo, empujándole en todas direcciones. Entre ellos hay uno de los chicos que casi dobla en estatura a los demás, el cual parece ser el líder del grupo, que se fija en Prion y le hace una señal con la cabeza para que se aparte y tomar el así su lugar, pero Prion no se mueve.

  • Apártate de mi sitio, piojoso. – Le dice con una voz en pleno proceso de cambio por la pubertad que le resta efectividad a la amenaza.

  • No, he llegado el primero. – Se planta Prion con gesto firme.

  • ¡He dicho que te apartes! – Grita de nuevo con su fluctuante voz, que haría mucha gracia si no fuera por el brillo de ira en el fondo de sus ojos. – ¡Te vas a enterar piojoso! – Se acerca con rabia hacia Prion.

Prion no se achanta en absoluto, y casi sin pensar su mano busca bajo la camisola donde el cuchillo que encontró en la bandolera robada espera infundiéndole confianza. Lo desenfunda rápidamente y lo coloca ocultándolo con el antebrazo, de manera que el cabecilla del grupo de chavales no lo ve.

; Tranquilo Prion, espérale, deja que se él el que ataque y aprovecha su movimiento. – Estas palabras resuenan en su cabeza inesperadamente, pero por alguna razón en lugar de sobresaltarle una profunda calma le invade.

  • ¡PIOJOSOOOOO! – Grita el chico levantando su puño derecho con la clara intención de enseñarle a Prion el camino de salida.

Prion se mueve ligeramente hacia un lado con un corto paso, a la vez que dobla su cuerpo y lo gira para apartarlo de la trayectoria del puño. Casi al mismo tiempo levanta la mano del puñal, pero en lugar de utilizar el arma traza una parábola con el brazo para incrustar su puño en las costillas del agresor. Justo en el momento del impacto nota como el aire se condensa en torno a su puño, a su brazo, en torno a el completamente.

El golpe es brutal, como si diez hombres hubieran empujado su brazo, su puño impacta en las costillas del chico que al principio ceden doblándose para acabar partiéndose como si de un puñado de finas cañas secadas al sol se trataran. El golpe impulsa al desgraciado contra el panel de recia madera surcada de rombos y, lejos de detenerle, el panel se parte ante el impacto volando un par de metros antes de caer, cuerpo y astillas, en la arena, haciendo que el público se levante sobresaltado a ver lo que ocurre.

Prion se queda mirándose la mano primero, y después el cuerpo del chico inerte en el suelo. Tarda unos segundos en darse cuenta que durante el impacto ha hecho que se clave un par de centímetros el cuchillo en el antebrazo, dejando escapar una fina cortina de sangre carmesí por su camisola. Cuando vuelve a mirar hacia la arena el cuerpo del chico sigue en el mismo lugar, pero ahora se da cuenta que, tras él, a unos veinte metros hay dos figuras en pie que le miran directamente. Parece que el golpea coincidido con la presentación de los contendientes, por lo que el cuerpo del chaval ha caído frente a los luchadores.

Cuando sus ojos se cruzan con los de Alyoret sabe que está en un buen lio.

Alyoret ha percibido el golpe de poder antes de que ocurriera, por un momento no ha sabido localizarlo debido a la enorme cantidad de gente coreando máximas de sangre, pero al estallar la pared y aparecer el cuerpo volando, la trayectoria del chorro de energía ha quedado patente. De manera automática ha levantado ligeramente el escudo para cubrirse son el, aunque serviría de poco contra la canalización de Khanut. El polvo de la arena se ha mezclado con el de madera pulverizada por la liberación de poder, haciendo imposible ver al responsable durante unos segundas, hasta que una vaharada de aire lo arrastra y los ojos de Alyoret se cruzan con los del chico, su nuevo protegido.

De manera natural, sin Alyoret esperarlo por lo que se da un pequeño sobresalto, el tapiz se presenta como una imagen superpuesta junto con la imagen general de las gradas repletas de gente que ahora sea quedado en silencio, mirando con cierto desconcierto el cuerpo aparentemente inerte del chico sobre la arena. Sobre el tapiz, Alyoret ve, un camino dorado, luminoso, que completa una parte que no pudieron percibir en el último ritual que realizaron para ver el tapiz, la única forma que ha tenido para acceder a él en mucho tiempo. El camino que ve marcado conduce a Prion hasta una estrella en el desierto, algo que fue y será pero que aún debe nacer, el paso de Prion por la estrella hará que esta refulja con más fuerza de la que nunca tuvo, pero algo en el tapiz del tiempo le indica que no todo serán mieles. Hay oscuridad en el camino de su joven aprendiz, antes la percibió mientras hablaban en la tienda cuando se conocieron, pero ahora tiene la certeza que esta hay. Algo le espera en su camino y Prion tendrá que tomar importantes decisiones en algún momento. Este fugaz instante da paso a una profunda sorpresa en Alyoret, para convertirse estupor.

<< El Tapiz, el tapiz ante mí. ¡Cómo es posible!>> - Su gesto de sorpresa no pasa desapercibido para Prion que solo puede pensar en la que le va a caer.

Tras unos segundos parece que el griterío de la gente comienza a recobrar fuerzas e indican a Alyoret que debe concentrarse de nuevo en el combate que está a punto de comenzar. Un par de hombres retiran el descompuesto cuerpo de chico de la arena y se lo llevan precisamente por el agujero del que ha salido, en el cual Prion sigue mirando a Alyoret sin nadie alrededor ahora que todos han pensado que quizás la posición no sea la más idónea. Cuando se aparta para dejar pasar a los operarios con el cuerpo inconsciente del chico se fija que de su cuello pende el colgante y lo guarda inmediatamente para que nadie lo vea y trate de robárselo, de nuevo lo lleva puesto sin recordar haberlo hecho.

La potente voz de Arekose se levanta sobre todas las demás, haciendo que el improvisado coliseo quede en silencio, y que varios cientos de ojos se giren hacia él.

  • ¡Bienvenidos todos a los juegos de Sidón! – Su voz resuena en todo el recinto, aunque el parece no hacer un gran esfuerzo para ello. – Hemos vivido ya varios días de combates que han servido para llegar a las series finales, donde solo los mejores aceros del mundo se enfrentarán por conquistar el trofeo de ¡CAMPEON DE SIDÓN!

El griterío se vuelve ensordecedor, mientras la gente grita CAMPEON DE SIDON a los contendientes de la arena que giran varias veces saludando a la multitud, para terminar haciendo una pequeña reverencia al Gobernador y la gente que le acompaña, entre los que se encuentra Luz que ilumina con su presencia el palco.

  • Ante vosotros traigo un combate sin par, el campeón más laureado de Sidón, ¡Alyoret Orise! – Espera unos segundos para dejar que la gente alabe al campeón con gritos de júbilo, mientras decenas de flores caen al recinto en señal de respeto hacia este. – Y contra el luchara un recién llegado que se ha ganado el derecho a la arena principal con argumentos y sangre, ¡Almahan Ben Saffah¡— De nuevo la gente prorrumpe en gritos ansiosos ya por que empiece la lucha. – Suerte a los dos contendientes y que los dioses guíen vuestras manos para dar un espectáculo digno.

