Capitulo II Completo
CAPITULO II
Jhoram y Alfatar cogen el último de los baúles vacíos para cargarlo en el carromato donde ya esperan subidos otros tres colocados con anterioridad que, aunque están vacíos, son macizos y pesados. Junto a los cuatro baúles pueden verse fardos cargados con mercancía de los más diverso, velas, comida seca, materiales de escribanía colocadas en ordenadas hileras de cajitas que les protegían de los golpes y otros enseres que podrían ser necesarios en la travesía que Bagum planeaba realizar junto a Diocles.
El sudor recorre los poderosos brazos de los dos hermanos después de subir los enseres que, después de más de tres horas de dar vueltas por el bazar, Diocles había decido comprar regateando cada moneda, aunque las monedas no sean del notario. Jhoram se sube de un salto al carromato, cuya madera cruje quejándose bajo su peso, para asegurar la carga usando unas cuerdas que esperan bajo el pescante.
Diocles, ¿Echo la lona para proteger la mercancía o quedan cosas para cargar? - Inquiere Jhoram mientras Diocles cuenta las monedas que le quedan en la bolsa a la sombra de una de las lonas que cubren la callejuela en la que se encuentra la trasera del taller donde han comprado los baúles.
Quedan algunas cosas aun, pon la lona, pero no la amarres demasiado. Tampoco nos interesa que la gente vea que llevamos esos baúles, les daría por pensar y eso suele ser malo – Responde con desidia, parece que Jhoram ha roto sus cálculos y devuelve todas las monedas a su mano para comenzar a contar de nuevo.
¿Dónde os dirigís en este viaje? – pregunta Alfatar desde una sombra en la que ha buscado cobijo mientras come un fruto que le refresca y mancha su cara dejándola ligeramente anaranjada.
Vamos a Sidón a entregar unos contratos de arrendamiento para un mercader local que no puede venir aquí a firmar, y después vamos a creta a ver unos terrenos para invertir. El viaje nos llevara una temporada, no sé porque me da que Bagum tiene en mente alguna otra parada. – Responde Diocles mientras cuelga la bolsa de monedas que parece haber desistido de contar. – Lo que si vamos a hacer nosotros es comer algo, parece que Bagum se está retrasando. ¿Qué os parece comer unos Sabridis? Invito yo. –
Perfecto – Responden los hermanos casi al unísono – Y si necesitáis compañía y protección contar con nosotros, padre dice que es hora de que veamos mundo.
¡Menuda protección me iba a buscar con vosotros! – Ríe el griego con voz aguda – Solo pagando lo que coméis pagamos un barco que dé la vuelta al mundo – Continúa riendo mientras sube al carro.
Alfatar sube a la parte trasera del carromato y se sienta sobre uno de los cofres mientras Joram salta al pescante del carromato y azuza a los dos gordos bueyes con una larga caña, quienes protestan con un mugido apagado, antes de empezar a tirar lentamente del carro. Mientras, Diocles prefiere continuar a pie andando junto al carro ya que el ritmo de los animales es lo suficientemente lento para poder seguirles el paso de manera cómoda, cruzan lo que queda de la angosta callejuela en la que se encuentran esquivando decenas de cajas de madera, jaulas de mimbre apiladas contra las paredes, y restos de telas picadas que ha recibido el comerciante desde algún destino lejano y ha desechado tirándolas en la calle, esperando quizás que los pordioseros les encuentren uso y ahorrarse así el llevar el material a algún lugar donde no moleste con la consecuencia de acabar acumulándose tal cantidad de material en la calle que son las ratas y perros lo que encuentran cobijo entre las montoneras de material en descomposición. En Damasco la ley prohíbe que las calles principales alberguen basura, de ahí la obligatoria puerta trasera entre otros motivos, pero nadie se preocupa de esas calles ocultas a la vista en las que se desarrolla una vida tan viva o más que la que la gente ve de manera habitual.
La calle termina en una avenida más ancha que permite el tránsito de un mayor número de personas y carromatos. Aunque debido a lo avanzado de la hora que mucha gente ya se encuentra comiendo resguardados en alguno de los múltiples locales que invitan a hacerlo con sugerentes olores que llegan desde las cocinas donde ahora mismo los fogones están a pleno rendimiento, otros tantos continúan transitando por la atestada avenida obligándoles a un lento avance. La amplitud de la avenida no facilita colgar lonas similares a las de las callejuelas que impiden pasar el calor del sol creando refrescantes zonas de sombra, haciendo que el paseo por la avenida se convierta en un auténtico ejercicio de fe entre el sol implacable, el calor humano y los olores que emanan todos en conjunto que el calor vuelve opresivo.
Se unen al escaso flujo de movimiento de la avenida dirigiéndose hacia el local en el que, habitualmente, suelen comer cuando suben al Zoco. Diocles se para de vez en cuando para saludar a gente con la que puede colaborar de manera ocasional, cuando él se para el carromato continua su camino ya que conocen el destino y además, el ágil paso del criado griego que anda dando pequeños botes, le permite alcanzarle enseguida. Por otro lado, en ningún momento Diocles se permite perder de vista la carga que su señor le ha pedido y confiado, por lo que se asegura de que las paradas para saludar sean lo suficientemente breves para evitar que el carromato se aleje en exceso.
Finalmente llegan a su destino, una taberna embutida entre tiendas de alfarería y con una gran variedad de tiendas de especias enfrente que parecen pintar la calle de colores. Precisamente son productos de sus vecinos los que utiliza en la entrada de la taberna para cocinar comida en la calle que la gente apenas se para a recoger, pagando en marcha en muchas ocasiones. Frente a la fachada de la taberna se levantan dos varas que sostienen una larga lona utilizada para proteger del sol a los cocineros que usan cuatro grandes odres llenos de aceite algunos y agua otros que se están utilizando en ese momento para cocinar ricos pinchos de carne y pescado que se venden en el momento a los viandantes, con escasa afluencia en estos momentos ya que la hora de la comida termino hace un rato.
Así mismo la lona cubre la entrada a la taberna, una puerta de doble hoja descolorida y destartalada, y da sombra al enorme hueco que han dejado al desmontar los grandes paneles que hacen las veces de ventanas de madera que se ponen solo por la noche. Es junto a esta ventana donde los tres miembros del grupo ocupan una mesa que se acaba de quedar vacía, desde esta posición podrán comer disfrutando del aire que entra por la ventana y aparte tendrán vistas de la calle en lugar del interior del local que realmente tienen muy poco que ofrecer.
¡Hola Diocles! – Saluda una camarera dirigiéndose hacia la mesa - ¿Qué tal chicos? ¿Cómo esta vuestro padre? Hace tiempo que no le veo – Se dirige a los hermanos con voz alegre mientras recoge las cosas que han dejado los comensales anteriores.
¡Hola Zaira! – Responden los hermanos con entusiasmo – Salió de viaje hace un mes, todavía le queda una temporada para volver – Le cuenta Jhoram que no puede evitar mostrar más entusiasmo del precisado en la situación.
Hola – responde también Diocles – Hemos venido a comer algo mientras esperamos a Bagum. ¿Tenéis hoy los pinchos de Sabridis?
Si señor – responde ella alargando ligeramente la i mientras hace una graciosa mueca con los ojos en señal de repulsa.
En ese caso trae un bandeja grande y bebida para los tres, el pan que sea con miga.
¿Solo tres, el señor Notario no se une a la mesa? - inquiere mientras se asoma por la ventana – Esta hay enfrente – les señala.
¿Donde? – Diocles se gira e incorpora un poco para ver mejor. Al hacerlo observa como Bagum está pagando al herbolario enfrente justo delante de la taberna. Al terminar se gira y sus ojos se cruzan con los de su sirviente, tarda apenas un segundo para levantar la mano y saludar con un movimiento de cabeza, para después encaminarse hacia ellos y entrar al bar.
Hola señores – saluda a la mesa – Me uno a vosotros, perdonar mi tardanza, pero ciertos asuntos me han retenido. ¿Tenemos todo Diocles?
Sí, esta todo comprado y cargado, hemos hecho tiempo por si se le ocurría algo de última hora que comprar.
No, esta todo correcto. Algunas cosas que tenía en mente las he comprado yo y pagado para que las lleven después a casa con uno de los chavales del zoco, las dejara en la entrada como siempre si llega antes que nosotros.
La respuesta no satisface del todo a Diocles, que inquiere a su señor con la mirada. Este le sostiene la mirada y termina haciendo una levísima inclinación de cabeza que nadie parece percibir.
Las jarras de bebida se suceden alegrando gradualmente la comida, la deliciosa comida va dejando lugar a huesos roídos y blancos cuales testigos mudos de un festín propio más de una celebración que de una comida más. Durante la comida se han unido a la mesa algunos clientes de Bagum a los que él ha mandado avisar cuando ha tomado asiento, y amigos que, o bien pasaban casualmente por allí o ya habían quedado con ellos previamente sin una hora fija. Las palabras no son necesarias para explicar que aquello es una despedida, la guerra llega a su fin para bien o para mal y todo apunta que muchos de ellos dejaran de verse mucho tiempo o quizás para siempre. Durante la comida se han sucedido las risas y las chanzas, se han contado historias antiguas y nuevas, y, sobre todo, se han reforzado los lazos de amistad y camaradería.
Cuando el sol comienza a descender y el horizonte se va anaranjado la comida se da por terminada, poco a poco los comensales se retiran dejando monedas dentro del vaso que han usado para comer y parten un hueso de ave que hay sobre la mesa para dejarlo después sobre su plato. Bagum y Diocles son los últimos en levantarse, mientras que los hermanos ya hace rato que han sido enviados a casa con la mercancía, con órdenes de dejarla descargada en la cocina.
Ha sido estupendo ver a la gente antes de partir. – Comenta satisfecho Bagum mirando a Diocles que se está hurgando los dientes con un pequeño cuchillo.
Si la verdad, bueno e inesperado. – Responde cuando termina con gesto de satisfacción tras eliminar el objeto de su incomodidad.
Venga entonces, pongámonos en marcha.
