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El Muro


EL MURO

Fenlon se ha despertado al primer toque del despertador, normalmente es así, y esta desayunando la densa pasta de avena y leche con algo de sirope de cada día después de la ducha reparadora con la que elimina todos los rastros de sudor de la noche. Aun así le quedan evidentes signos de cansancio en forma de profundas ojeras que se empeñan en afear su habitualmente bello rostro.

La televisión ameniza el tiempo de desayuno con unos contenidos que no le interesan en absoluto, solo noticias cocinadas con información manipulada. Cuando casi a terminado Ana entra en la cocina y coge el café que tiene preparado sobre la encimera de granito negra de la cocina, al lado un termo de plástico morado que habitualmente se llena del contenido del café, ya frio, que su mujer suele verter tras liarse con alguna cosa y no terminar de tomarlo.

  • Gracias cariño. – Le dice ella buscando algo en el primer cajón del mueble que se encuentra bajo el horno. – ¿Has visto mi monedero amarillo? El que parece una flor.

  • No preciosa, estará al lado de tu cabeza. – Sonríe para quitar hierro al chascarrillo.

  • Ja. Ja…ja – Dice ella con gesto de burla y echando el café el termo. – Recuerda que recoges a la nena del cole al salir. ¿Llegaras a tiempo no?

  • En principio si, llevamos una semana tranquila hay arriba.

  • Vale, si pasa algo avísame que llame a mi madre. – Le da un beso antes de salir dejándose el termo sobre la encimera, justo al lado de las llaves del coche.

Él come una cucharada más de avena antes de levantarse coger el termo y llaves y dirigirse a la puerta para esperarla. Ella apenas tarde dos minutos, el tiempo justo de llegar al coche y volver con una sonrisa a medio camino entre la vergüenza y el buscar evitar reprimendas en la mirada, coge las llaves un rápido beso y se va corriendo aduciendo entre gritos que llega tarde.

Fenlon vuelve a la cocina donde ya le esperan los gemelos, vestidos y preparándose el desayuno, Ana como su madre y Golef como su abuelo, el padre de Fenlon.

  • Cojo el equipo y nos vamos chicos, hoy nos lleva el tío Andres, así que no le hagamos esperar, ya sabéis la que se lía cuando aparca en la calle con el vehículo del trabajo.

Una hora más tarde Fenlon y Andres esperan frente al ascensor cincuenta y siete, dejar a sus hijos en el trabajo les ha llevado menos tiempo del previsto y han podido coger un café de máquina que ahora termina de un largo trago para tirar después el vasito de plástico a la papelera al lado del ascensor.

El amplio ascensor les lleva a la parte alta de la torre junto al resto del equipo al que pertenecen, el escuadrón veintitrés de vigilancia del muro. Tras un par de minutos de ascenso las puertas se abren dejando entrar un aluvión de luz que se refleja en las amplias mascaras faciales completas oscuras que cubren su cara, en cuanto salen al pasillo de la parte superior del Muro se activan los sistemas de sus equipos al que llaman HUD comenzando a dibujar decenas de gráficas y datos en la máscara facial con indicadores de que zona le toca cubrir y su misión.

Se despliegan siguiendo las indicaciones del HUD con la efectividad que otorga la rutina, Fenlon se dirige a un puesto cercano donde coloca el pesado rifle automático de gran calibre que trae de casa y la bandana de granadas de seguimiento dentro de un armero de seguridad con código, solo se queda el equipamiento considerado ligero, la pistola automática y una porra eléctrica, según manda el ordenamiento.

A escasos cinco metros se encuentra el punto iluminado por el HUD y su puesto designado para el servicio. Antes de entrar en la cúpula de cristal se quita el casco perdiendo por un momento la protección ante el sol y cerrando los ojos hasta dejarlos en dos estrechas rendijas que le permiten ver lo justo para entrar en la cúpula donde el cristal blindado tiene las mismas propiedades que el de su casco. Según accede el sistema le reconoce a través de la retina y le da acceso a los sistemas del puesto, impidiendo que vea nada al oscurecerse todo a su alrededor mientras el sistema se inicia para terminar poniéndose en línea.