Acto seguido dirige una mano plagada de anillos de oro, con la palma hacia arriba que Luz coge con suavidad y deja que le guie delante de él, al borde de la palestra. Con una sonrisa dirigida, primero a Alyoret, y después al público levanta el brazo izquierdo donde tiene sujeto un paño de suave seda del mismo color que su vestido que deja caer con suavidad.

  • Suerte a los dos contendientes y que los dioses guíen vuestras manos para dar un espectáculo digno. — Dice mientras el paño viaja hasta alcanzar el suelo.

Apenas el pañuelo toca el suelo Almahan se arroja con velocidad sobre Alyoret con una estocada buscando el hombro izquierdo de su contrincante, aprovechando que este tiene aún la guardia baja y el escudo ligeramente descolgado. El acero silva volando hacia su objetivo con certera puntería, pero un rápido movimiento combando ligeramente la espalda hacia atrás interpone el escudo haciendo que la espada se eleve pasando por encima del hombro y muy cerca de la oreja de Alyoret.

Alyoret no aprovecha la defensa abierta y deja que Almahan se coloque de nuevo en posición de defensa, mientras lo hace gira en torno a él fijándose en sus movimientos. Almahan viste unas ropas de tonos ocres, ligeramente sueltas, que le cubren totalmente, incluyendo un turbante que le tapa la cara, dejando tan solo entrever sus ojos color miel enmarcados en una tez oscura.

La espada de Almahan está ansiosa de beber sangre y lo demuestra lanzando una estocada tras otra buscando huecos en la defensa de su contrincante mientras este se defiende con firmeza y espera su momento. Alrededor de ellos la suave arena se hunde bajo su peso mientras parte de ella se eleva empujada por las poderosas piernas de ambos hombres que tratan de asegurar cada paso con firmeza dejando profundo surcos allí donde arrastran los pies para no perder el equilibrio.

El combate continua entre vítores del público que les arenga con júbilo, esperando el momento del desenlace mientras entregan con esperanzas su dinero a los ávidos agentes de los corredores de apuestas que gestionan el negocio con habilidad. Cuanto más se alarga el combate mayor es la cantidad dinero que fluye en el mercado negro que estos agentes controlan y bajo esta premisa los combatientes son aleccionados para alargar un tiempo mínimo cada lucha, garantizando así los beneficios de aquellos que después realizan grandes donaciones a la ciudad, ayudando a mantener las escuelas de combate entre otras cosas.

El campeón decide tomar la iniciativa en el combate lanzando un ataque rápido frontal que obliga a Almahan a subir rápidamente el escudo deteniendo el ataque, aprovechando esas décimas de segundo que el defensor no tiene línea de visión gira sobre si y se agacha rápidamente lanzando un tajo a las rodillas. El impacto es tremendo, resonando el acero al chocar con las protecciones ocultas bajo el ropaje de Almahan, quien no puede evitar doblar las piernas y caer de rodillas empujado por el acero de Alyoret. Las protecciones han evitado que la pierna resultara cercenada, pero no han podido evitar una herida profunda en la pierna izquierda que fue la primera en recibir el impacto. Durante un segundo el coliseo a enmudecido expectante, pero al ver que la herida no es letal y que Almahan se levanta, el público retoma con fuerza el griterío.

Alyoret percibe como fluye la Khanut a través de su rival con gran sorpresa, es la primera vez que un oponente suyo en la arena la utiliza. Retrocede un par de pasos para poner espacio entre ellos y tener tiempo de realizar un movimiento con la espada haciendo un circulo con un rápido movimiento de muñeca, una floritura que sirve para enaltecer aún más el ánimo del público. Entre bastidores Jalfrud y Yamal se preparan rápidamente con sendos arcos largos al ver ese movimiento, y que para ellos es una señal de aviso de que algo no va bien. Estos se colocan en la apertura de la arena por la que ha accedido Alyoret y esperan a que su hermano les de la señal de actuar.

Un golpe sorprendentemente rápido impacta contra el escudo de Alyoret, que masculla una maldición al ver como un trozo de su defensa se desprende volando varios metros. Responde a este ataque con una finta doble que pone a prueba la habilidad de su contrincante, quien acierta con eficacia a desviar el golpe inicial, pensado para despistarle, y colocando la espada rápidamente en posición para detener el segundo golpe más demoledor que pretende cercenar uno de sus brazos. El éxito en la segunda defensa es total, deteniendo el golpe hasta el punto de bloquear el movimiento de la espada de Alyoret, lo que le permite tratar de arrebatársela con un rápido giro de la suya empujándola contra su escudo y desarmar así al campeón de Sidón.

La maniobra es casi perfecta, consiguiendo atrapar la espada entre la suya y el escudo, pero no consiguiendo arrebatársela a su dueño que se queda apenas a un metro de el con el brazo extendido y firme.

  • Me habían avisado de tu legendaria habilidad con la espada, Campeón de Sidón. – Dice Almahan con un tono irrespetuoso.

  • Entonces sabias donde te metías – Responde Alyoret.

  • La misma persona que me ha dado un mensaje para ti, Gunthar Darinia. - Continua ignorando por completo las palabras del campeón.

Alyoret pierde parte del aplomo con el que sujeta el arma, lo que permite a Almahan dar un fuerte tirón con su cuerpo que dobla hasta el máximo punto de dolor la muñeca del Campeón obligándole a soltar el filo.

  • ¿Quién te envía? Quien lo haya hecho no te tiene en mucha estima. – Dice Alyoret

  • Quien soy no es relevante. – Responde a la vez que lanza un tajo al cuello de Alyoret que esquiva dando un pequeño salto hacia atrás entre clamores del público ante el giro de los acontecimientos – Tu plan está al descubierto, tus coraceros morirán en Damasco sin poder ayudar al Califato. –

  • ¿Y qué pensáis hacer al respecto? – Pregunta con falso interés en la voz deteniendo un par más de estocadas con su dañado escudo.

  • Solo te queda morir, y después iré a por tu preciosa mujer, llevo días viéndola e imaginando como debe ser en la cama. – Emite una socarrona carcajada al decir esto

Alyoret no le responde, solo baila para el esquivando un nuevo tajo y lanzando su mano libre para cogerle el brazo del arma. Con un giro de la cadera tira del sorprendido luchador para desequilibrarle y hacerle avanzar, esperando que pase a su lado para lanzar con fuerza el brazo del escudo en una suerte de puñetazo mortal, impactando salvajemente debajo de las costillas con la parte astillada del escudo, hundiéndolo un palmo en el costado y provocando que un chorro de cálida sangre le bañe su propio brazo y parte de la arena sobre la que están peleando.

La multitud prorrumpe en vítores mientras Almahan emite un último quejido alejándose un par de pasos de Alyoret, para caer de frente en la arena. Como si de una fuente se tratara la sangre mana tiñendo de rojo la arena mientras el corazón emite sus últimos latidos, durante esos momentos, el moribundo busca con los ojos a su verdugo hasta encontrarle, y parece sonreír antes de nublarse su vista para siempre ahogado en la sangre que inunda su boca.