Al salir Bagum mira hacia ambos lados mientras estira la espalda que se le ha quedado un poco dolorida tras varias horas de estar sentado. La sensación de ligera embriaguez es cálida y agradable, y se recrea en ella al fijarse en la calle en la que se encuentra. Ahora que mira la calle bañada por el sol del atardecer que tiñe de ocres y dorados las fachadas de los edificios se da cuenta de cuánto va a echar de menos esta bella ciudad que le ha cobijado durante toda su vida. Sus construcciones más antiguas de tipo romano los cuales apenas dejaron restos de nada anterior a su paso con su plan de reestructuración urbano, más funcionales y nada atractivas, se mezclan ahora con los nuevos diseños arquitectónicos, que tienen unas líneas más atractivas y fluidas. Las numerosas fuentes y jardines que los nuevos ocupantes de la ciudad han construido han refrescado y pintado de bellos colores las calles y plazas con gran acierto.
No muy lejos hay una fuente que le resulta atractiva para refrescarse un poco la cara, en el momento que sus ojos se fijan en el agua de la fuente nota como el reflejo cristalino de esta le atrae hasta darle la sensación de hacerle caer. Cientos de veces ha utilizado su Khanut para observar las hebras del destino, pero esta vez ha sido de manera totalmente involuntaria. Del destello de luz aparecen dos vasijas, una de ellas es sencilla y parece rota cerca de la base, la otra bellamente labrada. De la vasija rota gotea un líquido negro, viscoso y denso, que forma un estanque del que bebe una manada de lobos, sobre las vasijas nubes negras amenazantes entre las que dos ojos rojos aparecen mientras las nubes se baten asemejando las negras alas de un ave inmensa.
¿Bagum, estás bien? – Pregunta Diocles con gesto preocupado cogiendo a Bagum de la cintura.
¿Perdón? – Bagum mira a su alrededor como si no supiera muy bien donde esta – ¿Qué ha pasado? – se lleva la mano a la cabeza para masajearse las sienes tratando de calmar su desorientación.
Te has quedado mirando la fuente y casi te caes, cuando he ido a cogerte has murmurado “Alas negras se baten desde el pasado”.
¿Lo he dicho en alto? ¿alguien lo ha oído?
No te preocupes, casi ha sido un susurro. - Le tranquiliza el sirviente.
Entiendo – Mira a los ojos de su sirviente - Algo ha ocurrido lejos de aquí, debemos terminar los preparativos del viaje. Saldremos en unos días, lo antes posible de hecho. - Dice esto andando hacia casa con paso vivo tal que a Diocles le cuesta seguirle cuando habitualmente es al revés.
Como digas, te recuerdo que en cuatro días está la reunión con el Califa para levantar acta de las cesiones de tierras que han planteado. –
Lo se Diocles, de hecho, partiremos al salir de esa reunión, así que date prisa y deja todo lo posible atado, lo que no consigas cerrar déjalo.
Así se hará, en ese caso no iré a casa aun, me voy a acercar a hablar con el contratista de la caravana para ir a Sidón, quizás nos devuelva aun el dinero del adelanto. - Tras decir esto se separa de Bagum cogiendo una de las bifurcaciones por las que pasan con el saltarín paso que le caracteriza.
Bagum se acerca a la fuente de la visión y se sienta en el borde para meter la mano izquierda en el agua y beber. Es una bella fuente, labrada en mármol y coronada por esculturas de caballos rampantes de alabastro, que surgen de la fuente como si nacieran del agua y bramando por su nueva vida con sus hocicos abiertos tratando de morder el aire. Mira el fondo de la fuente sobre el que descansan piedras de pequeño tamaño y conchas de colores iridiscentes usadas para decorar el fondo con los reflejos del nácar del interior de estas.
Por un instante se deja llevar por los recuerdos y revive la visión con calma, revisando cada detalle.” De las sombras aparecen dos vasijas, una de ellas es sencilla y parece rota cerca de la base, la otra bellamente labrada y nívea. De la vasija rota un líquido negro gotea hasta formar un estanque del que bebe una manada de lobos de aspecto salvaje, sobre las vasijas se forman nubes negras de las que surgen dos ojos rojos que se dirigen hacia el batiendo las nubes como si fueran alas negras.”
Pero en esta ocasión algo es distinto, casi sin querer y de manera natural, ve perfectamente las hebras que conforman el tapiz de la visión. Como si estuviera mirando con lupa un tejido y es capaz de percibir cada hilo y, además conociera cuál es su función en toda la creación de la visión. Por un momento siente la tentación de estirar las manos y tocar el tapiz, pero sabe que provocaría cambios en el futuro.
Para afectar el tapiz del destino tan solo precisa de lanzar una profecía, que doblegaría el futuro a sus deseos, esa es la habilidad máxima que otorga la Khanut. Y esto significa que el profeta anterior a muerto y que ahora él es el recipiente único de esta habilidad.
Supongo que este será tu mensaje póstumo, desconocido amigo. Espero que tu viaje al más allá sea tranquilo y hayas tenido una buena vida – Se dice para sí mismo entre dientes, como si elevara una plegaria.
Saca la mano del agua y se la seca en la ropa inconscientemente mientras mira en derredor. Parece que la vida continua a su alrededor, aunque el haya cambiado para siempre. De improviso le vuelve a la cabeza que debe terminar algo, lo que hace que su semblante se ensombrezca el resto de camino de vuelta a casa.
Las dos hojas de madera de la ventana están completamente abiertas, permitiendo el paso del aire nocturno procedente del mar y la clara luz de la luna que se refleja con cálido fulgor en el espeso y palido cabello de Luz.
Alyoret se recrea mirando la perfecta espalda de la mujer, de formas marcadas y piel ligeramente bronceada por el sol, que acompaña adelante y atrás los envites que este le propina con agresiva suavidad. La desnudez de Luz descubre un cuerpo marcado de tatuajes, animales e iconos de un lenguaje perdido tiempo atrás se mezclan de manera elegante, destaca sobre todo ello una enorme águila tribal que le cubre gran parte de la espalda. Las manos del hombre agarran firmemente las caderas de la mujer, como si temieran que ella tratara de escapar en cualquier momento, soltandola solo durante cortos instantes para acariciar la zona baja de la espalda, allí donde se comba para luego elevarse de nuevo al llegar a unos maravillosos y fuertes glúteos que se empeñan en apretarse con fuerza contra el abdomen del hombre. El momento del clímax se acerca para ambos y ella lo demuestra jadeando al mismo son que el cabecero de madera de la cama golpea secamente la pared, acompañando el movimiento con rítmicos crujidos. El pelo de Luz, de un rubio pálido casi blanco, cae a raudales sobre sus hombros para cubrir la parte superior de la cama y moviéndose en consonancia con su cuerpo. Los suaves gemidos, parecidos a ronroneos, poco a poco dan paso a gemidos más fuertes por parte de ambos que acompasan sus esfuerzos y con unos movimientos cada vez más salvajes y animales. Ambos respiran con fuerza mientras aceleran el ritmo del primitivo baile y comban sus cuerpos para unirlos durante unos segundos antes de que el mundo a su alrededor explote en una orgia de sensaciones y el placer final del sexo con alguien deseado.
Los jadeos van desapareciendo poco a poco mientras recuperan el resuello y se tumban juntos sobre la cama para continuar besándose con el ansia de quien ha estado tiempo separado y se reencuentra descubriendo el ansia que le producía el no verse. Tras esto queda el placentero silencio de la noche que, con su brisa fresca, acaricia sus húmedos cuerpos y amortigua el calor del deseo.
Tendríamos que separarnos más a menudo Luz – Susurra Alyoret en tono jocoso besando el cuello de la mujer bajo la oreja.
La verdad que no he quedado muy satisfecha, seguro que te has entretenido calmando tu deseo con alguna otra mujer mientras he estado fuera – Responde ella acompañando con un suave puñetazo en el hombro él la frase y un brillo malicioso en los ojos – O eso, o sí que he tardado en volver y estas más viejo.
Jajajaja, no preciosa, nunca le haría eso a ninguna mujer, Pobre de ella si te enteraras.
Tenlo por seguro – Amenaza ella con una sonrisa felina mordiendo con más fuerza de la necesario un pezón del hombre.
Luz se gira en la cama, dándole la espalda y dejando que su amante la abrace con sus poderosos brazos. Disfruta con esta posición y le hace sentirse protegida. Nota el cálido aliento que le acaricia el cabello de la nuca haciéndole unas cosquillas insoportables, pero no se queja, ha sido mucho tiempo deseando que llegara el momento de reunirse de nuevo con él y poder tocarle como iguales.
Cuéntamelo de nuevo Oso, cuéntame que viste en el ritual, que te mostraron sus ojos.
El coloca su cabeza sobre la de ella y poder así susurrarla al oído, esto hace que sus cuerpos se junten más si cabe y enredan sus piernas creando un nudo indestructible.
Me ha mostrado el camino a seguir. Me ha mostrado que los cuervos volverán a completar el ritual de renovación una vez más, después de más de doscientos años. Y lo más importante, que el espíritu de Shalafi nos acompaña de nuevo esperando ser despertado. – Esta última frase le sale entrecortada. – También se confirma que nuestra hoja de ruta no ha cambiado, aunque Jahan haya muerto a manos de los Lobos probablemente, y tenemos nuevo profeta, quien aún está por descubrirse. En cualquier caso, los acontecimientos se precipitan y parece la primera parada del camino nos aguarda en algún lugar entre Sidón y Damasco.
Recuerda amor que el futuro no es inmutable cuando la Khanut anda por medio. He visto y he percibido mucha actividad armónica durante este último tiempo, creo que llega un momento de ebullición. – se gira para decirle esto mirándole a los ojos y acariciarle suavemente la mejilla. – Y sabes que en momentos de ebullición los cambios son inevitables e imprevisibles.
Lo se Luz, y son cambios lo que necesitamos para avanzar. Llevamos dos siglos preparándonos para el momento de volver a formar parte del juego y ahora se presenta la oportunidad. Recuerda lo que sabemos y como esto terminara sí, los que conocemos la verdad que se esconde tras la refulgente claridad de los renacidos, no hacemos nada. - Dice estas palabras mientras la levanta en vilo para sentarla encima de el a horcajadas. - Nos llaman los caminantes de la noche, y así debemos seguir moviéndonos, pero nuestro momento se acerca y estoy deseando poner mi brazo al servicio de Bulfasor para la lucha final.