No importa cuántas veces le toque este puesto, ese momento en el que la cúpula se vuelve transparente y puede ver la inmensa explanada que se extiende cincuenta metros más abajo, con un tramo limpio de todo de unos quinientos metros antes de que la ciudad absorba el horizonte le corta la respiración. Aunque sea el submundo le parece que sus habitantes han recuperado el arte de construir de acuerdo a cánones de hace siglos, aprovechando la física para edificar en lugar de los últimos materiales a los que no tienen acceso.

La cúpula es un puesto de vigilancia avanzado, equipado con la última tecnología existente y puesta al servicio de un operador que es capaz de hacer zoom con la cúpula completa como pantalla de más de un kilómetro, haciendo luego blanco sobre el punto deseado con precisión kilométrica. Dos pesados cañones de 50mm sin retroceso están montados bajo ella, moviéndose de manera independiente entre la cúpula y ellos. Mientras un cañón está marcando una zona con fuego pesado el operador puede utilizar el otro para eliminar un objetivo en otro punto.

Se sienta y realiza la revisión rutinaria, todo parece ok al cabo de un par de minutos por lo que pone en verde su tablero, liberando del servicio al compañero que cubre su espacio antes que el desde otra cúpula, amplia la imagen de su derecha en el muro, donde otra cúpula cuelga como la suya semi hundida en el muro y con sus dos temibles cañones bajo ella apuntando al cielo al quedar la cúpula fuera de servicio.

  • Hola Fenlon, aquí Santiago. – Suena con un restallido la estática en su habitáculo. – Hemos tenido una noche movida, te aviso. He grabado decenas de movimientos sospechosos en el límite de la ciudad, están levantado muros de nuevo para utilizarlos de parapeto.

  • Gracias Santiago. ¿Ha sido necesaria disuasión? - Pregunta por protocolo más que por interés real.

  • Si, trece bajas subhumanas. Pero salían de la zona de las catacumbas con armamento obsoleto, hubieran necesitado un milagro para alcanzar distancia de giro. En cualquier caso, tenemos nuevo tirador y nos ha venido probar que tal se le da.

  • No sabía que hubiera entrado alguien el vuestro escuadrón. – Responde Fenlon terminando de ponerse un receptor en el dorso de la mano derecha.

  • Si, Jacob se pegó un tiro ayer, llevaba una temporada jodido y anoche debió reventar.

  • ¡Joder tío no sabía nada! Perdona por no preguntar antes.

  • Nada chaval tu tranquilo, no le han dado nada de publicidad al ser un suicidio, no quieren que la noticia corra. No pueden evitar que se sepa, pero no quieren tampoco que la peña empiece a comerse la cabeza.

  • Normal, ¿El nuevo está a la altura? Jacob era bastante bueno con el rifle largo.

  • La nueva, es una tía y esta de buena que se rompe. Si es bastante buena, por lo menos hoy no ha fallado un solo tiro. – Responde Santiago – Se llama Verónica y la veras por aquí bastante espero.

  • Bien está entonces, ya me la presentaras. Gracias por el informe.

El fin de la estática le indica que Santiago ha cerrado el canal y él se fija en la pantalla para comenzar la ronda de rutina de reconocer el terreno y controlar los movimientos de los subhumanos en la zona de prohibición como llaman a la franja de quinientos metros que separan el muro de las ciudades.

Enseguida capta la zona donde le ha indicado Santiago que están realizando movimientos para levantar muros con la fortuna de ver como utilizan una antigua CREATOR para levantar un muro de unos tres metros de alto y tres de ancho que es limite que tienen esos modelos, los modelos actuales son capaces de hacer diez veces más trabajo y en la mitad de tiempo. Se queda hipnotizado unos segundos viendo como la pasta que la maquina inyecta se solidifica casi de manera instantánea para luego poner un film de pasta adicional que deja el muro liso y preparado, en total unos cuarenta y cinco segundos, para después moverse por los maestros colocados previamente que quedan dentro del muero recién construido permitiendo que la electricidad y las señales viajen por su interior.

Mira a su derecha donde puede ver a Andres, a unos quince metros, apostado en el puesto del rifle largo, un arma de energía muy efectiva contra materia orgánica pero inútil contra el resto. Antes de hablar con él hace un barrido de comprobación y confirma que el muro se está construyendo dentro de la zona prohibida.

  • Andres, ¿ves el muro que están levantando en el sector seis-siete-uno? – Habla con su compañero abriendo un canal estándar.

  • Si Fenlon, veinticinco secciones de tres metros son setenta y cinco metros en una noche, nada mal para ser subhumanos. – Responde concierto asombro en su voz.