Alyoret recoge su espada y se dirige después a su oponente muerto para quitarle el turbante y verle la cara. El rostro del hombre muestra signos de cicatrices ya curadas, así como algunos tatuajes que se pueden entrever en su cuello, Alyoret le gira la cabeza con la espada para fijarse después de la oreja derecha donde el cabello negro y rizado oculta un tatuaje, que se debió hacer con esa parte rasurada, de una media luna difuminada.

Finalmente levanta ambos brazos y mira al público, dejando que el vocerío general le endiose hacia el olimpo de los campeones, sus ojos se fijan en Prion que le observa con reverencia y terminan en Luz que le sonríe con complicidad. Para terminar, se dirige al palco del Gobernador para realizar una reverencia con la que le brinda su victoria y da por finalizado el evento, para terminar, saliendo por una puerta habilitada bajo el palco al que se acaba de dirigir.

Cuando las puertas enrejadas del recinto se cierran a su espalda lanza un imperceptible suspiro y comienza a deshacerse del equipo, enseguida aparece Yamal para ayudarle y revisar las heridas que le ha conseguido provocar su rival, que apenas son rasguños.

  • ¿Qué ha pasado Hermano? Parecía que lo tenías todo controlado cuando hiciste la señal. – Pregunta Yamal quitándole la hombrera derecha. Jalfrud ya está también al lado de ellos con una toalla empapada en sus manos.

  • Canalizó Khanut, no mucha, pero la suficiente para lanzar el brutal golpe que ha roto el escudo. Conseguí defenderme de milagro. – Responde con voz cansada, para después ponerse el trapo mojado en la cara y dejarlo hay unos segundos. Desde detrás del trapo su voz suena hueca – Era un miembro de Noctae, traía un mensaje para mí.

  • Mal asunto, esos no son trigo limpio. – Interviene Jalfrud

  • ¿Los Lobos son trigo limpio?, ¿Prefieres a los Inhumanos de Cirgan acaso? Lo realmente preocupante es que saben que estoy, estamos – se corrige a sí mismo —, en Sidón y han tenido el coraje de sacrificar un peón para decirnos que lo saben.

  • ¿Cuál es el mensaje? – Pregunta Yamal que ha permanecido en silencio

  • Que conocen nuestras intenciones, que los coraceros no serán suficiente para evitar la derrota del Califa. – Parece haber recobrado la fuerza tras limpiarse con el trapo y comienza a andar con un vivo hacia la salida del recinto.

  • ¿No esperamos a Luz? – Pregunta Yamal con curiosidad.

  • Ella tiene que seguir con Arekose hasta el final de los combates. Yo tengo que hablar con Prion, ese chico me va a traer muchos dolores de cabeza me parece. – Responde Alyoret con cierta urgencia en la voz.

  • Parece un buen chaval, y no creo que se atreva a desobedecerte después del susto que se llevó. – Sonríe Yamal que le tiene afecto al muchacho, aunque se hayan conocido el día anterior.

  • Estaba en el recinto escondido, bajo las gradas. Ha canalizado Khanut matando a un muchacho mayor que él. – La voz de Alyoret no augura nada bueno para el chico.

  • ¡Madre de dios! – Exclama Jalfrud que se acaba de unir al grupo después de meter las defensas de Alyoret en una bolsa de tela y colgársela al hombro. – Te encuentras todos los bichos raros Jajaja. – Se ríe mientras señala a Yamal.

Alyoret no puede evitar reírse junto a ellos dejando que la risa libere un poco la tensión que aún mantiene dentro propia del post combate. Cuando llegan al exterior, aun con una sonrisa en la cara, se encuentran al muchacho esperándoles de pie con un pincho de carne en la mano, y masticando con fruición. Tras el mucha gente transita la calle trasera del coliseo, repleta de pequeños tenderetes que ofrecen todo tipo de comidas y bebidas.

  • ¿Te ha gustado el combate muchacho? – Pregunta Yamal adelantándose a Alyoret, tratando así de rebajar la tensión.

  • No ha estado mal, pensé que acabarías antes con él. – Responde con tono desafiante el chico mirando a Alyoret.

  • Entiendo, ¿Quizás tú lo habría conseguido hacer más rápido? – La pregunta de Alyoret esconde ira si es que la tiene, pero quizás el tono neutro de su voz sea peor que uno enfadado. – Me parece que tenías orden de quedarte en nuestra parcela de terreno y que tuvieras la comida preparada cuando volviéramos.

  • Sí, señor. – Responde con rapidez y una sonrisa en la cara – Pero la parcela no está delimitada por lo que me temo que me salido de ella sin darme cuenta, por otro lado, la comida esta lista, en cualquiera de estos puestos, yo invito. – Una sonrisa de suficiencia ilumina su cara por un momento, pero algo en el semblante de los tres hombres le indica que no ha estado muy acertado.

  • Veo que, cuando no estás muerto de miedo, eres gracioso. – Responde Alyoret acercándose al chaval y apoyando su mano derecha en su hombro. – ¿Cuánto dinero llevas encima? Es por saber qué presupuesto tengo para comer.

  • eeee, no sabría decirle señor. – Responde acongojado – Pero suficiente para estos puestos.

  • ¿Y tú sabes si yo como aquí?, Jalfrud ¿dónde solemos comer cuando salimos de nuestra parcela? – No deja de mirar al chico mientras pregunta esto.

  • Nunca comemos fuera de nuestra parcela, la concentración es vital muchacho para seguir vivo. –

  • Lo, lo siento quería agradecerles el haberme acogido con una invitación a comer, quizás mi tono no se haya entendido como corresponde – El tono de Prion es muy distinto ahora al que tenía al principio de la conversación.

  • Entiendo, en ese caso gracias por tu invitación Prion, pero tenemos que declinarla. Dame tu bolsa de dinero por favor. — Dice Alyoret ofreciendo su mano vacía. – Lo que tengas servirá para ir cubriendo tus gastos iniciales.

Prion le entrega la bolsa de monedas, dándose cuenta que todo su dinero esta hay dentro y se maldice cien veces por ello en un momento, no ha tenido el cuidado de separar monedas ya que nunca había tenido tanto dinero.

<< Como viene se va>> — Piensa mientras Alyoret abre la bolsa y cuenta las monedas con asombro. Un silbido escapa de la boca de Yamal cuando ve el montón de oro.

  • Joder con el chaval ¿Y a qué te dedicas dices? —Pregunta Yamal con sorna en su voz.

  • Es el dinero que llevaba la mujer que robe ayer en su mochila. – No puede evitar que se le note en el tono de voz la pena por el dinero perdido.

  • Puedes estar orgulloso Prion, tu aportación es considerada generosa y te agradecemos desde el corazón que apoyes con semejante fortuna nuestra causa. Además, viendo el oro que has aportado creo justo que sea Yamal el que haga la comida hoy. – Alyoret no sonríe al decir esto, Jalfrud por el contrario ríe con ganas que se multiplican al ver la cara de Yamal mirarle de soslayo.

En el oasis de la familia de Nora los ritos por los difuntos hace horas que han terminado. Llevan varios días rindiendo tributo a los que lucharon por defender al resto de la familia, y ahora todos descansan reunidos en torno al fuego de la jaima central. Solo Nora y los hombres de Wei—Shin, que se han ofrecido voluntarios para vigilar por la noche, están despiertos en este momento.