¡Y yo luchare a tu lado hasta el final amor mío! – Exclama con voz entrecortada al sentir de nuevo la presencia del hombre en su interior. – Que la aciaga noche caiga sobre los malditos relucientes. –
La luz de mañana sorprende una cama vacía hace rato, sus ocupantes ya se encuentran desayunando en la planta baja de la posada que ahora mismo se muestra vacía a excepción de ellos dos y el dueño del local que, está barriendo como tratando de quitar la suciedad incrustada por mil jarras derramadas.
¿Cuánto tiempo tienes previsto que nos quedemos en Sidón? – Pregunta Luz después de parar de beber algo de agua.
Voy a participar en el torneo los próximos días. Es el paso previo para dirigirnos a Damasco. – Dice mientras mira concentrado el reflejo de un té negro y excesivamente amargo. – El tapiz indica que algo grande ha de ocurrir allí, pero ahí una cosa que me preocupa. – Hace un alto para beber de la taza y pronunciar unas palabras después – El tapiz no es claro con lo que va a ocurrir en los próximos días. Algo perturba las líneas sobreponiéndolas, nunca había pasado, si había visto cambios bruscos en la imagen que muestra representativas del lanzamiento de profecías, pero esto es nuevo. No parece afectar a la línea temporal completa, solo al momento actual a su paso, pero impide leer correctamente los hitos del tapiz.
¿Puedes preguntarle a la sabia acerca de esto?, siempre me dices que parece conocer todas las respuestas – Le inquiere la mujer.
Tendré que hacerlo, pero mil veces hemos hablado del tapiz y jamás me hablo de esto. Como te digo los cambios si ocurren, no demasiado, pero ocurren, esto es más como si un gusano se moviera por debajo del tapiz y las líneas se superpusieran impidiendo distinguir el dibujo que hay debajo.
Entiendo, y ¿hacia dónde se dirige esa perturbación del tapiz? – vuelve a preguntarle Luz.
Directamente hacia aquí. – Responde levantando la cabeza y poniendo una sonrisa en su cara. – Lo que sea que sea ya está aquí, y creo que no tardaremos en saber qué o quién es.
Te veo muy contento teniendo en cuenta que algo así se encuentra entro nosotros oso.
La idea de participar en el torneo me hacer sentir vivo, y un lindo pajarito a dormido en mi cama, entre otras cosas. El resto de cosas no es importante –
Su boca responde a Luz, pero sus ojos no apartan la mirada del té, cuyo negro fondo sirve de perfecto telón para la imagen que recuerda del tapiz. Prácticamente toda la zona donde se centra Alyoret, que corresponde a este y los próximos días esta mezclada, como si una mano hubiera removido la paleta de colores de un artista, solo algunos bordes se ven aun entre los que resaltan bellos y coloridos pendones coronando una gran tienda de campaña, en otro lado perros deformes se superponen con el cuerpo de un enorme águila saeteado mientras un niño mira sus restos con curiosidad en medio de un charco de sangre, en la mano del niño una estatuilla y una corona en la otra. Sea lo que sea que perturbe el tapiz ha cambiado el transcurso normal de los acontecimientos, dándole una oportunidad de evitar el destino que la esperaba a luz y que le ha robado noches de sueño eternas.
Me ha gustado mucho verle de nuevo, es un auténtico líder y muy respetado por nuestra gente. – Habla Luz una vez terminada una pequeña tajada de pan untada en mantequilla que le ha dejado brillantes las puntas de los dedos que se chupa tras decir esto.
Ya queda poco para volver a casa, yo también tengo ganas de verle, de verles a todos. – Responde Alyoret con un brillo melancólico en sus ojos.
Por lo que me ha enseñado están preparados para marchar en cuanto lo ordenes, y los buscadores parecen haber realizado descubrimientos muy interesantes que quiere compartir contigo. Solo quiere agradarte.
Lo sé y me preocupa que se piense que es necesario. En ocasiones sobreactúa demasiado para dejar claro algo que se ve a simple vista. – Alyoret termina de apurar el líquido de su taza con un largo trago. – Ya estaba listo para liderar antes de irnos nosotros de allí.
Sí, pero tu presencia pesa mucho, y más para él.
Terminará por superarlo, dale tiempo.
Apartando un poco los útiles del desayuno da a entender que ha terminado, lo que hace que automáticamente el dueño del local se acerque a retirar las cosas de la mesa. Con un movimiento de la cabeza Alyoret agradece el gesto y suelta unas monedas sobre la mesa que cubren el desayuno y la próxima noche de habitación, monedas que el posadero recoge con dedos agiles e introduce en un bolsillo apenas perceptible en el delantal.
Voy a presentarme ante Arekose esta mañana para aceptar personalmente la invitación. – Dice Alyoret tras esperar que el posadero se retire – Necesito que hagas algo, es importante.
Lo que digas, pero no me mandes lejos por favor, acabo de volver. – Ruega Luz mirando a los ojos de Alyoret y dejando el vaso de agua en la mesa.
Lo siento, pero es importante que vueles al desierto y busques a alguien...- Le dice cambiándose de sitio para sentarse a su lado y hablar en privado.
Forsac mira en derredor desde el promontorio sobre el que se ha subido para tener una panorámica de los alrededores más amplia. La elevación de piedra granítica se levanta algo más de cinco metros sobre el terreno donde da comienzo un valle que se extiende en el horizonte, perdiendo altura de manera suave y gradual desde este punto hasta llegar a las zonas cercanas al mar. Unos tatuajes en forma de finas líneas abiertas en abanico que parten de un punto central tras las orejas, permiten a Forsac activar el Naijii, la capacidad de respirar aire a través de esta especie de branquias impresas en su cuerpo permitiéndole captar olores o esencias con asombrosa claridad. En este caso Llevan un día siguiendo el rastro de la Khanut de quien armonizo con el fuego, y aunque cada vez más débil, el rastro sigue claro. Espera unos instantes hasta ver pasar por debajo de la elevación a Blame con los caballos, para acto seguido, dejarse caer los cinco metros que le separan del suelo. La caída es fugaz, y al llegar abajo recepciona la caída flexionando un poco las rodillas como si el salto hubiera sido mucho menor gracias a la activación en esta ocasión de la impresión de dote llamada Forzarii que endurece su cuerpo hasta el límite.
El rastro continua hacia el oeste, como hasta ahora. Debemos darnos prisa, ya debiéramos habernos reunido con Puc con buenas noticias en el otro lado. – Dice Forsac subiendo con agilidad a la montura agarrando después a Blame del antebrazo - Percibo también un olor que no soy capaz de reconocer, es una Khanut distinta a las que he olido hasta ahora.
¿A qué distancia? - Pregunta Blame dirigiendo la mirada al interior de la estepa que se extiende ante ellos.
No mucho más adelante supongo su rastro está aún vivo, puedo percibir ambas líneas de poder y diferenciarlas, la nueva es más reciente y la percibo con mucha más fuerza, es casi desagradable.
No existe la casualidad cuando hablamos de los poderes de la Simphonia, esta circunstancia no juega a nuestro favor seguro. En cualquier caso, no tenemos opción quien quiera que sea nos ha visto matar a Jahan con el “corazón”, Ahri nos despellejaría si dejamos que escape ese Mago. – La gutural voz del grueso Blame contrasta con la voz mucho más suave de su interlocutor, no tanto por el timbre como por el tono pausado y tranquilo que siempre utiliza.
No debemos andar muy lejos, la distancia que ha recorrido ya es más de lo que había visto nunca para un viaje armonizado. Sera interesante ver quien se esconde tras la llama. – Responde con una muesca salvaje en su cara. Forsac es una bestia difícil de dominar con Ahri cerca, sin ella Blame alberga pocas esperanzas de dejar algo con vida cuando encuentren al mago, allí donde este.
Arreando sus monturas continúan bajando la suave pendiente que les lleva a viajar a través una estepa de hierba baja y alguna pequeña formación de árboles que se dibuja en la distancia, así como de rocas de tamaños diversos, desde rocas del tamaño de un hombre a rocas de tamaño descomunal que podrían dar cobijo un pequeño pueblo con su sombra, pero del mismo tipo que les indica que quizás en algún momento hubo aquí una cadena montañosa de la que solo quedan estos silenciosos vestigios. Durante el resto del día viajan a buen ritmo, guiados por la capacidad de Forsac que impide que pierdan el rastro aun claro, aunque cada vez mas débil, parándose a descansar con la luna ya alta en el firmamento y con la certeza de que el segundo rastro de Khanut está cada vez más cerca. Sacan comida seca de las alforjas junto a un odre de agua que han recogido durante el día y que aún se mantiene fresca, aunque el odre no es de muy buena calidad y le ha pasado algo de sabor al agua, cosa que les desagrada en gran manera, pero la necesidad manda. La cena es rápida y frugal, sin hoguera para no delatar su posición, e inmediatamente después se colocan sentados uno frente a otro y canalizan algo de Khanut hacia un tatuaje que tiñe su piel, son dos tatuajes similares, aunque cada uno lo tiene en una parte del cuerpo. El tatuaje representa una herida de garra con tres incisiones irregulares, en el antebrazo derecho Blame, en el costado izquierdo Forsac. Aunque no es necesario Blame acaricia la impresión de dote y, tras concentrarse en la Khanut, sendos tatuajes brillan suavemente con un tono azulado, la armonización les lleva primero a un estado de éxtasis en el que notan vacío, para rápidamente percibir la presencia del otro en ese mismo vacío y quedar a la espera. Pasan unos minutos hasta que una tercera presencia se manifiesta en el vacío, una perturbación en el espacio que termina ocupando le precede avisando de su llegada.
¿Le habéis encontrado? - La voz de Puc resuena con fuerza en sus mentes.
Aun no, pero estamos cerca. Llevamos más de un día siguiendo el rastro sin parar. – Responde Blame
Increíble, esta distancia es sorprendente. Tener cuidado con quien encontráis, este viaje de armonización es asombroso, no sabemos el poder con el que cuenta, aunque debe estar extenuado.
Hemos viajado al noroeste, estamos cerca de Kufa. – La afilada voz de Forsac inunda el vacío.
Yo me encuentro ya en Damasco, el “corazón” nos esta guiando hacia el nuevo profeta con celeridad, terminar el encargo de Ahri, pero sed precavidos. El corazón no deja de brillar con fuerza, algo está pasando en la zona con la Khanut. – El aviso de Puc es lo último que perciben antes de que su presencia se desvanezca.