  • Voy a tratar de tirar la CREATOR. Muerto el perro se acabó la rabia. Estate al loro por si puedes pescar algo cuando los muros caigan.

  • Ok, tu dispara y pónmelos a huevo, del resto ya me encargo con esta preciosidad. – Acaricia la larga carabina con suavidad.

Fenlon ya no le responde más, amplia la imagen, haciendo un último barrido a la zona de las catacumbas para cerciorarse que no se lleven una sorpresa, y acto seguido amplía hasta dar la sensación de tener el muro a escasos diez metros. Puede ver la maquina moviéndose para comenzar una tercera sección desde que la vigila, tras ella percibe el movimiento de gente, probablemente operarios, pero no tiene una visión clara. Centra suavemente la retícula con mano izquierda abierta con la palma hacia abajo sobre el muro y respira una última vez antes de cerrar su puño derecho acompañaba el movimiento de la otra mano.

El estruendo es salvaje fuera de la cúpula, Andres escucha el estallido de los cartuchos de 50mm que propulsan la munición hasta los casi quinientos metros que se encuentran los muros ilegales. El restallido está acompañado del silbido de las balas trazando una parábola para acabar sobre el objetivo designado, impactando brutalmente contra el muro que tarda apenas unos instantes en resistir antes de estallar en mil pedazos.

Fenlon ve, sin abrir el puño, como la lluvia de metal destroza a su paso todo lo que encuentra, reduciendo a escombros lo que los subhumanos acaban de levantar. Enseguida un rayo carmesí brota de algún lugar a su derecha que solo percibe con el rabillo del ojo, introduciéndose en la humareda de polvo levantada por su munición. Cambia el modo de visionado para pasarlo a térmico y toda la cúpula se convierte en noche, los restos de muro en tonos azules excepto donde la munición ha impactado que guarda aun reminiscencias del calor del proyectil. Detrás del muro, entre los escombros de este, una forma humana tendida en el suelo con los brazos abiertos se encuentra inmóvil, desde el lado derecho de su imagen, saliendo aparentemente de una sección de muro posterior a esta aparece alguien en auxilio del hombre herido, un nuevo fogonazo y ahora son dos las figuras tiradas en el suelo.

Fenlon y Andres vigilan detenidamente la zona durante un buen rato hasta dar por confirmado que no hay nadie más.

  • Buen trabajo Andres, eran tiros difíciles.

  • ¿Difíciles? Con este rifle es casi como tiros de feria. – Responde Andres con cierta sorna. – Una cosa, me ha parecido ver movimientos en la zona de las catacumbas.

  • No veo nada. – Responde Fenlon ampliando allí la imagen – Me ha dicho Santiago que anoche salieron varios asaltos desde allí ayer, pero tienen una nueva tiradora que les dio para el pelo.

  • Habrán sido imaginaciones. Estos cabrones no paran de intentar llegar hasta aquí. ¿Qué esperan hacer una vez lleguen? No lo entiendo te lo juro.

  • Yo tampoco, pero para evitarlo estamos nosotros. – La respuesta de Fenlon es casi automática, repetida hasta la saciedad durante el periodo de instrucción. En ese momento recuerda al Capitán Diaz diciéndole que la elección era sencilla, si no haces bien tu trabajo ellos harán el suyo y será tu familia quien lo pague.

Durante unas horas más continúan el servicio sin más sobresaltos, hasta que una señal en el panel de Fenlon le indica que un nuevo operador ha tomado el puesto que dejó libre Santiago horas atrás. Con eficacia le pasa informe y le desea buen servicio.

Cuando el panel se le pone en rojo desconecta los conectores de su cuerpo que le otorgan control sobre la cúpula y sale con el casco bajo el brazo donde ya le espera Andres.

  • ¿Nos paramos a tomar algo?, creo que es el cumpleaños de alguien en el escuadrón. – Pregunta Andres que no tiene mujer ni hijos y se apunta a todos los sarados.

  • No gracias, tenemos que recoger a los chicos a la que volvemos y Ana llega algo más tarde, otro día te invito a algo que me toca.

  • Como digas, últimamente tu mujer curra mazo, no para de salir tarde.

  • Si, algo están preparando los de arriba y ella va de culo, se trae trabajo para las tardes y los fines de semana. Una locura.

  • Vámonos pues.


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