Mientras los dos hombres vigilan fuera ella vigila la evolución de Wei—Shin, utilizando los vastos conocimientos de sanación que posee gracias al tesón de su maestro de instruirla en este área. Ahora mismo él duerme y parece que, tras varios días de descanso, el sueño es tranquilo y reparador. Ya no supura por las heridas y la fiebre ha remitido, pero Nora sabe que no todo lo que le está pasando es fruto de las heridas. En ciertos momentos siente que el tatuaje la vigila, protegiendo a Wei—Shin, llegando incluso a percibir que el tatuaje se ha movido ligeramente de sitio o bien ahora es más grande, no sabría decirlo con seguridad.

Se plantea ponerle un nuevo trapo húmedo en la frente, para lo cual antes comprueba si tiene fiebre con el dorso de la mano. Nota que la temperatura es normal, casi un poco fría, y decide estirar un poco las piernas antes de volver a acostarse. Se pone una taza de infusión y sale de la zona iluminada por el fuego para facilitar que sus ojos se acostumbren a la oscuridad, a los pocos segundos es capaz de ver el lago, como una mancha oscura, que refleja la luz de la luna en una miríada de destellos. Un leve rumor llega hasta sus oídos traídos por el viento del desierto, frio y seco, que le suena familiar, trayéndola a la vez recuerdos de una infancia feliz.

  • Hace frio para que estés aquí fuera sin cubrirte – Le señala uno de los hombres de Wei—Shin cediéndole un recio manto de campaña que él estaba usando un momento antes.

  • Gracias, solo estaré un momento. No hace falta, realmente he salido buscando el frescor de la noche antes de irme a descansar hasta la siguiente cura. – Acompaña con un movimiento de cabeza en señal de gratitud empujando ligeramente el manto de nuevo hacia su dueño. – Me ha dicho Wei—Shin que mañana os vais, ¿A Damasco?

  • Sí, pero solo de paso, no creo ni que paremos más de los necesario para entregar correo para la familia y confirmar que la caravana ha seguido el itinerario indicado. – Le revela con calma el hombre fumando de una corta pipa que parece haber vivido mejores momentos y que ilumina su rostro con cada calada.

  • Os deseo un buen viaje y agradezco la ayuda que nos habéis prestado. – Le dice ella empujándole suavemente con el hombro.

  • Ha sido un placer mi señora, nos alegra dejar en sus manos a Wei—Shin, no sea muy dura con él – La frase arranca una sonrisa en ambos, pero ninguno comenta nada al respecto.

  • Me voy a dormir, gracias por velar nuestro sueño.

  • No es necesario darlas. Mañana será un día largo, descansa. – Se despide el con una sonrisa para dar después una larguísima calada a la pipa que ya es casi una extensión de sí mismo, para liberar después una larga y densa bocanada de humo que se retuerce bailando alrededor de la cara del hombre dibujando fantásticas formas sobre las sombras de su cara en las que la imaginación amenaza con perderse.

Unas horas después, un fino hilo de luz se cuela a través de la junta entre dos de las telas que conforman el techo de la jaima, impactándole en los ojos, el rojo cegador mientras tenía los ojos cerrados se convierte en brillante amarillo al comenzar a parpadear mientras se ubica buscando recuerdos que le digan dónde está.

  • Buenos días Wei—Shin, ¿tienes hambre? – Le pregunta una voz de mujer que no ubica al no tener la vista clara aún.

  • La verdad que si estoy hambriento. – Responde con voz ronca que le obliga a toser para aclararla.

  • Espera, te acerco algo de comer. – Le dice la mujer a la que pone cara en este momento y reconoce enseguida.

  • Gracias Nora, ¿llevo mucho durmiendo? –

  • No creas, dormir has dormido poco. Has tenido un episodio grave de fiebre debido a la herida que te provoco el hombre que huyo, temimos por ti la segunda noche, sobre todo. Pero también creo que no todo ha sido a causa de la herida. – Le señala ella girándose al decir esto último, para volver luego a fijarse en la infusión que está volcando para no quemarse.

  • Creo que no entiendo – Responde el ciertamente confundido.

  • Que tu tatuaje se ha movido mientras te recuperabas, y creo que, de alguna forma, algo ha cambiado en él y en ti. Durante estos días tu cuerpo emitía Khanut constantemente, como si hubieras estado en todo momento canalizando. — Responde sirviéndole una bola de harina de garbanzo de buen tamaño hervida en una densa salsa de carne muy oscura junto con la infusión.

Wei-Shin se mira el torso, dejando caer la suave manta que le cubre para descubrir un nuevo tatuaje. Ahora el Dragón tiene unos colores más vividos e intensos, los ojos parecen devolverle la mirada y su tamaño es mayor. Pero hay algo nuevo que impera sobre todo nota el latido del corazón del Dragón bajo su piel, lo nota como un zumbido en sus costillas, indicándole que el tatuaje, de alguna manera, está vivo.

  • No es la primera vez que me ocurre – Le señala una jofaina de agua levantándose con cierta dificultad - ¿Quieres agua fresca?

  • Si por favor – Responde ella esperando que continúe su historia, mientras observa si es capaz de valerse solo atentamente.

Recoge agua en un par de cuencos de madera que encuentra cerca de la jofaina y vuelve con ellos hacia Nora goteándole las manos que se ha mojado al coger el agua.

  • Cuando nací, el tatuaje me señaló como bendecido por el Dragón. No es la primera vez en mi familia, por ello usamos el Dragón como emblema de nuestra casa. – Le enseña un bordado con el Dragón en posición rampante en la ropa, ahora limpia, que llevaba cuando le hirieron. - Desde hace años me preparo para protegerte, aunque no te conociera, ya que el Dragón solo envía a sus hijos cuando son necesarios como protectores de un Gayoisi.

  • Entiendo que el Gayoisi soy yo – Dice ella riendo – Si me llamas así alguna vez vas a conocer la furia de verdad – Se ríe aún más diciendo esto. Él no puede evitar reír con el comentario también y dejan que unos segundos de silencio pasen antes de continuar hablando.

  • Gayoisi significa compañero, y estoy aquí para protegerte. – Como un trozo grande de la bola de harina hervida, que le quema la boca con el calor que aún guarda en su interior, obligándole a lanzar un suspiro. – En algunas ocasiones he tenido episodios de fiebre que han terminado con el tatuaje cambiando de postura o color.

  • Esperemos que este haya sido el último, has estado cerca de no superarlo. – Le indica ella. – Ahora tenemos que preparar el viaje hacia donde nos indicó Luz.

  • Déjame darles las últimas instrucciones a mis hombres y estaré a tu disposición. – Ella asiente al comentario del hombre.

Un par de horas más tarde Wei-Shin ve como desaparecen en la distancia los dos hombres que le han acompañado hasta aquí en dirección a Damasco para seguir el camino de la caravana que ya debe estar llegando a Sidón si no ha surgido ningún problema. Desde donde se encuentra, sobre la roca que corona el oasis, ve además como la gente se encuentra inmersa en sus labores cotidianas, lo que le da a todo lo sucedido un aire de irrealidad, como si nunca hubiera pasado.