No entiendo que hacia un mago con Jahan, y que no le ayudara. De hecho, fue demasiado fácil matar a Jahan y a su gente ¿no crees? - Pregunta Forsac cuando salen de la comunicación.
El corazón tiene muchos poderes que solo Ahri conoce, quizás el mago lo percibió y no entro en la batalla a causa de esto. – Responde lacónicamente Blame.
En ocasiones me parece que viajamos ciegos con alguien que lo ve todo a nuestro lado, pero no comparte lo que ve. – Sentencia moviendo la cabeza a los lados.
Ten cuidado Forsac, mi lealtad contigo es a través de nuestra líder. - La dureza de su voz hace que el otro hombre se estremezca ligeramente - Sabemos lo que necesitamos, y tengo la certeza que si supiéramos más moriríamos inmediatamente. Así que conténtate con que alguien que predice y escribe el futuro no haya podido evitar su muerte y la de los suyos dándonos problemas. Ya quisieran Noctae o los Inhumanos, o cualquiera de los equipos guía, tener a Ahri como líder de equipo.
Con esta frase se da por terminada la conversación y ambos se recuestan sobre el petate que han bajado del caballo para dormir a la intemperie antes de que el sol vuelva a alumbrar su camino.
El alba llega demasiado pronto, sorprendiéndoles aun descansando, como empujados por resortes se incorporan para recoger rápidamente y estar sobre los caballos de nuevo en apenas unos instantes. Mientras comienzan a cabalgar, Forsac saca de un morral raciones secas y agua, aunque Blame se lo rechaza y coge la delantera para explorar mientras su compañero, a un paso más tranquilo, da buena cuenta de ambas raciones. Forsac no entiende como Blame es capaz de comerse un cordero en situación normal y estar a la vez varios días sin comer cuando salen de caza, sus más de ciento ochenta kilos deben pedir a gritos ser alimentados en este momento.
No tarda mucho con reunirse con su compañero que le espera algo más adelante en uno de las pequeñas agrupaciones de árboles que siembran la estepa junto a una de las enormes rocas graníticas al albur de la que los arboles han prosperado grandes y fuertes protegidos del viento que suele cruzar con fuerza los llanos terrenos esteparios. Mientras se acerca ve como Blame esta agachado tocando lo que parecen ser restos de una pequeña hoguera de los que levanta una pequeña nube de polvo y ceniza al retirar la mano para eliminar después los restos que han quedado adheridos a ellas palmeando una mano con la otra, terminándose por limpiar en la culera del pantalón.
Todavía está caliente, no hace mucho que han abandonado el campamento. - Dice mientras sube a su montura - ¿Hueles algo?
Desde luego si no son ellos, han pasado por aquí. La presencia del rastro aquí es casi nauseabunda – Inquiere Forsac con una mueca que evidencia un esfuerzo real por evitar el vómito mientras la zona de su cuello donde tiene impresos los tatuajes se hincha con fuerza marcándole las venas.
Ya te dije que la casualidad no existe en el Tapiz, avancemos con cuidado no deben llevarnos más de un par de horas de ventaja, y por el rastro que han dejado no se mueven excesivamente deprisa. - Explica el gordo Blame subiendo al caballo con una agilidad que parece ignorar su peso real - Por el rastro que han dejado deben ser cuatro o cinco a lo sumo, no creo que representen problema para lo que tenemos que hacer.
Mis cuchillas tienen hambre, que sean un problema lo hará más interesante. – Forsac gira al caballo para enfilarlo en la dirección que venían siguiendo tras decir esto con los ojos tan abiertos que sus redondas pupilas se pierden en un mar blanco acompañados de la sonrisa propia del sádico que es mostrando los dientes apretados.
Durante medio día siguen ambos rastros de Khanut que ya parecen ser uno solo, aunque por momentos el rastro del mago que armonizo el viaje se va atenuando hasta terminar de desaparecer cuando el sol se encuentra en su punto álgido. Son las habilidades de Forsac las que les posibilitan poder seguir el rastro de la Khanut, cuando el rastro termina por desaparecer desespera mirando el sol, no puede creerse que no hayan alcanzado al mago en dos días, no puede ser que nadie viaje tanta distancia con una armonización.
Blame se termina aquí el rastro, se acabó la parte fácil. Es increíble el salto que ha dado, nunca había visto una armonización tan potente.
El rastro de la Khanut sigue la misma dirección desde que salimos de la guarida de Jahan, continuaremos igual el resto del día, además nuestros amigos del campamento de esta mañana también están dirigiéndose en esta dirección, alcancémosles y veamos si podemos aprender algo de ellos. – Responde Blame limpiándose el sudor de la cara con un trozo de tela que ya hace tiempo dejo de admitir más líquido y que escurre empapando el lomo del caballo negro que monta.
Quizás ellos conozcan la zona y nos lleven a alguna población, estamos casi sin reservas de comida y nos vendría bien saber dónde estamos de una manera más exacta. – Los ojos de Forsac no dejan de buscar en el horizonte mientras responde a su compañero. – De todos modos, es extraño que no les hayamos dado alcance todavía, somos dos y hemos mantenido un ritmo muy rápido. Esta mañana nos levaban una ventaja que debiéramos haber absorbido hace rato.
Han cambiado la pauta, el paso de paseo de ayer lo han ido acelerando durante la mañana, están apretando el paso. Deben ir mas cargados que nosotros ya que el rastro es ahora mismo más que evidente, casi están gritando por donde pasan. – Responde Blame. – Que su rastro nos sirva de guía para saber que los tenemos delante, si cambian de dirección les dejaremos. Si esta noche no sabemos nada del Mago abandonaremos para ir a Damasco con Puc.
Quizás podríamos darles alcance durante la noche y sacarles la información que tengan, no olvides que uno de ellos es tiene acceso a la Khanut. - El guiño cómplice que acompaña la frase le hace gracia a Blame.
Un día esa ansia de sangre tuyo te saldrá caro. – Le responde Blazer con desdén.
El grupo de cabeza no se preocupa por ocultar su rastro por lo que es relativamente sencillo seguirlo y los dos jinetes deciden apretar el paso aprovechando esta oportunidad y recortar así la distancia que les separa con el palpito de que esta gente esté relacionada con su mago huido. El resto de la jornada es una prueba de resistencia para sus monturas que, lejos de mostrar cansancio, parecen querer demostrar sus hechuras con un ritmo sostenido muy alto. Cuando el manto de la noche comienza a cubrir la estepa el ritmo se va reduciendo para evitar lesiones en los caballos, y terminan por caminar con los caballos cogidos de las bridas. Al llegar al término de una pequeña elevación ven, demasiado cerca, una luz que debe corresponder a una pequeña fogata semioculta en un agujero excavado en el suelo.
Retrocedamos al principio de la elevación para que cubra nuestra presencia. Mañana amanecerá por detrás nuestra y podrían vernos desde esta distancia. – Señala Blame entre susurros a lo que Forsac responde asintiendo con la cabeza.
Tras dejar los caballos abrevados y ocultos, deciden acercarse a reconocer el grupo acampado. Aprovechando las pequeñas estribaciones que tiene aquí el terreno consiguen llegar hasta el perímetro de luz de manera rápida y sin peligro, una vez aquí ven como el grupo está formado por cuatro personas que parecen estar terminando de asegurar los caballos para pasar la noche y preparando algo de comer en el pequeño fuego que han encendido. El fuego arde dentro en un pequeño hoyo que hace las veces de refugio para la llama y que el aire no le golpee demasiado, y a su vez lo oculta bastante, impidiendo que sea visto desde grandes distancias en la noche, debido a esto casi se meten en el campamento sin quererlo.
Esperan unos momentos para dejar que se sienten y relajen, lo que facilitara que se acerquen aún más sin ser vistos. El olor del guiso llega hasta sus fosas nasales recordándoles que llevan cuatro días comiendo carne seca de camello y bebiendo agua recogida de manantiales de pequeño tamaño que no suelen estar muy asentados, por lo que comen arena a la vez que beben agua.
Esperan a que comiencen a comer y beber para deslizarse por el suelo sin realizar el más mínimo sonido hasta llegar a una piedra cercana que les promete cobijo si están en silencio. Notan el tacto rugoso y frio de la roca al apoyar su espalda en ella, pero a la vez les da la seguridad de que, mientras los cuatro hombres no se muevan, estarán seguros escuchando lo que digan.
La escolta que has contratado para la caravana es muy numerosa Wei-Shin, el equipo que llevaban de buena calidad, ¿dónde los has encontrado? – Pregunta Cho poniéndose en cuclillas al lado del fuego para coger un poco más de guiso.
Nuestro nuevo socio se ha encargado de todo, cuando preparamos la ruta y decidimos probar a abrir una nueva vía se encargó de este tramo hasta Sidón y embarcar. La verdad que estoy contento con su aportación, no solo por la escolta, sino por la gestión en cada punto que ha realizado. – Las palabras de Wei-Shin muestran cierto orgullo.
La verdad que ha sido información muy fiable la que ha aportado y los puntos de parada en población muy cómodos y limpios. - Apunta uno de los hombres que comparten el fuego con ellos apuntándoles con unos palillos con los que se ayuda para comer.
Si, tendré que felicitarla por su trabajo. Además, en el trato entraban estos gastos, por lo que es de agradecer que no haya escatimado en la contratación de estos servicios. – Wei-Shin se apoya en la piedra usándola de respaldo y dejando a un lado los útiles de comida. – La caravana llegara en un par de días a Damasco y pararan lo justo para descargar la mercancía que se deba quedar hay y dar algo de descanso a los animales, de ahí a Sidón otros dos días de camino.
Si no recuerdo mal, hablamos con la caravana de que eran tres días este trayecto ¿casi cuatro no? – Pregunta Cho con la boca llena de guiso. -
Sí, pero finalmente he enviado la caravana por el camino más rápido. El cauce de un antiguo rio pasa por en medio de ambas ciudades, aunque ahora queda solo un arroyo por llamarlo de alguna manera que únicamente tiene cauce unos días al año. Los romanos construyeron un puente de piedra para salvarlo durante su periodo de asentamiento en la zona. Es un precio un poco caro el que cobran por su peaje, pero creo que con los dos días de ahorro en forraje y estancia de la caravana sale a cuenta – Responde Wei-Shin con los ojos ya cerrados y notando como el sopor se va haciendo dueño de su cuerpo.
Durante unos instantes todos quedan en silencio mirando la pequeña hoguera ensimismados en sus pensamientos, solo los animales se permiten en romper el silencio con sus ruidosos ronquidos mientras duermen.
Nos hemos desviado tres días del plan de ruta, ¿llegaremos a tiempo a Sidón para embarcar? – Pregunta el último de los hombres que quedaba por hablar.
La caravana tiene prevista una parada de casi dos semanas en Sidón para vender los artículos destinados para su venta allí, y comprar lo que tenemos solicitado para llevar a Siracusa. – Responde Wei-Shin
¿Tienes idea de cuánto tardaremos en llegar a nuestro destino? – Esta vez es Cho el que pregunta, se nota incomodo al hacer la pregunta, da la sensación de que la desviación de ruta le ha molestado. Aunque lanza la pregunta su atención se centra en el escudo que le salvo la vida en el combate contra los nómadas, lo frota suavemente con un trapo de lino tratando de eliminar los pequeños arañazos que la flecha que impacto en el en lugar de en su espalda dejó, arrancando destellos de luz al reflejarse la hoguera en su brillante superficie.
Desde donde se encuentra Blame ve perfectamente el escudo y el símbolo que representa dejándole sin respiración. El cuervo dibujado en el metal parece mirarle reflejando el rojo fuego en sus pupilas.
Ya estamos cerca Cho, no te preocupes. Podríamos haber llegado hoy, pero tarde. Prefiero presentarme en el poblado con el sol iluminándonos.
Tienes razón, aunque los moradores de la estepa suelen ser cordiales con los extraños, una visita nocturna podría ser mal aceptada. – Razona Cho más para sí mismo que para el resto del grupo. – Y la persona que buscamos, ¿Estaba en los planes desviarnos para encontrarnos con ella?
Ciertamente no Cho. - Responde Wei-Shin – Las cosas debieran de haber sido de otra manera, pero adaptarnos a las circunstancias es vital en nuestro trabajo. La aprendiz de Jahan tendría que habérsenos unido en Damasco, esto ha sido un inconveniente forzado por fuerzas ajenas.
Espero que me expliques en algún momento esta nueva faceta tuya de saber cosas sin saber por qué. ¿Cómo es posible que conozcas un sitio en el que nunca has estado y a quien encontraremos? – Insiste Cho ya tumbado sobre una esterilla y su equipo cerca.
Te prometo que en cuanto sepa cómo va te lo digo. – Responde Wei-Shin casi sin sentido ya sumido en la primera fase del sueño.
Cada uno recoge sus cosas y se preparan para dormir después de repartir las guardias. La primera la hará Cho, lo que le obliga a levantarse del sitio que ya había elegido, que apoya la espalda en la roca que les protege para tener una panorámica de la hoguera y sus compañeros mientras duermen. Uno de sus compañeros alimenta el fuego antes de apoyar la cabeza en el petate que usara a modo de almohada y dejarse llevar por el cansancio que machaca su cuerpo.
Los lobos se dan por satisfechos al terminar la conversación que espían y, con sumo cuidado, se marchan en dirección a sus caballos. Ya a una distancia segura se permiten andar agachados para que la luz de la luna no rebele su posición por ser impacientes.
¿Qué te parece Blame? - Un leve jadeo queda casi oculto mientras Forsac habla en un susurro
Que estamos en el camino correcto y que estos hombres nos darán problemas en cuanto descubramos nuestra presencia. – Sentencia Blame – Uno de ellos tiene un escudo con el símbolo de los cuervos grabado en él, Hacía tiempo que no se veía tan claro el estandarte de los desaparecidos hijos de Bulfasor, ese escudo llamara la atención en cualquier sitio que pase. Se oyen rumores aquí y allá de avistamiento de cuervos, pero yo personalmente no había tenido la ocasión de verlos.
Pues entonces parece que nos hemos encontrado con una partida de ellos, y en el sitio más inesperado. – La respuesta del oscuro acompañante es totalmente exenta de emoción.
Una aprendiz, la aprendiz de Jahan ha realizado el salto más largo que hemos visto armonizando. Un puto aprendiz nos tiene dando vueltas por el mundo y los cuervos van en su busca. – Maldice el Lobo con cara de querer golpear al alguien estrujando el trapo con el que se ha estado secando el sudor todo el día.
No le des más importancia de la que tiene, seguramente la desesperación ante la muerte la empujara a saltar más allá de sus capacidades. Según me conto Ahri cada mago tiene una capacidad de canalización que llaman canal de control, el canalizador puede superar su canal de control para realizar proezas excepcionales a riesgo de unirse a la fuente para siempre. Si no se ha unido a la fuente yo personalmente la enviare con su creador. – La voz suave de Forsac le hace parecer más peligroso aun al decir estas palabras sin necesidad de la horrible sonrisa que Blazer está cansado de ver en su cara.
No cruzan más palabras y no necesitan hacer turnos de guardia, incluso dormidos sería imposible sorprenderlos. Se acomodan para descansar usando los petates para apoyar la cabeza y unas toscas y finas mantas para poner sobre el suelo, rápidamente se dejan llevar por el sueño con una facilidad que da la practica durante años de dormir a la intemperie.
La ciudad rebosa actividad por doquier, el torneo de invierno es una de las principales atracciones del Sidón y no solo la gente de la ciudad lo vive con gran interés, gente de toda la comarca y zonas limítrofes se animan a realizar el trayecto para disfrutar de un evento que goza de gran fama desde hace tiempo. El gobernador de la ciudad se encarga de que las atracciones de esos días sean espectaculares y, si se tiene la suerte de poder acceder a ellas, únicas. Feroces animales combatiendo entre ellos, actores y gente de la farándula circense ofrecen continuos espectáculos en casi cualquier parte de la ciudad, pero todo esto queda en nada cuando comienza el torneo de acero. Mientras se esté realizando un duelo no puede darse otro evento que distraiga la atención de él, ya que el Gobernador se encarga de pagar grandes sumas para tener los mejores en la arena y dotar así de gran prestigio las escuelas de la ciudad de las que provienen la mayoría de combatientes, así como casi todos los campeones de la historia del torneo. Estas escuelas no solo dan unos réditos económicos importantes a la ciudad en forma de impuestos y aportaciones en forma de asistencia militar puntual, además forman grandes guerreros que suelen terminar encontrando trabajo alquilando su espada en la comarca llevando la insignia de Sidón en el pecho junto a la del señor para el que trabajen y aportando parte de sus ingresos a los fondos de la ciudad. En el área se concentran algunos grupos militares de gran importancia, por un lado, el ejército combinado de las ciudades bajo el mandato del califato Omeya, que, aunque dan total libertad a sus gobernadores mientras paguen sus impuestos, exigen que los ejércitos atiendan a la llamada del califa en caso de ser necesario, y por otro las ciudades más importantes entre las que se encuentran Sidón, Kufa y Jerusalén que formaron una década atrás un consorcio para apoyarse entre ellas y sacudirse de encima el control del Califato en cierto modo. El gobernado Arekose tiene especial interés en contar con un ejército fuerte y su obsesión desde hace años ha sido trabajar en pro de este fin, para alcanzarlo comprendió que no solo el erario público podía ser responsable de correr con el gasto militar ya que, en sí mismo no genera retorno en forma de beneficio de esta inversión, por lo que no podría invertir en desarrollar otras áreas tan o más importantes en la ciudad. Así que, aparte de invertir grandes sumas en el ejército, promovió la creación de escuelas de acero. Estas se encargarían de preparar a los mejores luchadores y dotar de prestigio a su ciudad, después estos luchadores podrían pasar a formar parte del ejército regular de la ciudad, con un sueldo mediocre pero garantizado y con cierto prestigio dentro de los muros de la ciudad, o bien quedar asociados a sus escuelas a través de sus unidades mercenarias con base en el área cercana a Sidón que suelen pagar bastante más, aunque no pagan en balde. Estas unidades mercenarias son completamente independientes en sus decisiones, pero tienen el compromiso adquirido de apoyar a Sidón en caso de ataque para defender la región que les da cobijo.
Alyoret pasa frente a la puerta oriental al cruzar la avenida y ve como el tráfico de caravanas continua sin detenerse a pesar de que la guerra está a las puertas de Damasco. Rodea un montón de cajas de madera que se han dejado en el suelo para irlas introduciendo en un edificio cercano por medio de una hilera de hombres que las introducen en una secuencia que se le ofrece infinita. Enfila la avenida principal acompañado por varios cientos de personas que la llenan de bullicio y movimiento, los carromatos de alegres colores de la nobleza local comparten espacio con los de carga más sencillos y robustos, pero si algo tienen en común son las tremendas heces que los animales de tiro van dejando por doquier haciendo difícil llegar a ningún de la ciudad sin los bajos de la ropa empadados y manchados. Conforme va llegando a la zona central de la ciudad el tráfico se va a haciendo más denso y revela que la zona de almacenes, al contrario que en otras ciudades, está rodeada por la población para defenderla de los ataques y los estragos de los asedios. Con los almacenes en el puerto y rodeados por la ciudad se garantiza una salida segura al mar y alimentos para resistir el tiempo que sea necesario.
Una vez consigue atravesar la zona de almacenes accede a la parte Noble de la ciudad como le gusta llamarla. Suntuosas mansiones con inmensos jardines, amplias avenidas con plazas de ensueño, decoradas con setos recortados con formas de animales y frutales que pintan de alegres colores el recorrido se muestran ante él. El diseñador del plan urbano tuvo todo el poder del gobernador a su disposición que, no solo puso una gran suma de dinero, sino que le permitió que expropiara lo que hiciera falta con tal de que la zona central de Sidón fuera absolutamente afín al trazado que habían planteado. Fue una época un tanto oscura que la gente a preferido olvidar a cambio de vivir un presente relativamente prospero para la provincia completa, el señor Arekose no es alguien que pida las cosas precisamente.