Por un momento Cho vuelve a su cabeza, cuando ve desde su atalaya el montículo bajo el cual su amigo descansara eternamente, deja que los recuerdos de su amigo le acompañen unos minutos antes de volver a dejarlos ir para ocuparse en la tarea que les espera. Aunque las heridas han cerrado casi completamente le vendrá bien recuperar algo de fuerza, por lo que esperaran un día con el Khames de Nora, y aun llegaran a tiempo al punto que les indico la mujer pájaro como el la recuerda.

Utilizando un estrecho sendero labrado en la roca, que ha utilizado en el ascenso a la cima, desciende ágilmente hasta llegar a la base de la roca entrando directamente en la Jaima central donde varias personas se encuentran atareadas preparando la comida mientras otras ayudan a Nora, que ahora está un poco más alejada, preparando lo que parece ser el petate para el camino. Una de las personas que está ayudando es el padre de Nora que parece dar indicaciones acerca de lo que están metiendo en unos de los sacos de viaje.

  • No hace falta que os quedéis sin comida Abjaver, ya llevamos provisiones de sobra – Le indica Wei-Shin cuando ya está cerca del anciano.

  • No sabéis el tiempo que tendréis que esperar allí, y no habrá donde conseguir alimentos. – Le responde el hombre con dureza – Llevas a mi hija contigo, no lo olvides Wei-Shin. – Esto ya suena más a amenaza que ha recordatorio.

  • Voy a por algo más de agua entonces. – Wei-Shin no puede evitar soltar una sonrisa al decir esto.

  • Nora estaba preguntando por ti hace un momento – Le informa una de las mujeres que está ayudando con los preparativos señalando a una de las jaimas limítrofes del campamento que es la que ha usado Wei-Shin estos días de recuperación desde que se fue la fiebre.

  • Gracias Jafala – Le agradece y mira de nuevo a Abjaver – Abjaver quería preguntarte si conocéis el lugar al que nos dirigimos. ¿Habéis estado allí?

  • Si claro, es zona de paso de algunas rutas. El desierto tiene pocos hitos naturales que permitan ubicarse para cambios de dirección o utilizarse como lugares de reunión, y esa piedra que surge del suelo es un punto de referencia desde hace mucho tiempo, desde siempre me atrevo a decir. Pero no es más que eso, no hay fuentes cercanas de agua, o caza. Es gran roca desnuda que nace del suelo elevándose varias decenas de metros, hemos incluido una tienda antigua, pero de gran tamaño, que podréis usar para construir un refugio y suficiente agua y comida para unos diez días.

  • Respeto la decisión de Nora de creer en las palabras de Luz, pero creo que introducirse en el desierto a esperar en ninguna parte es arriesgado con esos lobos acechando. No sabemos cuántos son ni si hay más cerca. – Las palabras de Wei-Shin son más un pensamiento en alto que una contestación, casi se arrepiente al darse cuento de que lo ha expresado.

  • Después de lo que estamos empezando a conocer, de ver que hay un mundo oculto en el límite de nuestra visión, creo que se abren ante vosotros caminos inexplorados que debéis tener mucho cuidado al explorar. Me alegro que Nora tenga un compañero en el que apoyarse en ese oscuro mundo en el que os estáis adentrando. – Habla con voz aguda Sadrak, el anciano sentado frente a ellos, que ha seguido la conversación con atención.

  • Además, si mi hija ha decidido seguir las palabras de Luz, por el amanecer del sol que no habrá quien lo evite. – Con estas palabras Abjaver da por terminada la conversación y se encamina hacia el lago.

Siguiendo las indicaciones de Jafala Wei-Shin se dirige a la tienda donde le espera Nora. Esta se encuentra tomando una taza de té con la mirada perdida en las aguas del lago, despertando de su ensimismamiento al cruzarse el Heredem en su campo de visión.

  • Hola Wei-Shin – Dice con una sonrisa - ¿Todo listo?

  • En principio sí. Tu padre a controlado que no se olvide nada. Llevamos víveres para un par de semanas. – Esto que dice dibuja una sonrisa en la cara de la mujer.

  • Estupendo entonces, mi padre va mejorando. – Responde ella devolviéndole la sonrisa complice.

  • Me ha dicho Jafala que me buscabas, ¿Me necesitas?

  • Si, te buscaba para revisar las vendas. Ven aquí. – Le dice indicando un enorme cojín rojo que tiene a su lado.

Él se sienta obedientemente, sospecha que de nada serviría llevarle la contraria, y se quita la camisola bordada que viste en ese momento para dejar al aire el torso herido. Con manos expertas la mujer revisa las vendas y las separa un poco para revisar que la pasta de hierbas medicinales este donde debe.

  • Esta sorprendentemente bien. – Dice Nora.

  • He tenido cuidado de no estropear tu trabajo. – Acompaña de una sonrisa la frase.

  • Calla anda, que te he visto sobre la roca. A ver que se te ha perdido allí arriba subiendo como las cabras con el costado abierto como un cordero. – El tono de voz de Nora cambia para emitir la reprimenda, volviéndose algo más maternal y duro.

  • He subido despacio. – Hasta a él le suena a excusa pobre cuando lo dice, arrepintiéndose al instante de haberlo dicho. Para después reírse junto a ella de la situación. – Nos ponemos en marcha cuando tú digas, yo tengo ya todo listo…mama.

  • Sí, yo también. – Responde ella una vez satisfecho su interés por las heridas ignorando la chanza que le ha lanzado – Anoche tuve un sueño que creo tiene que ver con los próximos días. Realmente fue algo más que un sueño, ya que estaba semi consciente mientras ocurría, mi maestro me hablo de estos mensajes del futuro en alguna ocasión, aunque es la primera vez que tengo uno. Jahan me decía que estas ensoñaciones ocurrían cuando se acercaba un momento de ebullición armónica, y permiten a los elegidos, que aún no tienen acceso al tapiz, ver el futuro de una manera más indirecta. – Mientras dice esto la mirada de Nora ha viajado de nuevo a los reflejos del lago donde sus ojos se quedan clavados atravesando de nuevo la superficie del agua. – Creo que llega un momento de cambio y nosotros seremos protagonistas o tenemos un papel relevante en él.

  • ¿Qué has visto Nora? – Pregunta Wei-Shin

  • Creo que hay algo durmiendo que espera despertar desde hace mucho tiempo. La ensoñación no me dio la imagen completa, solo retazos de un futuro posible, pero no exento de peligros eso sí. Lo que sí puedo asegurarte es que debemos ir, es importante y mucha gente va a dar su vida para ayudarnos, pero aún no sé cómo ni por qué.

  • ¿Cómo sabes que algo nos espera? –

  • Mientras ensoñaba viaje hasta una montaña que esconde en su interior un mundo tras una enorme puerta de piedra. La puerta no puede abrirse, pues solo ella decide si hacerlo. Una vez dentro grandes salas y túneles albergan el recuerdo de la humanidad, esto lo sé, pero no sé cómo. Recuerdo una intensa sensación de ser vigilada por una presencia sobrecogedora, antigua e impaciente, recuerdo imaginar que escuchaba como las paredes repetían mi nombre constantemente. – Nora calla y mira a Wei-Shin a los ojos, en ellos Wei-Shin no descubre miedo, solo un brillo de curiosidad.

  • Creo que debo creer en tu criterio y, si es lo que crees que debemos hacer, buscar el destino que nos aguarda. Por mi parte tengo todo preparado, cuando digas nos pondremos en marcha. Ahora bien, te aviso que debes seguir mis instrucciones en los momentos de peligro, tú tienes tu parte del trabajo y lo respeto, así que también espero respetes el mío. – La decorada camisa vuelve a cubrir el fibroso torso de Wei-Shin mientras termina de decir estas palabras.

Mientras el público abandona el recinto central del torneo y se dispersa por las zonas circundantes la actividad de la ciudad de Sidón continua con el trasiego de aquellos que no han tenido la suerte o el interés de presenciar los distintos eventos que se están desarrollando en las afueras de la ciudad.

Con paso resuelto Ahri cruza los jardines que rodean la mansión del gobernador después de salir por la negra puerta de madera tallada por la que entro unas horas antes en el edificio. Cambia ligeramente el paso, suavizándolo, debido a los incomodos golpes que le propina en la espalda un petate que cuelga sobre su hombre derecho.

Antes de salir del jardín pasa frente a una fuente coronada por una escultura que representa siete gigantescas serpientes entrelazadas de cuyas bocas emergen chorros de agua cristalina, que refrescan el ambiente circundante. Por un momento se fija en el fondo de la fuente y se concentra en el sonido del agua, para después continuar su camino, apenas ha dado un par de pasos cuando una voz la reclama.

  • Hola Ahri de los Lobos – Quien dice esto se encuentra como a cinco metros de Ahri, junto a unos robles centenarios apiñados en un pequeño espacio del jardín.

Ahri se detiene y espera en alerta, esperando a que el desconocido salga de las sombras de los árboles para poder verle mejor. Ahora mismo solo percibe una figura enjuta, casi famélica, que la mira con ojos brillantes desde la oscuridad que ofrecen los árboles.

  • ¿Quién eres? – Pregunta Ahri, mas exigiendo que pidiendo respuesta.

  • Mi nombre no es relevante, no soy nadie importante, solo mensajero.

  • Aun así, quiero saber quién se dirige a mí y utiliza mi nombre sin tapujos en un lugar público.

  • Tu susceptibilidad es conocida, Ahri de los Lobos, perdona mi osadía. Mi nombre es Corian, y creo que ya sabes a quien sirvo.

  • ¿y se puede saber para que te han enviado? – Responde ella preguntando de nuevo.

  • No me han enviado, vengo siguiendo un rastro desde hace tiempo que me ha traído hasta esta ciudad por azar o circunstancias del destino. No era mi intención ni la de Noctae cruzarse en el camino de los lobos.

  • Para no ser vuestra intención ya es la segunda vez en poco tiempo, y no me han agradado las noticias recibidas de Damasco. – Responde ella con el talante más amargo que es capaz de poner.

  • Lo de Damasco, de nuevo, ha sido una circunstancia casual que ha propiciado que casi estropeéis los planes de nuestro señor. – Ahora el tono de respeto ha desaparecido y la figura oculta en las sombras se yergue para salir a la luz. Es un hombre enjuto y muy moreno, un pelo ralo, oscuro y lacio le cuelga sobre la cabeza de manera desgreñada como tratando de ocultar dos enormes diamantes que han sustituido los ojos del hombre. El cuerpo de este se cubre con unas vendas oscuras que hace tiempo que no se han cambiado y que se ajustan con precisión a su cuerpo. Cuando sale a la luz, los dos diamantes emiten un perverso destello que ciega por un instante a Ahri. Los movimientos del hombre, sinuosos, recuerdan a esta los de una serpiente.

  • Cuidado Corian, pisas terreno peligroso. – Ahri contiene a duras penas su cólera al hablar.

  • No he venido buscando problemas Ahri. Quería compartir contigo información, si lo tienes a bien.

Ella recorre con la mirada el entorno asegurándose que no haya nadie en los alrededores, para acto seguido dibujar con una de sus dagas un símbolo en la tierra húmeda que circunda la fuente cercana dejando un rastro azulado rebosante de Khanut.

  • Ahora puedes hablar con libertad. – Le indica ella acompañando la frase con un movimiento de cabeza.

  • Mi señor me pide que no interferías con sus asuntos en Damasco. El nuevo profeta es una pieza fundamental para él, llevan tiempo colaborando y sería un desastre que ocurriera algo que le impidiera cumplir su misión.

  • Entiendo, pero por desgracia nuestros caminos se cruzan y el Alastor-Mandrad requiere la presencia del Profeta de manera inmediata. – Responde Ahri – Puc tiene instrucciones precisas.

  • Le hare saber tus palabras a mi señor, pero te recuerdo que nosotros no rendimos cuentas ante Alastor-Mandrad. No creo que sea de su gusto ceder tan valiosa pieza de nuestra colección. Se ha revelado un tipo inteligente y astuto en extremo. – La respuesta de Corian encierra un reto hacia los lobos que Ahri percibe claramente.

  • Los sentimientos de tu señor no son relevantes, por otro lado, tenías una información para compartir, comparte. –

  • Por supuesto Ahri. He seguido el rastro del líder de los cuervos, Gunthar, hasta aquí. Pensé que la información seria de tu agrado siendo como es conocida vuestra relación. - Ahora si ha buscado Corian hacer daño.

  • Sé que está en Sidón, agradezco tu información. – Sonríe al decir esto – Ten cuidado la próxima vez que hables conmigo Corian, los que me buscan suelen encontrarme. – Solo al terminar de decir estas palabras se borra su sonrisa. – Ahora retírate de mí vista y vuelve con tu señor, en Sidón no hay sitio para ti.

  • Así hare señora. Solo una cosa más, ¿Cree que Bulfasor ha venido a la ciudad por casualidad también? Es curiosa la acumulación de encuentros familiares en pocos días en esta ciudad. - La pregunta del oscuro hombre se hunde con furia en el interior de Ahri que se plantea por un segundo destruirle, mientras Corian se retira de nuevo a las sombras Ahri cree ver algo en su sonrisa que la pone en alerta. Por alguna razón sabe que sus palabras encierran un secreto no revelado.

Apenas han pasado unas horas desde el asalto a su casa por parte de los Lobos, y Bagum, con expresión sombría, gira lentamente en su mano un vaso de barro con los restos del vino que se ha tomado, mientras sigue atentamente con la mirada como se desvanece el cerco de vino que deja el movimiento del valioso caldo.

Las elucubraciones le han permitido viajar en el tiempo, desarrollando cientos de planes que se han anulado unos a otros hasta que solo una línea ha prevalecido sobre las demás.

  • ¡Diocles! – Llama a su sirviente con cierta urgencia que acude con premura.

  • Aquí estoy señor.

  • Llama a Joram y Alfatar, nos ponemos en marcha. – Insta al sirviente mientras coge un pequeño frasco similar a un tubo bellamente decorado. – Confío en que todo esté preparado amigo.

  • Según lo convenido, todo está listo. Necesito pagar muchas cuitas antes de marcharnos, los dos días de retraso que llevamos tendrán un sobrecoste. – Dice señalando una abultada bolsa que le cuelga de la cintura.