Enfila la avenida por la que ha llegado con destino a la parte central donde, la alta aguja que corona la vivienda del gobernador se recorta en el horizonte, ya llega tarde a su cita y a su interlocutor no le gusta que le hagan esperar, aunque en este caso no le queda otra opción. Varias patrullas de guardias de aspecto marcial se cruzan en su camino sin molestarle en absoluto, la insignia representando un sol que irradia siete puntas hasta los bordes de esta que se colocó al entrar en la zona noble le señala como campeón de una edición anterior del torneo de invierno, lo que le permite moverse libremente por la ciudad y acudir a la residencia del gobernador siempre que quiera donde encontrara comida y cama.
Los jardines que rodean la residencia de Arekose tienen una merecida fama que los catalogan como dignos sucesores de los, ya desaparecidos, jardines colgantes de babilonia. Casi trescientos metros de diámetro de jardines rodean de manera circular la residencia del gobernador, aislándola del resto de la ciudad y dando paso a una creación digna de los dioses. Delicadas estatuas, y hermosas fuentes de aguas cristalinas acompañan la vegetación más perfecta jamás reunida en un mismo lugar. Los violetas y los azules se mezclan con las tonalidades rojas y amarillas para conformar un mosaico vegetal de fondo verde que invitan a perder el sentido del tiempo al visitante durante su observación de los jardines. Fueron precisamente los jardines y el nuevo orden urbanístico, junto a ser uno de los puertos más importantes de la costa lo que ha crea una gran competencia entre Sidón y Damasco, de la que participan activamente sus ciudadanos que muestran orgullo defendiendo encendidamente sus intereses en cada discusión sobre la posición que sus respectivas ciudades ocupan34, siendo superior Damasco en importancia solo por ser la residencia del Califa y sede del poder del califato. Según ciertas fuentes fidedignas de Alyoret, Sidón no sufriría si el califa es derrotado en la batalla que se acerca.
La doble puerta de entrada a la residencia del gobernador es una obra de arte en sí misma, toda realizada en una carísima madera de Ébano negra casi mate y circular de tres metros de diámetro. Toda la puerta y el cerco están minuciosamente labrados representando una batalla a vista de pájaro, más una escaramuza que una auténtica batalla por el número de participantes. Aunque de gran detalle en general la perspectiva aérea impide ver detalles que den una idea de que batalla se representa, unas palabras ininteligibles por lo desgastadas que están decoran todo el cerco de la puerta.
Cuando Alyoret se encuentra frente a ella la observa como ha hecho ya en ocasiones anteriores, maravillándose del trabajo que realizo el tallador. Antes de abrirlas se acerca a la parte baja derecha de la puerta y toca con la mano, con una suave caricia, una parte del tallado donde se representa un ritual de incineración con varias figuras presenciándolo con gestos de quebranto, arrodilladas y abrazadas a una figura que parece observar el fuego impávido. Es la única parte del grabado donde el maestro ebanista se ha permitido dar detalle a las posturas de las figuras representadas, dotando de vida esta sección que a primera vista pasa desapercibida absorbida por el resto de la representación donde el paisaje abrupto y cubierto de árboles donde ocurre el enfrentamiento dirige la mirada del observador de manera inconsciente hacia la generalidad del grabado.
Empuja una de las hojas, que cede con facilidad hacia dentro, y pasa a la residencia. Tras la puerta se encuentra con un par de guardias que le permiten el acceso con un ligero movimiento de cabeza, y junto a ellos, sentado tras una bonita mesa, Hernon. Este se levanta al ver al visitante y le recibe con un efusivo apretón de manos.
Bienvenido Alyoret. Me alegra verte aquí. – Le dice el Heraldo.
Gracias Hernon, vengo a aceptar la invitación para el torneo de invierno personalmente. – Responde Alyoret con una sonrisa sincera.
Me alegra oír eso, no tenía todas conmigo de que finalmente aceptaras participar, no esperaba que Luz te dejara salir hoy de la cama. – Le devuelve la sonrisa con un guiño cómplice.
La situación exige que demos un paso adelante y aceptemos formar parte de ella. No podemos quedarnos al margen, la guerra acabara llegando aquí. - Le responde con excesiva seriedad Alyoret - Aunque si, ha intentado que con mucha vehemencia que no acepte la invitación. - Responde con gesto divertido apretando con más fuerza aun el braza de Hernon que ríe junto a el mientras se giran para caminar pasillo adelante.
Ciertamente la afluencia de participantes en todas las modalidades ha aumentado este año, creo que la razón es esa. La guerra está empujando a mucha gente a alistarse en las academias también. – Informa Hernon a su interlocutor. – Vamos dentro, no hagamos esperar al Gobernador.
Alyoret sigue a Hernon por varios pasillos en los que se cruzan con miembros del servicio que saludan cortésmente al visitante mientras avanzan por el edificio. La norma preside cada parte de los uniformes de la gente con la que se cruzan, no pudiendo encontrarse incorrección alguna en los distintos uniformes que les diferencian en sus respectivas secciones o labores, cada uno tiene la obligación de cuidar que su apariencia sea acorde al lugar donde se encuentran y ponen máxima atención en ello. Para ciertas cosas el gobernador puede ser extremadamente intransigente y el decoro es una de las facetas que más persigue en su cruzada personal por afianzar una imagen de grandeza que le permita rivalizar con Damasco o cualquiera de las demás ciudades que aspiren a ser algo más que una parte del Califato.
Recorren largos pasillos ricamente decorados en tonos dorados sobre el blanco del carísimo mármol que viste el suelo y las paredes sin hacer ruido gracias a las gruesas alfombras persas que protegen la piedra del roce de pisadas descuidadas. Finalmente, tras una caminata que ha Alyoret se le ha tornado larga, llegan a una puerta enrejada entreabierta que cede silenciosamente sobre unos goznes bien engrasados cuando Hernon la empuja, dándoles paso a un patio central de unos veinte metros de diámetro repleto de plantas y pequeños arboles cargados de frutas de minúsculo tamaño. En el centro del patio una escalera de caracol, una soberbia construcción de metal, que asciende hacia el techo donde se introduce para continuar en el ascenso a través del descanso del águila, como se llama a la fina torre de treinta metros de altura que corona el edificio. La torre es más fina que el patio por lo que deja un disco de aproximadamente dos metros en torno a ella que permite pasar la luz generosamente, la torre se une al resto de la edificación con unos arcos curvos de la misma piedra que el resto de la construcción que parecen demasiado finos para sostener semejante mole de piedra.
Esta torre no tiene un origen claro, aunque se dice que Sidón fue fundada en torno a la torre que originalmente descansaba sobre un edificio mucho más pequeño que sería poco más que la parte sobre la que se apoyan los arcos que la sostienen, el cual se ha ido ampliando hasta llegar al actual palacio que conforma la residencia del gobernador.
Alyoret localiza al señor Arekose al lado de una enorme pajarera construida con bambú traído del lejano oriente. La pajarera es dos veces más alta que Arekose y alberga en su interior varias decenas de pájaros de vivos colores que trinan en armonía mientras el gobernador llena de agua un delicado recipiente central, sobre el que los animales se posan, a través de un instrumento hueco que se conectaba a una fuente cercana. Arekose retira el tubo cuando se da por satisfecho del nivel del agua en el recipiente central y lo desmonta colocando de pie en unas abrazaderas que la jaula esconde en un lateral. Al girarse ve a Alyoret y Hernon de pie esperándole, lo que le provoca una sincera sonrisa y se dirige hacia ellos. Alyoret ve como el gobernador se acerca hacia él y no puede evitar fijarse en que viste la ropa de gala, ropa que Alyoret sabe de primera mano que el señor Arekose aborrece, prefiriendo ropas de caza, mucho más ajustadas y que le permiten libertad de movimiento. Viste una túnica de un dorado apagado, sobre la que ha colocado un chaleco verde muy brillante. Unas botas de monta asoman por debajo de la túnica siendo la obligatoria concesión que se ha otorgado Arekose al vestir aquel día.
Alyoret se reclina levemente ante el señor de Sidón cuando este ya está cerca y estira la mano para estrechar la de este, que se la ofrece cuando aún quedan unos pasos para llegar hasta ellos.
Mi corazón de llena de gozo al verte aquí Alyoret. – Exclama con sinceridad Arekose. – Gracias por traerle hasta aquí Hernon, quédate con nosotros por favor. – Dice esto al ver como Hernon se giraba para irse. Este asiente y se vuelve a colocar junto a al invitado.
Señor Arekose, siempre es un placer visitarle. – Responde Alyoret.
Gracias amigo, estaba esperándote para subir al descanso del águila, ¿me acompañarías? – Aunque es una pregunta, Arekose ya se está girando para dirigirse a las escaleras centrales.
Por supuesto Señor. – Responde a su espalda Alyoret.
Durante los siguientes minutos ascienden en silencio por las escaleras de caracol, que solo son de metal hasta entrar en la torre donde la piedra toma el relevo al metal, iluminados únicamente por unos pequeños farolillos colocados cada pocos escalones, ya que la torre no cuenta con ninguna ventana antes de llegar a la habitación que se encuentra al final de la misma, con una cúpula como techo sobre el que descansa una aguja de cinco metros de altura.
Una vez coronan la torre llegan a una amplia habitación circular sin paredes, solo unas finas columnas en su perímetro que sostienen el techo de la estancia y la aguja que descansa sobre ella.
Desde aquí la vista es impresionante, todo Sidón está a sus pies con sus calles llenas de personas y animales que, desde aquí, se ven como minúsculos insectos tratando de avanzar en el torrente de movimiento de las avenidas. Al oeste el mar, reflejando el sol en las olas con potentes destellos, y encerrando la promesa de lejanas tierras a aquel se atreviera a surcarlo. Si se mira hacia el oeste, se pueden ver las tierras circundantes, salpicadas de parcelas de tierra preparadas para el sembrado, casas de campo de colores apagados, caminos que serpentean entre ellas y algunas formaciones boscosas que ofrecen cobijo bajo el sol abrasador.
El aire corre con fuerza en la estancia debido a la altura, y las largas cortinas que cuelgan entre las columnas se mueven con suavidad gracias a unos pesos que impiden que se levanten con la fuerza que quisiera el viento. En el centro de la sala esta la escalera, rodeada por un murete de piedra vista que protege de caídas accidéntelas. La sala cuenta con tres largos divanes que se colocan en torno a una gran mesa de cobre cóncava apoyada sobre tres pilastras de piedra, el mismo tipo que el murete de la escalera. En la mesa deliciosos dulces de almendra y te para cinco personas como manda la tradición.