  • Asegúrate de llevar suficiente, en el arcón hay de sobra y espero reponer lo que cojas antes de irnos. El retraso ha sido necesario para que finalizara el torneo de Sidón y buscar salidas a esta ratonera en la que estamos, necesitaremos ayuda. El arcón va contigo, no lo pierdas de vista. – Golpea con suavidad la tapa de un cofre de tamaño medio que se encuentra sobre la mesa de la cocina. Hicieron falta los dos hermanos para bajarlo de su habitación y colocarlo sobre la mesa.

  • Los hermanos se harán cargo tranquilo, no se bajarán del carro. ¿Dónde nos encontraremos con la ayuda?

  • Mañana, posiblemente cuando el sol este en lo más alto. Hay algo de todos modos que altera la visión sobre el tapiz y no sé qué pasara cuando nos encontremos con ellos. No me ha quedado otra opción que jugarme el futuro a los dados, no había más alternativa. – Responde a su criado con voz lúgubre.

  • En ese caso no le demos más vueltas. Pongámonos en marcha, Alfatar ya se ha puesto la ropa que le he preparado, ¿Listo para cargar el carro? - Pregunta a Bagum con una sonrisa.

  • No hagas sangre. – Le responde este devolviéndole el gesto.

Diocles sale de la cocina por las escaleras semi-ocultas tras la chimenea que se dirigen hacia la zona baja de la casa donde las mercancías se almacenan junto al carro que pretenden utilizar para la travesía. Allí Joram está cargando el carro con cuidado para que la mercancía quede lo más repartida posible, cuando le ve bajar se gira hacia él y espera que llegue a su lado.

  • ¿Abro las puertas? – Le pregunta a Diocles cuando este llega a su lado.

  • Si, ellos bajaran ahora, recuerda no equivocarte con los nombres, es importante. – Le responde el criado griego dándole un par de suaves golpes en el hombre derecho.

Joram se dirige hacia las amplias puertas dobles de tableros que cierran el almacén y retira los cierres antes de empujarlas para dejar pasar los rojos rayos de sol del amanecer que comienzan a despuntar en el horizonte, iluminando tenuemente la noche y generando nuevas sombras en el almacén que ocultan parcialmente la escalera de ascenso.

Con un movimiento de la mano Diocles le indica que le siga arriba de nuevo, y comienza a subir las escaleras. Una vez ambos arriba se encuentran con Bagum y Alfatar que se encuentran hablando en un tono tan bajo que parece que susurren.

  • Coger el cofre y bajarlo al carro. Nos vamos. – Indica Diocles.

Unos minutos después el primer carro sale a la tenue luz del alba, cargado hasta arriba de pesadas cajas, entre ellas oculto el cofre, y con los uno de los hermanos sentado en el pescante dirigiendo a los caballos. El otro está sentado atrás en un hueco especialmente preparado para que pueda estar relativamente cómodo y vigilar así la mercancía. No sería la primera vez que un carro es robado mientras su chofer dirige los caballos.

Varios pares de ojos vigilan desde distintos sitios el trasiego del carromato, así como los movimientos dentro del almacén en los bajos de la casa. Allí Diocles dirige una pequeña calesa, no demasiado suntuosa, fuera del almacén para después bajarse a cerrar las puertas dobles de la casa y poner un pesado candado por fuera. Acto seguido, con gran agilidad, sube los escalones laterales de la casa que dan directamente a la cocina para poner un nuevo candado y dejar las entradas bloqueadas. Finalmente se sube de un salto al pescante de la calesa para azuzar a dos corceles que tiran de ella inmediatamente atendiendo la orden.

  • No parece que tengan intención de volver Traser. – Señala Puc al hombre que está oculto junto a él en la cornisa de un edificio cercano a la casa del profeta.

  • El primer carro ha salido cargado hasta arriba y con el Profeta sentado detrás, esos candados son la primera vez que los vemos puestos. Si, parece que le dimos un susto bueno. Me pregunto dónde pretenderán ir.

Un movimiento tras ellos hace que ambos se giren a gran velocidad preparándose para el combate. Ante ellos uno de los hombres de negro de la noche anterior les espera de pie a escasos metros con el sol naciente a su espalda rodeándole de un intenso halo rojo.

  • Bienhallados Lobos. Soy Alfar, anoche no tuve ocasión de presentarme. – Habla el recién llegado.

  • Sabemos quién eres Alfar. Eras la última adquisición de Noctae, el único al que no conocía. – Responde Puc mientras avanza hacia Alfar. - Te esperábamos.

  • El profeta se dirige a cumplir su cometido en el palacio del califa. – Su voz, casi un susurro, obliga a Puc a poner toda su atención en sus palabras. – Una vez salga, es vuestro.

  • Que así sea. ¿Qué va a pasar en esta ciudad? – Pregunta con los enormes brazos cruzados sobre el pecho.

  • Que la vamos a tomar. – Una sonrisa se dibuja en su cara al responder.

  • Una ciudad compleja de controlar, mas con la inestabilidad de la zona. – Traser se suma a la conversación poniéndose al lado de Puc, pero sin perder de vista la calesa que ya está cercana a girar la esquina.

  • Estamos atentos hace tiempo a lo que ocurre en esta zona y han decido que es necesario tener más presencia aquí. Los caminantes de las sombras tienen centros de poder cerca y necesitamos estar encima de ellos.

  • Entiendo, - Responde Puc – sabemos que hay cuervos cerca.

  • Si, Corian nos ha informado, y a vuestra líder. ¡Han encontrado a Gunthar nada menos! – La susurrante voz de Alfar se permite subir una octava al pronunciar la frase.

  • Gunthar Darinia…Gracias que Ahri está en Sidón y nosotros aquí. – Traser suelta el pensamiento en voz alta, haciendo que los otros dos hombres le miren sin decir nada. Tarda un par de segundos en percatarse que es el foco de atención y les devuelve la mirada con firmeza – Sabes a que me refiero Puc.

  • Gracias Alfar por tu información, respetaremos el tiempo que vuestro enviado precise para completar su cometido y después será nuestro. – Puc se dirige a miembro de Noctae obviando las explicaciones de su compañero, y estrechando con fuerza el brazo de su interlocutor.

  • Perfecto Puc, Al-Saffah estará contento con esta muestra de respeto. – Sin más dilación el oscuro personaje se dirige hacia uno de los rincones del tejado protegidos por un pequeño murete que ofrece una alargada sombre sobre el suelo donde parece acurrucarse para desaparecer en ella.

  • Da igual las veces que les vea hacer eso, me sigue asombrando. – Dice Traser en voz baja, como si Alfar siguiera escuchándoles.

  • Es una habilidad muy útil, ciertamente, y a nosotros nos ha venido bien en más de una ocasión que la tengan. Son grandes espías y observadores.

  • El carromato ha girado en dirección hacia la puerta Oeste, la calesa si se dirigía en dirección al palacio. ¿Juntos?

  • No, tu busca el carromato y tenlo vigilado, seguramente quieran jugarnosla. Yo iré al palacio y vigilare que el profeta no nos tenga algo preparado. – Dice Puc – Ten cuidado Traser, Noctae en principio esta fuera pero ya has oído que hay cuervos en las inmediaciones. Gunthar lleva vivo demasiado tiempo para que encontrarle haya sido una cuestión de suerte.