Quería hablar en privado, en el palacio hay muchos oídos. – Habla el gobernador de pie observando la ciudad desde uno de los espacios entre columnas, mientras las cortinas vuelan a su alrededor. – Este año, como sabéis, el torneo conlleva un premio especial ya que ofrece la comandancia de las tropas que Sidón aportara a Damasco en defensa del califato. – Para unos segundos tras decir esto para tomar aire y ordenar lo que quiere decir. – La situación es delicada en extremo tras varias derrotas consecutivas sin aparente explicación. El califa está perdiendo apoyos a diario y la moral de las tropas esta por los suelos, así como la de la población que no entiende muy bien cómo puede estar avanzando tan rápido el ejército abasí.
Por lo que tengo entendido, todo han sido batallas poco más grandes que escaramuzas, nada que indique una posible derrota en un enfrentamiento a gran escala. – Aprovecha Alyoret para decir en un alto de Arekose.
Sí, es cierto Alyoret, pero solo es cierto porque ellos han decidido pelear así. No hemos sido capaces de encontrar a sus grupos para enfrentarlos, siempre son ellos los que golpean y desaparecen. Esta táctica de combate nos está haciendo más daño que una derrota en batalla. La comandancia de guerra ha diseñado un plan para obligarles a luchar en un punto contra nuestro ejército completo gracias a una información que nos ha llegado.
No entiendo muy bien señor. ¿Cómo les obligaremos a encontrarse con nosotros? – Pregunta Alyoret
Nosotros somos los que golpearemos en esta ocasión. El informante no ha mostrado los avances del enemigo y donde estará en fechas muy próximas acampado preparando un asalto de gran penetración en nuestro territorio cruzando el rio Zab. Los ejércitos llevan varios días de camino hacia el punto de reunión, en nuestro caso se nos ha encomendado la defensa de Damasco, por cercanía y porque nosotros no tenemos aún comandante elegido para dirigir las tropas. – Cuando Arekose dice esto, Hernon se remueve nervioso en su asiento mirando a Alyoret con una mirada esclarecedora.
Entiendo que nosotros no podremos enviar el contingente de tropas hasta mínimo dentro de una semana que es cuando se corone al campeón del torneo. ¿No será tarde para acometer nuestro cometido? – Se arriesga a cuestionar Alyoret.
De ninguna manera – responde Arekose secamente– Nosotros solo entramos en combate para defender la retirada de la comandancia y la ciudad de Damasco. Ese es nuestro cometido.
Entiendo Gobernador, es importante tener una fuerza de contingencia. – Se disculpa Alyoret al adivinar el tono enfado en la voz del gobernador.
No busques evasivas Alyoret, sé que lo se ve desde vuestra cómoda postura. Hace tiempo que estas revueltas se vienen sucediendo a causa de una gestión nefasta por parte de los gobernadores periféricos, y no se le ha puesto freno en ningún momento. Ahora debemos sacrificar lo que hemos construido con mucho esfuerzo en defensa del califato, que al final mucha gente considera responsable.
¿Qué contingente de tropas nos han solicitado gobernador? – habla Alyoret
Todo lo que tengamos, menos el mínimo para defensa local y mantener la paz en la ciudad y zonas aledañas. – Responde el Gobernador con premura. – Pero eso ya sé vera después del torneo. Ahora os ruego máxima confidencialidad y te deseo suerte en el torneo. – Se acerca y le estrecha de nuevo la mano.
Gracias señor Arekose, será un honor luchar en el torneo para mayor gloria de Sidón.
No hay más intercambio de palabras, Alyoret baja por las escaleras seguido de Hernon por orden del gobernador que parece querer disfrutar un poco más de las esplendidas vistas de la ciudad desde el mirador. No les lleva demasiado descender hasta el jardín, donde el alegre trino de las aves enjauladas sigue vibrando en el aire del recinto, Alyoret se detiene ante una preciosa planta de grandes hojas de un rojo intenso, que le despierta un antiguo recuerdo donde los enormes ojos azules de Luz aparecen tras una de estas plantas junto con la sonrisa que hace que su corazón lata con fuerza.
Hernon llega a su lado y espera mientras Alyoret viaja en el tiempo a través del recuerdo. Finalmente, Alyoret reacciona y se gira para mirar a Hernon y, con una ligera sonrisa en los labios, se dirige a él.
Perdona, a veces me voy lejos sin darme cuenta.
No hay nada que perdonar, quita cuidado.
Dime Hernon, ¿han venido el resto de invitados del torneo?
No todos, como imaginaras. Algunos vienen de muy lejos y se presentaran al gobernador incluso el mismo día del torneo. De momento los que han venido han sido recibidos en audiencia pública, lo que indica que Arekose no espera que lleguen lejos en el torneo. Y, si tu pregunta es sobre el misterioso espada del desierto, no se ha presentado aún, aunque me consta que se encuentra en la ciudad desde hace un par de días.
¿Que sabemos de el?, la verdad que me tiene intrigado. – Pregunta Alyoret
Poco la verdad – responde Hernon con sinceridad – Solo que se llama Alforan, que viene de las zonas áridas del desierto y que no profesa la religión islámica. Ha sido recomendado por alguien cercano al gobernador, pero solo me ha revelado que contamos con un espada que te puede hacer frente.
En ese caso debemos ser pacientes, y prudentes. Su presencia en la ciudad perturba el tapiz Hernon, ten cuidado y vigila tus pasos. Es la primera vez que lo vemos, y, aunque no sé si es peligroso para nosotros, no tengo indicios de que puede ocurrir, estoy ciego al futuro. – Avisa con gesto sombrío.
Estaré atento hermano y tendré cuidado. Por cierto, ayer hablaron algunos ocupantes del palacio sobre una enorme águila blanca que entro volando en el descanso del águila. Dicen que brillaba bajo el sol y subieron a toda prisa para ver si pudiera ser que tuviera allí el nido y nadie se hubiera dado cuenta, hacía tiempo que nadie subía, esta historia ha llegado a oído de Arekose y de ahí que se haya realizado la reunión arriba, se ha acordado de que este lugar existe. – Le relata Hernon a Alyoret con una media sonrisa en la cara.
Curioso, a mí también me pareció ver un águila blanca en la ciudad, pero creo que se ha ido de nuevo.
Me da pena no haberla visto yo. Si la vuelves a ver avísame o dedícale alguna palabra de mi parte. – Hernon acaricia la planta de la que Alyoret se aleja en este momento. El tacto de las grandes hojas rojas es suave y sedoso.
Lo hare, no creo que tarde en volver, son animales de costumbres. Ahora toca irse, ya se está alargando mucho el tiempo en el palacio. – Alyoret se dirige hacia la reja por la que entraron y sale del jardín.
Te deseo lo mejor hermano. Ten cuidado en el torneo, hay muchos intereses puestos siempre en él, pero este año el torneo tiene un carácter especial. – Avisa Hernon siguiendo el paso del invitado.
Lo tendré, tranquilo. Sea como sea mi camino nos lleva a Damasco donde encontraremos la siguiente pieza del puzle, ya sabes que el Tapiz tiene sus propias normas. Gracias por todo Hernon, nos vemos en el torneo.
Seguro hermano, allí estaré. – Responde Hernon estrechando la mano de Alyoret con fuerza.
Alyoret cruza la redonda puerta de salida del palacio y una extraña sensación le invade. Por un segundo piensa en volver a entrar, pero finalmente, y tras dirigir una última mirada al interior del palacio antes de que las puertas se vuelvan a cerrar, se da media vuelta y pone dirección a la posada con paso tranquilo.
Mientras se toma una infusión caliente, Wei-Shin se queda absorto viendo como el sol aparece en el horizonte. Si hay una cosa que se puede decir sin equivocarse para él, es que tanto el desierto como la estepa ofrecen los amaneceres más hermosos que jamás ha encontrado, la razón es tan sencilla como que no hay nada en el entorno que robe protagonismo a la salida del sol.
Al darse cuenta que se está alargando mucho apura la taza de bebida y la limpia por dentro con un trapo que sostiene bajo ella. Se gira y ve como sus hombres terminan de recoger las pocas cosas que sacaron la noche anterior, para guardarlas de nuevo en las alforjas de los caballos. Él se dirige hacia su caballo y termina de asegurar los bultos que carga antes de subir a grupas y esperar que el resto haga lo mismo.
Cho aparece de detrás de la roca en la que se han apoyado para dormir colocándose el pantalón, parece que ha aliviado sus necesidades antes de retomar camino. Y le saluda con la mano mientras se dirige a su caballo para montar de un ágil salto y acercarse a Wei-Shin.
Vaya amanecer precioso. – Dice Cho dirigiendo la mirada al astro rey.
Si, la verdad que tienen algo mágico los parajes que hemos cruzado durante el viaje. – Responde Wei-Shin sin apartar la mirada del resto del grupo.
Mientras estaba tras la roca me ha parecido oír un relincho de caballo en la distancia he ido a echar un ojo pero no he visto a nadie desde lo alto de la roca. Quizás me haya equivocado, pero estoy casi seguro que no. – Dice Cho
No te equivocas, yo he visto movimiento algo más atrás. Es extraño ya que anoche y a esa distancia, la hoguera era completamente visible, lo normal hubiera sido compartir el fuego y la sal, además han acampado a distancia nuestra y sin hoguera que les calentara. Estate atento y avisa al resto. – Avisa Wei-Shin con gesto serio.
El otro par de hombres están esperando ya preparados por lo que se ponen inmediatamente en marcha en dirección al amanecer. Apenas han avanzado una hora cuando ante ellos se abre de improviso un pequeño valle en medio de la nada. Una extensión llana donde las dunas no se han atrevido a entrar, quedándose en derredor como silenciosos vigilantes. En medio de este pequeño valle un lago refleja el sol del amanecer rodeado completamente por arboles cargados de brillantes dátiles que se ofrecen jugosos a los que quieran recogerlos, y entre todos ellos diversas jaimas que invitan a refugiarse del sol bajo ellas. Numerosas personas se mueven entre todo esto con diversas funciones, bien recogiendo agua del lago o preparando comidas entre otras actividades.
Solo rompe la estampa una enorme roca que nace de debajo de una de las dunas hacia el cielo y dejando bajo ella una extensión de terreno suficiente para dar refugio a varias decenas de animales que esperan tras un rudimentario cercado. A ningún morador del desierto le gusta dormir a cubierto más allá de las telas de las jaimas o el mismo cielo, por eso el espacio bajo la roca es ideal para almacenar los animales, alejándoles del sol abrasador del desierto y creando corrientes de aire que les refresquen.
Cuando Wei-Shin y sus hombres comienzan a descender de la última duna previa al pequeño valle, la gente del oasis se queda mirándoles y dan aviso al resto de su presencia. Este es un lugar recóndito y las visitas son algo extremadamente raro, por lo que el asentamiento no suele tener vigilancia. Enseguida comienzan a salir hombres y mujeres de las distintas jaimas para congregarse cerca de la enorme piedra donde parece que las mujeres y niños forman un grupo homogéneo rodeados por los hombres que, armados con lanzas cortas y algún arco sencillo, tratan de proteger, una pequeña comitiva de cuatro hombres, de avanzada edad todos ellos, se adelantan andando en dirección al grupo a caballo. A unos cien metros del asentamiento los caminos de ambos se cruzan.
Buenos días. – Saluda Wei-Shin bajando del caballo y realizando una pequeña reverencia para mostrarles su respeto a los ancianos.
Buenos días viajeros. Os ofrecemos la hospitalidad del desierto, compartir agua y sal. – Responde uno de los ancianos, cuya piel es casi negra y su cuerpo se muestra completamente lleno de arrugas. Dos enormes ojos marrones se esconden tras unos largos mechones de pelo cano.
Aceptamos de buen grado y declaramos que no tenemos ninguna intención hostil contra ningún miembro o bien de este Khames. – Vuelve a realizar una reverencia al decir esto.
Sed bienvenidos entonces viajeros. – Termina el protocolo de bienvenida el anciano que se gira junto a los tres que le acompañan para dirigirse al asentamiento. Esto es clara señal para el resto de pobladores del oasis que rápidamente se disgregan para seguir con sus labores, o para esperar a los visitantes con curiosidad.
Este lugar es una maravilla, nunca había visto un oasis de estas características, el lago es de un tamaño descomunal para nacer en el desierto. – Dice Wei-Shin con las riendas del caballo en la mano y mostrando interés en el entorno.
Ciertamente es un regalo poder vivir aquí en paz. Pero no es un lugar único, hay más lugares como este. El desierto hace inaccesible que se conviertan en lugares de paso más allá de visitantes ocasionales. De hecho, no hay agua en muchos kilómetros a la redonda, habéis tenido suerte de encontrarnos, sino lo habríais pasado mal. – Les avisa otro de los ancianos que parece tener rango similar al anterior ya que ha tomado la palabra.
Bueno, la verdad que cuando iniciamos camino no sabíamos realmente cuanto tardaríamos en llegar, de ahí nuestra falta de preparación. Estábamos racionando el agua para evitarnos sorpresas, aunque en cualquier caso finalmente os hemos encontrado – Explica elocuentemente Wei-Shin, ha decidido ser sincero al respecto de por qué están aquí para evitarse tener que inventar el motivo de estar en medio del desierto con cuatro hombres y pocas provisiones.
¿Y habéis encontrado lo que buscáis? – Pregunta otro de los ancianos con manifiesta curiosidad.
La verdad es que no estoy seguro del todo, Su rastro nos ha guiado hasta aquí, y aquí estamos. – Responde Wei-Shin sin deja de andar junto a ellos.
En ese momento llegan a la zona central del asentamiento donde varias enormes telas han sido anudadas entre los gruesos troncos de las palmeras formando un gran espacio de sombra refrescante, les invitan a pasar cediéndoles el paso y, a pesar de encontrarse en mirad del desierto, descubren gran cantidad de comodidades entre las que se cuentan un suelo completamente cubierto de alfombras de bella factura, útiles de cobre para las comidas y él te, así como lámparas de aceite colgadas por doquier que auguran una buena iluminación cuando caiga la noche. Llama la atención que en la parte central el habitáculo tenga un gran agujero que permite la salida del humo de una enorme hoguera que ahora se encuentra casi extinta, esperando que caiga la noche y alguien la reviva para disfrutar de su calor.
El olor de asado llega hasta ellos, pero no alcanza a ver dónde está localizado el punto donde lo están cocinando, aunque saben que es pronto para comer la hospitalidad del desierto obliga a poner los mejores manjares que se posean a disposición de los visitantes. Casi no han tomado asiento cuando unas mujeres se acercan con una tetera humeante y la sitúan sobre el suelo entre ellos, sobre una bandeja de cobre amplia, mientras poco a poco ellos van tomando asiento en el suelo.
Todos quedan en silencio mientras el anciano de los ojos marrones sirve él te lentamente. Cada vaso queda un poco por debajo de la mitad que es la cantidad aproximada de un par de sorbos, y junto a cada vaso coloca cuidadosamente un pequeño cristal de sal según la fórmula de cortesía que manejan, dejando después un pequeño cuenco de sal en medio del grupo.
Por su parte Wei-Shin saca un pequeño envoltorio de su cinturón para corresponder a la hospitalidad, de dónde saca unas finas varillas de bambú impregnadas de miel seca que los niños de su ciudad usan como golosina casera. En lugar de ofrecerlas las coloca en mitad del grupo junto al cuenco de sal.
Los ancianos cogen cada uno una varita y se la llevan a la boca sonriendo todos ellos ya que hacía mucho tiempo que no disfrutaban de este manjar delicioso y caro. Uno de los ancianos mueve la mano en dirección a una de las mujeres de fuera invitándola a acercarse, cuando ella se acerca le entrega el resto de varitas, buscando previamente el consentimiento de Wei-Shin, que asiente suavemente, para que las reparta entre el resto del Khames y que todos participen así del regalo.
Un regalo excepcional – Dice el anciano de ojos marrones tras probar las varillas de miel – pocas veces llega hasta aquí la miel.
Es un placer compartir con su Khames y con ustedes la sal. No podíamos por menos que tratar de estar a la altura. – responde al cumplido Wei-Shin.
Mi nombre es Abjaver, y pertenezco al grupo de ancianos que dirige nuestro Khames. Ellos son Sadrak, Bajhameli, y Lamar. – Señala uno a uno al resto de ancianos mientras pronuncia sus nombres. Los cuales van realizando una señal de respeto cuando son mentados.
Mi nombre es Wei-Shin, y soy líder de una expedición que trae bienes a través de la ruta de la seda. Mis acompañantes son, mi segundo al mando Cho, Lei y fu. – Estos devuelven el saludo reproduciendo la fórmula que han usado los ancianos, mientras los ancianos se miran entre ellos con cierto nerviosismo.
Encantados de teneros entre nosotros y compartir el tiempo que os quedéis. – Expresa Sadrak mientras rellena de nuevo los vasos de té vacíos.
Y ahora que hemos terminado los formalismos me gustaría saber si os podemos ayudar a encontrar lo que buscáis. – Dice Abjaver con una expresión seria.
Wei-Shin mira a los ancianos mientras en su cabeza busca las palabras para enfrentar la extraña petición de la mejor manera posible.
Hace varios días tuve una visión. De las llamas de nuestro campamento surgió una muchacha que me llamo y pidió ayuda. – Wei-Shin se percata que los ancianos se revuelven
en sus sitios nerviosos de nuevo. – He podido seguir su rastro gracias a que entre ella y yo ha surgido un vínculo que me ha dirigido hasta aquí de manera certera. Sé que está aquí, o que no está lejos, por esa razón nos hemos detenido en su oasis con el mayor de los respetos. – Calla y espera que ellos respondan.
La palabra Khames designa un emplazamiento permanente familiar, nosotros pertenecemos a tribus básicamente nómadas que se establecen solo en el caso de que el número de miembros ya haga más difícil moverse que permanecer en un sitio. Para que la familia se establezca hace falta además un sitio adecuado como el que nos encontramos, rico en agua, y difícil de encontrar. – Explica Lamar tomando el turno de palabra – Y gracias a esto creemos que mi hija nos encontró en medio del desierto, ella nació iluminada por la hoguera que preside esta morada. – Acompaña la frase señalando el fuego casi extinto del centro de la jaima. – y, por segunda vez nuestra hija nació, aunque esta vez del fuego en lugar del vientre de su madre. – Ahora se calla mirando las alfombras donde seguramente cayo su hija al surgir de las llamas y que muestran pequeñas quemaduras allí donde los rescoldos que empujo al salir cayeron sobre las alfombras. – Ella pronuncio tu nombre varias veces antes de desfallecer, despertó casi dos días después y pregunto de nuevo por ti. – Ahora mira a los ojos de Wei-Shin con preocupación. – ¿Está en peligro mi hija?, se sinceró por favor.
Solo le puedo decir que ella me ha buscado a mí. Nunca la había visto, pero sé que, de alguna manera, llevo toda la vida esperando para protegerla. Y sí, creo que está en peligro ya que nosotros hemos descubierto esta mañana que nos han seguido. – Tras decir esto guarda silencio.
Lamar se pone en pie y se dirige hacia la parte trasera de la Jaima, allí unas pesadas alfombras hacen las veces de muro de separación opaco, impidiendo que el sol de forma a lo que hay detrás. Con cuidado aparta una de las alfombras para dejar ver el interior de una pequeña estancia que se esconde tras ella y de la que sale una mujer, una preciosa mujer de pelo castaño muy claro, casi rubio, recogido en dos trenzas que nacen sobre sus preciosas orejas y que se entrelazan tras la cabeza. Viste con unas prendas vaporosas que se mueven sin hacer ruido cada vez que lo hace ella en colores azulados, y sus pies descalzos parecen flotar más que pisar las alfombras del suelo. Los enormes ojos castaños que tiene se fijan en Wei-Shin y una sonrisa se dibuja en su cara al verle.
Gracias por acudir a mi llamada Wei-Shin. Eres digno heredero del dragón y su legado. –
Apenas ha terminado de decir esto cuando escuchan el primer grito de alerta de muchos que le seguirán.