  • Si te escucha decir eso Ahri…

  • Te lo digo a ti, no a ella. La última vez que se cruzó en nuestro camino casi perdemos el equipo guía completo. Sera un humano sin poderes, pero no sin habilidades, y sabe cómo usarlas. – La voz de Puc transmite cierto desasosiego a Traser que no puede evitar entender que Puc siente algo más que respeto por Gunthar, ¿Miedo quizás?

  • Ha pasado mucho tiempo Puc, seguramente el pretenda seguir su camino, no buscar problemas.

  • Murió primero su madre, Aquila, a manos del Alastor-Madrad, y después Ahri mato su hermano a Shalafi. Créeme, si ha aparecido es porque él ha querido, más te valdría tener los ojos abiertos.

“Y tu Ahri ten cuidado, le robaste todo lo que tenía y era. No cuentes con engañarle dos veces ni esperes misericordia.” – Este último pensamiento cruza rápidamente la cabeza del lugarteniente de los lobos seguido de una plegaria a sus antiguos dioses que sabe no pueden oírle, pero le reconforta.

La conversación termina de manera abrupta en un silencioso acuerdo tácito, ambos se separan en distintas direcciones sin mediar más palabras, pero con muchas preguntas en la cabeza.

No muy lejos de allí, en el carromato de materiales, Bagum observa como la ciudad despierta al ritmo del sol. Las calles antes oscuras, van tornándose ocres conforme el sol de la mañana avanza, y las sombras se alargan deformando las formas que representan hasta resultar indefinibles antes de comenzar a encogerse de nuevo.

Unas mujeres salen de una casa cercana mirándole mientras se llevan a la boca algún fruto seco de color rojizo que deja manchas de un pegajoso polvo del mismo color en sus mano y caras allí donde sus dedos la tocan. Es al ver el intenso color teja del polvo cuando su visión se difumina, y comienza a arrastrar el color del polvo como si del trazo de un pincel se tratara, desdibujando el camino que van dejando atrás.

Sus ojos casi se tornan dorados al irse superponiendo la imagen del tapiz sobre las calles de Damasco. El fondo del tapiz, del mismo color rojo teja que le ha arrastrado hasta aquí, se salpica del dorado que marca los hitos del destino. Cientos de iconos que representan las distintas almas que pueblan la ciudad se dibujan ante el apareciendo poco a poco, pero enseguida se hace con el control de la visión centrándose en las que afectaran a su línea de destino, haciendo que el resto amortigüe su color hasta casi desaparecer con un suave soplido que las arrastra convertidas en nubes de polvo.

La línea que busca se resalta rápidamente ganando algo de dorada intensidad, y superponiéndose al resto de líneas e iconos que dibujan el mapa. Se centra en ella y deja que viaje desde el punto en el que están ahora mismo adelante en el tiempo, acelerándola para conocer que ha de ocurrir. Rápidas escenas se dibujan por donde pasa, viendo primero cerámica rota, ira y desconcierto después, una decisión difícil que le acarreara problemas sea cual sea la decisión que tome, y una carrera por su vida que, llegados a un punto, y por primera vez desde que es capaz de ver el tapiz no está claro cuál será su desenlace. Es como si el lugar del encuentro absorbiera las líneas y no las dejara salir, sabe que no significa el final, pero tampoco entiende el porqué de esto.

Mientras trata de dilucidar qué ocurre un detalle le llama la atención, un leve vestigio de un corte en el tapiz, antiguo muy antiguo. Aparentemente el tapiz se cortó, más bien fue roto por la forma irregular del trazo, y después ambos trozos se han unido de nuevo, pero de manera similar a como se unen los huesos rotos, superponiendo una capa tras otra hasta dotar de robustez a la unión.

Aunque aparentemente el desagarro fue tiempo atrás sus efectos parecen haber afectado los sucesos del tapiz de manera similar a como una piedra caída a un calmo estanque genera ondas que desplaza las hojas que flotan sobre el agua. Una pequeña desviación en el corte de la madera crece conforme crece la distancia que hay que cortar le comento unos días atrás el carpintero que vino a reparar la puerta.

  • “Ya habrá tiempo de investigar esta anomalía, debo centrarme en que debo hacer he la reunión a la que voy. Necesito información que solo el tapiz me puede dar.” – La ansiedad hace que pensar con claridad le cueste.

Vuelve a fijarse en el tapiz y busca la línea del Califa, le cuesta un poco concentrarse en su búsqueda ya que su cabeza no deja de pensar en el rasgón del tapiz y en el porqué de esta ruptura. Algo le impide concentrarse en lo que busca, se esfuerza por ello, pero finalmente se deja llevar de nuevo siendo arrastrado por las fuerzas que habitan en ese lugar que llaman tapiz. Estas le llevan hasta una fecha muy próxima en algún lugar del desierto, donde una fuerza durmiente de un poder inconmensurable espera a ser despertada. Hay trazos que indican que se han dirigido acciones para que se levante y el más importante se sitúa al Norte de Damasco en la zona donde una gran batalla está a punto de ocurrir. Allí una gran fuerza se ha reunido para librar una batalla, pero no para ganar, su presencia es una distracción bien calculada.

Bagum levanta la cabeza saliendo del trance, la escena del tapiz superpuesta se dispersa rápidamente como cuando se vuelca un balde de agua sobre el suelo sucio de polvo y arena. Lo que acaba de ver ha sido una revelación y ahora tiene claro que debe hacer.

Las personas reunidas en círculo con ambas manos cerca de la boca formando un cuenco escuchan claramente las consignas.

  • Debéis dirigiros al norte de la ciudad, al campamento de los coraceros y ver que siguen allí y que están haciendo. Quiero saber cuántos efectivos son y con la preparación de las tropas. - Insta Al-Saffah a su interlocutor con firmeza.

  • Así haremos señor. Los espías allí ubicados nos han indicado que no son más de ciento cincuenta hombres sin caballería. - responde Chiilla con premura, la híper-musculada mujer es la líder del grupo en Damasco y segunda del equipo guía.

  • Esa información me bastaba hasta saber que son los hombres de los cuervos. Quiero información de primera mano y quiero que seáis vosotros los que vayáis allí.

  • ¿Dejamos sin vigilar al profeta señor?, los lobos andan cerca y tras él. – Vuelve a hablar Chiilla

  • El profeta sabe cuál es su cometido y sabe que ocurrirá si no lo cumple. Ahora me es más importante saber todo lo posible sobre los coraceros e impedir en la medida de lo posible que lleguen a la batalla que está a punto de enfrentarnos con el ejercito del Califato. Todo está a punto de llegar a su fin Chiilla, no podemos dejar nada al azar.

  • No le fallaremos señor, partiremos de inmediato hacia el norte. – Chiilla realiza una reverencia a la sombra que ha adoptado la forma de su señor hasta que esta se desvanece fusionándose con la sombra de la que ha salido.

Tras ella los otros dos miembros del equipo guía que le acompañan esperan también a que la sombra desaparezca para levantarse juntos a él y asentir sin dirigir palabra. Sobre tres negros corceles cruzan unos instantes después las puertas de Damasco en dirección a su objetivo.


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